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Ecuador, 31 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Después de la guerra otto frank contactó a la amiga de su hija

La sobreviviente del Holocausto judío que le dio el último adiós a Ana Frank

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Lena tiene 11 años y lleva el Diario de Ana Frank para ser autografiado. Rafael lleva el celular para sacar una autofoto. Decenas de niños y adolescentes se agolpan en el auditorio de una escuela de la ciudad brasileña de Sao Paulo, al parecer, para recibir a una celebridad: el iluso pensaría en una estrella pop, un futbolista como Neymar o un cantante como Pharrell William. Pero la celebridad, en este caso,  se llama Nanette Blitz Koenig. Tiene 86 años, es holandesa y es una de las pocas sobrevivientes del Holocausto que fue amiga y compañera de escuela y de campo de concentración de Ana Frank, la adolescente judía que que legó al mundo su diario, sobre su escondite en un ático durante la ocupación nazi en Amsterdam, en la II Guerra Mundial. Radicada en Sao Paulo desde los años 50, Koenig tiene una obsesión: que las próximas generaciones conozcan los que significó el Holocausto o, como lo califica ella, una “verdadera fábrica de muerte”.
Koenig habla en portugués pero mantiene el acento holandés. Al lado, su marido John, un húngaro-inglés por quien viajó a Sao Paulo en la Europa destruida de la posguerra, activa el power-point para mostrarle a los estudiantes la estrella amarilla de tela rústica, ya añeja, con la cual los nazis identificaban a los judíos en la ocupación holandesa. Una foto muestra a Koenig al lado de Ana Frank, juntas, sentadas en la escuela especial judía a las que fueron enviadas en Amsterdam, también durante la ocupación, cuando el plan de exterminio Adolf Hitler aún era puesto en duda. Incluso por los propios holandeses.

Sus momentos con Ana Frank pueden dividirse en dos: el primero en la escuela, el segundo en el campo de concentración.
Con la ocupación nazi en 1941 de Holanda, el régimen títere local creó escuelas especiales paa judíos. Los directores de escuelas, cuenta Koenig, eran obligados a hacer una lista de estudiantes judíos. Y en una de esas escuelas compartió el aula con Frank entre octubre de 1941 y julio de 1942.

“Yo creo que eramos niños pero éramos más maduros. De los 30 alumnos que habia en la clase nos salvamos 16. No había bullying, nada de eso. Nos cuidábamos de hablar en público adelante de adultos porque teníamos miedo y sabíamos lo que ocurría con los judíos”, dijo Koenig.

Ella relata que fue a la fiesta de cumpleaños 14 de Anne Frank en junio de 1942. En julio, Ana Frank se escondió en el ático de la fábrica de su familia en Amsterdam donde se refugió, hasta que pudo, de los nazis, pero en ese lapso le legó al mundo su diario.

El segundo y último momento fue cuando Koenig y su familia -que fue exterminada- fue , llevada al campo de concentración de Bergen-Belsen, en el norte de Alemania. “Fui la última de la clase que la encontré con vida. Nos abrazamos y eramos dos esqueletos, no sé cómo nos pudimos reconocer. Ella ahí me contó lo que ocurrió en el ático y que quería publicar lo que escribió. Ella estaba con un cobertor sucio llena de piojos. No aguantaba los piojos. Ella me contó que había pasado también por Auschwitz. Con la liberación que los británicos hicieron de Holanda, Nannete, con tifus y tuberculosis, fue internada tres años en un hospital de Holanda, hasta que fue contactada por el sobreviviente padre de Ana, Otto Frank. Pesaba menos de 30 kilogramos.

“El me dijo que quería publicar el libro y que había partes en las que ella hablaba críticamente de su madre, como una adolescente. El padre de Ana vino a verme para preguntarme qué pasó con ella. En 1947 Otto publicó el diario en papel de diario”. El relato de Koenig atrapa a los niños. Les sacan fotos. Un alumno le pregunta si se siente a gusto contando su historia. Y ella responde que “es una obligación”  del sobreviviente relatar la verdad sobre el genocidio del pueblo judío realizado por el nazimsmo.

“Quiero ayudar para recordar que el Holocausto existió. Que en Holanda apenas el 1% de la población resistió al nazismo. Este fue un genocidio remunerado, donde las personas cobraban por volumen de muertos. Es un enigma el lado terrible de la humanidad”, contó sobre el antisemitismo.

Koenig, después de sus tres años internada, fue a Londres donde tenía familiares y allí conoció a John, su actual marido, con quien en 1953 se casó y se estableció en Sao Paulo, Brasil. Nannete tuvo en Brasil 3 hijos, 5 nietos y 4 bisnietos. Algunos viven en Canadá, con los cuales se comunica, contó, vía Skype. (I)

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