El pasado jueves 24 de mayo se declaró como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad
La tradición de la macana se sostiene con pocos artesanos
Los artesanos de la Sierra sur del Ecuador han heredado la técnica de tejido de la macana o ikat (una terminología del idioma malayo, hablado principalmente en el sudeste de Asia. Su significado es atar, anudar.
La técnica ancestral reside en los alrededores de Gualaceo y fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador el pasado 24 de junio a través de un Acuerdo Ministerial, del ministro de Cultura y Patrimonio, Guillaume Long.
La declaratoria es un proceso posterior al estudio técnico que trabajaron el Ministerio de Cultura y Patrimonio, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y el Municipio de Gualaceo, en coordinación con los artesanos de las comunidades de Bullcay y Bullzhún, en los alrededores de Gualaceo, pequeños poblados que han desarrollado artesanías de zapatos y tejidos entre la tranquilidad de sus pequeños caseríos. En estos espacios se concentran los talleres de macana y los custodios del conocimiento de esta técnica.
Con la macana se tejen chalinas y zapatos, telas coloridas con figuras geométricas y que forman parte de la identidad de la chola cuencana.
Con tierra, hilos sintéticos, cáscaras de frutas, plantas y los redondeados y pequeños insectos de tierra llamados cochinilla se impregna en el bordado un color que difícilmente desaparecerá con los años.
La preservación de una herencia
Según el estudio técnico del Ministerio de Cultura y Patrimonio, en Gualaceo hay alrededor de 20 artesanos y unos 150 en Bullcay y Bullzhún.
Los tejedores “macaneros”, como se los llama en su localidad, tienen 55 años o más. Los jóvenes no tejen ni han aprendido el arte de sus padres. Son mestizos “cholos”, según la denominación del lugar.
La “macanería” (el arte de tejer) es un arte familiar y casero. Algunas materias primas se adquieren en el pueblo, otras las preparan. Para lograr cada paño se separa lo que tienen que hacer los hombres y las mujeres.
La preparación de la “cabuya”, del tinte, el urdido, la selección de los hilos de la urdimbre, el amarrado, el teñido, el desamarrado, la confección del fleco y el almidonado, son las tareas femeninas.
Las hijas aprenden entre los 7 y 12 años el arte de elaborar el fleco por instrucción de sus madres, practicando primero en trapos los nudos que emplearán.
Cuando tienen alguna práctica ayudan en algún fleco auténtico, y solamente después de un largo ejercicio podrán confeccionar sus propios flecos.
El paño se ha concebido como una muestra de la situación económica de quien lo lleva y por lo tanto un signo de prestigio.
Las cholas cuencanas de mayor posibilidad económica poseen entre 4 y 6 paños de los mejores que puedan conseguir.
Los paños más finos y apreciados son: de campo blanco, el imitación peruano, el zhiro y el cachimir, todos ellos de lana importada, dentro de ellos los flecos más estimados son los que tienen como diseño principal un escudo.
La vestimenta como patrimonio
Según el INPC, la vestimenta es una parte importante del simbolismo de los pueblos ecuatorianos. En el caso de los pueblos de Azuay, la macana constituye una clara intencionalidad estética y utilitaria.
Es así, una prenda fundamental de la vestimenta de la chola cuencana y de la campesina de la región que le confiere un alto contenido simbólico y donde la complejidad del proceso del saber y la técnica artesanal tradicional del Ikat le confiere exclusividad y autenticidad con palpables trazas de tradición prehispánica. (I)