La voz cotidiana se fue con Antonio Cisneros
Antonio Cisneros “se define a sí mismo como un viejo escéptico pero los ojos que brillan y se clavan lo delatan. Es un joven revolucionario con diferentes camisas”, sustrae Javier Casacuberta en el portal Poesiadigital.es. Y ubica, a modo de cartografía humana, un motivo del poeta: “La huida del lugar común viene a significar que el poeta dice lo mismo, los cuatro temas de siempre, con otras palabras. Abrillanta esos cuatro temas de forma que nos parecen otros. O los mismos, pero más profundos o más completos”.
El peruano, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2010 y una de las más importantes voces de habla castellana de los últimos años, murió el sábado pasado en Lima, a los 69 años, a consecuencia de un cáncer pulmonar, informaron sus familiares.
El autor, apuntalando su apego a la cotidianidad, opinaba que para publicar un libro de poemas había que ser un buen evaluador de sí mismo “y eso lo muestra en su poesía justa”, contó a El Comercio, de Lima, Luis Peirano, ministro de Cultura de Perú.
La revista mexicana Proceso citó frases del poeta extraída de entrevistas para recordarlo: “Creo que empiezo a escribir poesía cuando aprendo a escribir, las dos cosas en paralelo. Desde muy niño tenía la perversa certeza de que era un escritor pero no solo de poesía, sino, según yo, escribía novelas, obras de teatro, ensayos. También hacía versos satíricos contra los profesores”.
Un crucero a las islas Galápagos, uno de sus libros, lleva por subtítulo (nuevos cantos marianos) y “está compuesto por prosas breves que hablan de la Virgen María madre, de náufragos creyentes, de almas del purgatorio, de la Asunción”, revelan el lado creyente de Cisneros, así como de su apego al día a día, según propuso Casacuberta.
“Además de esta incorporación de la imaginería católica que Cisneros conoce bien y siente como propia, otro tema –más callado, pero igual de luminoso- se deja entrever en el poemario: la ternura. Pocos poetas como Cisneros son capaces de hablar de temas tan sensibles y profundos –arraigados tan adentro- y que no les tiemble la voz. Lejos de abandonarse al discurso ñoño, las referencias a la Virgen María o a sus nietas o sus hijas se muestran auténticas, graves, rudas e incluso provistas de algún que otro ramalazo de ironía gamberra”, reseña el libro antes mencionado.
El escritor, catedrático y periodista Gustavo Faverón, en su blog, denotó sobre Cisneros: “Su poesía no solo está atravesada de ideologías (Maxismo hetedoxo que lo aproximaban desde lo popular hacia lo aristocratizante y viceversa) que al común de nosotros nos parecerían contradictorias. También es una consciente reflexión sobre ellas y sobre el asunto mismo de la ideología. Uno de sus poemas más bellos se aproxima al tema de manera conmovedora (porque una de las maravillas de Toño fue su capacidad de conmover profundamente con la discusión filosófica, de convertir la discusión filosófica en lo que nunca debe dejar de ser, finalmente, es decir, en una discusión sobre nuestras propias pequeñas vidas): Si los hombres viven en la barriga de una ballena/ sólo pueden sentir frío y hablar/ de las manadas periódicas de peces y de murallas/ oscuras como una boca abierta y de manadas/ periódicas de peces y de murallas/ oscuras como una boca abierta y sentir mucho frío”.
Luego de su muerte varios entes propusieron homenajes. A través de un comunicado el Fondo de Cultura Económico informó que próximamente publicará “Antología poética”, volumen realizado bajo la edición de Peter Elmore.
Asimismo los responsables de la Feria del Libro Ricardo Palma, de Lima, rendirán un homenaje al poeta peruano. “Manejar un estilo personal, ¿hace fácil o difícil escribir poesía?”, le preguntaron en una entrevista y respondió: Es difícil decirlo. Nunca me planteé la disyuntiva entre la escritura y el silencio. Si bien la poesía me interesa, y soy un poeta, no es el centro de mi vida. Me interesa más la voz de cualquiera de mis nietos que la de todos los académicos de la lengua española.
Su enfermedad y la ironía
En la última entrevista que concedió el 1 de septiembre pasado a la revista Somos, reveló que batallaba contra un cáncer que le afectaba el pulmón y dijo: “Lo he tomado con humor. Sé que estoy enfermo y quiero salir de esta, pero tampoco puedo pedir un milagro, solo calidad de vida durante un tiempo más”. Su último poemario fue “Diario de un diabético hospitalizado” (2010), en el que pasó revista irónicamente a sus enfermedades.
Cisneros integraba la llamada “Generación del 60” de la literatura peruana; aquella a la que pertenecieron también Luis Hernández o Vargas Llosa. Su muerte tuvo un eco en las redes sociales. La primera dama de Perú, Nadine Heredia, evocó en Twitter: “En este país un perro negro sobre un gran prado verde es cosa de maravilla y de rencor”, un fragmento del poema Un perro negro.