La eclosión de sonidos estridentes y decadentes marcó los albores de los ochentas, junto con el surgimiento de una serie de modas y tendencias estéticas que irrumpieron en la vida pública. Así aparecieron en el panorama musical y filosófico propuestas innovadoras e irreverentes como el proyecto de la banda alemana Lacrimosa.  

Es en 1987 cuando Tilo Wolff, con apenas 16 años, da sus primeros pasos en la escena gótica de una Alemania que pronto cambiaría su rostro. El género musical gótico se origina en Reino Unido hacia finales de los setenta, como un subgénero que se nutría del post-punk.

Los sonidos oscuros y lúgubres han logrado fusionarse en la estética gótica, así como en el estilo musical que marca toda una corriente artística. Es en este escenario que Tilo y su productor y descubridor Christian Dörge, dan paso a la banda que años más tarde se convertiría en una corriente musical que convocaría a millones de fans alrededor del mundo.

Desde 1990, el sonido de Lacrimosa ha evolucionado en cada proyecto discográfico, catorce álbumes en total, relacionados el uno con el otro. La influencia del rock gótico, el metal gótico, la música sinfónica y clásica, dieron como resultado una fusión que sería su sello.

En 1993, Tilo escucha a Anne Nurmi (ex Two Witches) y queda fascinado por la potencia que emite el teclado en manos de esta sensual finlandesa. Por ello, en ese mismo año, la invita a formar parte del proyecto que hasta esa época lideraba Wolff en solitario, hecho que transformó la propuesta musical y escénica que hasta entonces experimentaba Lacrimosa.

Las líricas abordan sentimientos agrestes propias de corrientes filosóficas como el existencialismo, el nihilismo y el romanticismo. Los sentimientos son la fuente primaria de la producción musical, pues evocan miradas melancólicas sobre la realidad y el mundo de Lacrimosa. Así, la fusión entre líricas y sonidos agónicos, rayan en oscuras melodías que envuelven y nos transportan hacia escenarios caóticos, pero cargados de desolación.  

Estas imágenes pueden experimentarse al escuchar Einsamkeit (1992), cuya traducción al español es Soledad. El álbum es parte de lo que se conoce como la primera etapa de la banda, en la que sonidos minimalistas, lentos y nostálgicos, acompañados de percusiones repetitivas de batería, un ritmo dominado por el teclado y una voz depresiva, resultan en melodías viscerales de corte pesimista.

El sonido y el estilo de Lacrimosa, ciertamente, ha evolucionado a lo largo de sus casi 23 años de actividad musical. Sin embargo, es preciso detenerse en cuatro momentos clave de la banda, expresados en los siguientes trabajos: Angst (1991), Stille (1997), Fassade (2001) y Echos (2003). Estos cuatro estadios marcan cambios en cuanto a sus sonoridades y estéticas musicales, pero también  generan una conexión lírica con sus trabajos predecesores y los que vendrán, siempre guardando claves implícitas en el tema que rige en cada álbum.

El dúo alemán se ha adentrado en temas sensibles como el miedo, la soledad, las ausencias, el (des)amor e incluso la discriminación y desigualdad social, que les han servido de pretexto para indagar en la compleja y confusa condición humana, tomando como referente la pintoresca imagen de un arlequín, figura representativa al momento de metaforizar la figura humana y su lugar en la sociedad.

En su último trabajo, Revolution, se aprecia una notable evolución temática, según manifiestan algunos críticos, debido a que se torna más social y contestataria, pues se acerca  a la realidad del propio Tilo Wolff, ya que en varias entrevistas ha señalado que ha sido víctima de una discriminación violenta.

Este disco apareció en Alemania el pasado septiembre y fue la excusa para el Tour World 2013, que incluye por tercera ocasión al país.