Un laboratorio de poesía explora el campo expandido
Varios caminos cruzados entre la imagen, la palabra y el sonido pueden retratarse a partir de la poesía expandida.
Un grupo de estudiantes de varias carreras de la Universidad de las Artes (UArtes) se desenvuelven en este campo desde hace un año.
Se trata del Laboratorio de Poesía Expandida, un espacio de investigación donde se exploran las posibilidades de este género a través de sus límites: soportes, gestos, tiempos, espacios, sonidos, ritmos, imágenes y cuerpos.
La primera Residencia Artística Laboratorio de Poesía Expandida, dirigida por la docente de Lingüística, Cristina Morales, inició la creación de producciones que se exhibirán en junio. El primer ensayo fue en el Festival Interactos (2018), con una muestra de audiovisuales con performance de cuerpos; y otro de sonido en una pieza musical de tres minutos.
Según Morales, docente de Lingüística de la carrera de Literatura de la UArtes y coordinadora de este grupo interdisciplinar, el laboratorio es aprovechado para hacer prácticas preprofesionales, lo que les permite construir y analizar sus proyectos experimentales.
La primera exhibición abordó, en su mayoría, temas de Guayaquil, haciendo hincapié en la violencia contra las mujeres, las violaciones físicas, las evidenciadas en el campo doméstico, la prostitución y todo lo relacionado a este problema social.
“El manejo de la lengua para esto es fundamental. Tener las técnicas de expresión es idóneo y nos viene bien porque nos permite hacer un poco de procesos con nosotros mismos”, dice Morales.
Para la nueva muestra, ella escogió su poemario It’s not all the same (No es lo mismo), el cual trabajó con sus alumnos y lo plasmó en una villa demolida en el centro.
Desmembrado en varias páginas, tomó forma con varios retazos de tela colgados en un alambre de púas, el cual sirve de cerca. La producción se ubicó entre el espacio privado y público.
“He creado varios poemarios en este tipo de espacios limítrofes. Lo iba sintiendo de distintas formas, como pedazos de mi propia piel colgada ahí en mitad de ninguna parte”, explica la maestra.
Para ella estas creaciones demuestran esa diferencia entre la poesía y la lengua al referirse a lo que se trabaja desde lo personal y lo que se comparte con el exterior.
En cambio, Bryan Almeida, participante de la residencia a exponerse en junio y alumno de la carrera de Cine, trabaja en un poema del escritor ibarreño Huilo Ruales,
“Pero qué es eso, un murciélago a pie, un avión sin alas, un pedazo de Superman emergiendo pedazos de criptonita, un campeón de surf versión tzanza. No le han acertado a ninguna loquitos, soy yo, nada más que yo, el Rocky”, dice uno de los párrafos de Ruales.
El personaje que habla en estas líneas no tiene piernas y transita la ciudad en patineta, pero como la ha perdido, se siente frustrado.
La idea se transformó en un performance creado junto a una bailarina y un actor, miembros del grupo.
“Este trabajo en el laboratorio me permite llegar más allá, buscar un poco más, como decir lo que quieres y sientes pero más fuerte”, dice
Almeida, quien actualmente cursa el tercer semestre de la carrera de Cine.
Almeida considera que estos ensayos permiten que la gente se sensibilice, reflexione y se cuestione sobre lo que está sucediendo.
“Hay muchas infecciones en la cabeza y la poesía nos ayuda a salvarnos también de eso. Esto es algo del laboratorio que permite una conexión entre todos”, opina.
En forma independiente, Frank Pesantes se ha sumado a este grupo para desarrollar la parte de producción. Él ha sido un seguidor de la iniciativa desde que los ha visto emerger en los eventos de Micrófono Abierto, en la cafetería Malakita, de la UArtes.
“Sentí que no estaba desenchufado de lo que busca el laboratorio que tiene que ver con la inquietud de qué es la poesía y qué significa... la oralidad antecede a lo escrito y se expande a otros y está por fuera de esto que todavía nos preguntamos qué es y se constituye en lenguaje”, dice el artista. (I)