La sensualidad y feminidad de Mia se apoderan de la caja boba
Hit & Miss no es su clásica serie de televisión, primero porque su piloto y primer episodio emitido al aire, luego paralelamente en un canal especial de un sistema de televisión por satélite y el canal YouTube de la empresa dueña de ese sistema, son en realidad el mismo, y segundo porque su protagonista no es para nada clásico, al tratarse de una serie tipo cine negro con matices de drama familiar y de temática LGBTIQ.
Hablamos de Mia, el asesino a sueldo transgénero previo a su operación que aparece y se define como una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, quien recibe una carta de su expareja Wendy, que ahora muere por un cáncer y le revela que es padre de un niño, Ryan, de once años.
Ella es interpretada magistralmente, y con una mesura inusual para este tipo de personaje, por una de las mayores maquinarias y estrellas de las “industrias” del cine independiente, cine indie y cine arte, a nivel mundial, Chlöe Sevigny, ahora en el extremo opuesto de la trama, ya que en el filme Boys don’t cry, ella era la chica enamorada o infatuada de un muchacho transexual que fue violado y asesinado el 31 de diciembre de 1993 por sus amigos cuando descubrieron que tenía genitales femeninos (él nació biológicamente como mujer, pero vivía como hombre), interpretado por la oscarizada Hilary Swank.
Sevigny aparece morena y no con su tradicional melena rubia, está algo más delgada y su tez luce más blanca que en apariciones cinematográficas o televisivas pasadas, sin embargo sus miradas y el control de sus expresiones fáciles siguen siendo sus mayores armas actorales. Como Mia deberá combinar los instintos asesinos que requiere su trabajo cotidiano con los recién despertados instintos maternales al ser nombrada guardián legal de cuatro chicos, hijos de su expareja Wendy, uno de ellos su propio hijo, para quien deberá ser el padre que el niño nunca tuvo.
El espectador se enfrentará a una cruzada entre la famosa Nikita creada para el filme de Luc Besson y El Chacal, asesino protagonista de dos películas muy disímiles entre sí, pero como lo concibiera el novelista británico Frederick Forsyth.
Los personajes secundarios del seriado británico de apenas seis episodios son principalmente los hijos de Wendy, la pequeña Leonie, el hijo de Mia, Ryan que tiene el nombre de cuando ella era un chico, y los adolescentes Riley y Levi, con los que Mia convivió. Los actores escogidos para cada uno de esos roles parecen ajustarse a la perfección, como un guante a los infantes y adolescentes que encarnan, la hija mayor que asume el rol de madre pero mantiene amoríos con un hombre mayor y dueño de la casa y el terreno en el que vive la familia, el típico joven que se debate entre la irresponsable diversión de la juventud y el trabajo y las responsabilidades del hogar, la pequeña que disfruta de vivir en su propio mundo y del cuidado de sus mayores y el niño perturbado en busca de una figura paterna para seguir creciendo como individuo y persona. Mucha psicología para una producción destinada a la llamada caja boba, que si el espectador se percata desde los últimos 13 años es escasamente tal.
Series británicas rehechas luego en EE.UU. como The Office o producciones exclusivas de las cadenas de televisión por cable como Mad Men, además de las innovaciones en los reportorios de las grandes cadenas de televisión estadounidenses como House y Heroes, demuestran que la elaboración de libretos inteligentes con tramas y argumentos complejos es más que posible para el formato televisivo.
En cuanto a la técnica y la narración audiovisual, en realidad, la televisión siempre fue prima hermana del cine, como lo comprobó en años dorados del medio televisivo la realización de la comedia Yo amo a Lucy, y lo que se ratifica en la hechura de Hit & Miss,creada por Paul Abbott y producida por Abbott Vision y Red Production Company, apenas transmitida en 2012 por Sky Atlantic, para Reino Unido.
Con Hit & Miss la evolución de la producción, realización y narrativa audiovisual para televisión está más que clara, dados los méritos en cinematografía, diseño sonoro y dirección de arte, especialmente el manejo de locaciones, comparable a los logros en diseño y producción audiovisual de House y en efectos visuales y especiales en Heroes para asemejar la narrativa de esa serie de televisión a la de un cómic.
