La sombra del arma química
Otros casos han reforzado las sospechas de que Neruda ha muerto por inoculación de sustancias tóxicas. En la misma clínica en la que murió Neruda, pero 9 años después, falleció el expresidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) a causa de la “introducción paulatina de sustancias tóxicas”, según ha determinado la justicia en un caso que sigue abierto.
Frei, que en ese entonces se perfilaba como uno de los mayores opositores a Pinochet, ingresó a la clínica Santa María para tratarse de una hernia y murió sorpresivamente poco después por una septicemia.
El juez que investiga el caso de Neruda, Mario Carroza, decidió interrogar a los médicos acusados por la muerte de Frei y, a su vez, sigue en la búsqueda del supuesto médico que le aplicó la inyección al poeta, un doctor de apellido Price, cuya identificación no corresponde a nadie registrado en Chile.
Los servicios secretos de la dictadura de Pinochet (1973-1990) desarrollaron armas químicas como sarín, soman y tabun, para usar contra países enemigos y opositores.
La dictadura brasileña proveyó a la chilena entre los años 70 y 80 de neurotoxina butolínica, una potente arma química que provoca la muerte por asfixia. Restos de esta sustancia fueron encontrados en el Instituto de Salud Pública chileno 5 años atrás, según su entonces directora Ingrid Heitmann. Chile investiga aún el alcance de este tipo de armas en los 3.200 muertos que dejó la dictadura.