Pero, hay que retomar el tema del factor LGBTIQ, complicado y delicado para muchas sociedades aún conservadoras a aceptar la escena en que Mia se sienta frente a los cuatro niños, hijos de Wendy, y les explica sueltamente que es heterosexual pero en realidad una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre causa cierta comicidad mal sana, sin contar los instantes de desnudez semifrontal en los que se aprecian los genitales de Mia.
Extrañamente, o muy astutamente si se lo mira desde el punto de vista del asesino a sueldo que no quiere ni debe dejar huellas, ella asesina vestida de forma muy masculina, en pantalones, con chaquetas gruesas, como las que se usan en otoño e invierno, especialmente bajo la lluvia y cubierta su cabellera y mucho de su rostro con un “hoodie” o capucha, usando armas de gran calibre con silenciador o un cuchillo tipo Rambo. Luego acude a un restaurante chino donde su contacto, quien le asigna las misiones, la espera para felicitarla mientras ella camina muy femeninamente luciendo tacones, vestidos que acentúan su figura, joyería, maquillaje y su larga cabellera suelta, a veces cubierta con un sobretodo largo que aún deja ver su marcada feminidad.
La relación con Ryan es otra cosa aparte, sí, cosa. Mia es una fumadora compulsiva, como cualquier buen asesino a sueldo que muestra siempre un tic o manía, habla poco, pero espeso, y su expresión facial es fría y dura, cambia ligeramente para mostrar confusión porque Wendy no le dijo de Ryan hasta que le envío la carta en la que le comunicaba que se moría de cáncer y que esperaba su visita, o mientras contempla los papeles que debe firmar para asumir como guardián de los hijos de su ex, como lo determinó en su testamento, o mientras comete improperios con las posesiones que dejó Wendy, ya que ella ocupa su habitación en el hogar de los niños.
Hay que considerar también las expresiones mientras vigila de cerca a Ryan cuando duerme en una tienda de campaña en el patio de la granja-casa familiar y luego, al final del episodio uno y piloto de la serie, al pie de la puerta del cuarto de Wendy que ahora es ocupado por Mia.
En cierto momento, Mia enseña a Ryan cómo defenderse de los abusivos y en una escena que resuelve con precisión e incisión el primer episodio del seriado, luego de golpear brutalmente, frente a los cuatro niños, al casero y novio secreto de Riley que siempre hablaba mal de Wendy. Mia ordena a Ryan golpear al hijo del casero, quien resulta ser el abusivo que todos los días le robaba su dinero antes de ir a la escuela.
La violencia inmanente y la desnudez ocasional pueden confundir al espectador y generar rechazo hacia Hit & Miss, pero antes de hacerlo hay que valorar las destrezas de la producción y el diseño de audiovisuales que ofrece el seriado, esto apenas en el primer episodio.
Sevigny se une con éxito a la lista de actrices que han interpretado el rol de un transgénero o un transexual. Sin embargo, en Hit & Miss ese tema es solo una diversión o algo para llamar la atención y no un elemento fundamental de la trama, ya que en la base, en sus raíces, el seriado es un drama paternal.
Es decir, en la creación de Abbott, lo que importa es la relación padre e hijo entre la Mia de Sevigny y el Ryan de Jorden Bennie que comparten, además del ADN, una serie de trastornos y complejos psicológicos y psiquiátricos, una falta de amor per se, y unas intensas miradas perdidas desde sus grandes y azules ojos. Ver a Ryan aprendiendo a pelear con la guía de su padre Mia es algo anormal para cualquier producción de televisión o cine, es un momento que debe sentirse, palparse, más que analizarse o psicoanalizarse.
La realidad es ya de por sí compleja y codificarla para cine o televisión no debería ser una decisión tan compleja, especialmente si formalmente e, informalmente, históricamente son medios y canales de comunicación masiva tan parecidos. Con Hit & Miss se renueva la premisa de que la narrativa audiovisual es una sola y la misma, que las diferencias están en el aprovechamiento de los presupuestos, la evasión de costos elevados y la creatividad del realizador que lidera el equipo de producción. El factor LGBTIQ es tema para debates más amplios que el cinematográfico-televisivo.