La salsa, el rock y la bomba movieron a Quito
El cielo capitalino se teñía de violeta oscuro mientras decenas de personas copaban los patios de la Alianza Francesa del centro-norte de Quito. En el ingreso varios guardias de seguridad se aseguraban de que el público no entrara con alcohol, cigarrillo o sustancias “impropias” para el evento. En el interior se podía apreciar a jóvenes, adolescentes y adultos que fueron apoderándose del espacio para escuchar a Las Tres Marías, Inclusión Salsera, Sal y Mileto y La Fanfare en Pétard.
El frío y las luces fuertes empezaron a rodear el escenario y, por supuesto, el público se levantó rápidamente de sus puestos y caminó hasta la tarima pensando que el concierto en honor a la Fiesta de la Música, organizado por la Alianza Francesa, junto con el Ministerio de Cultura, iba a empezar. Pero nada.
Aparentemente, solo era una prueba de sonido y un pequeño incentivo para que el público se despertara de su letargo y se preparase para la descarga de sonidos que se vendría en pocos minutos.
En la cartelera se anunciaba a las Tres Marías como invitadas de honor. Dicha agrupación abriría el concierto nocturno, pero debido al tráfico vehicular quiteño, en el cual quedaron atrapadas las matronas del Chota, la banda Inclusión Salsera encendió la fría noche quiteña con canciones como Corazón Espinado o Amor y Control, que cantó alguna vez Rubén Blades.
Después de casi 45 minutos de melodías tropicales, el son de timbales, guitarras, bongós, teclados y las voces de los integrantes de esta agrupación dejaron claro que el nuevo sistema penitenciario del país busca crear verdaderos espacios de regeneración social.
Junto a los músicos un fuerte resguardo policial daba la sensación de que se estaba ante una agrupación, mejor aún, una súper agrupación, de esas que suelen salir en televisión en eventos grandes e importantes. Por el contrario, la vigilancia policial se debía a la posibilidad de que alguno de los miembros decidiera aprovechar el tumulto y huyera de sus obligaciones penales. La siguiente banda en subir al escenario, tras una larga pausa y la ansiedad de los asistentes por calentarse con buena música, trajo hasta el escenario a La Fanfare en Pétard. Noir comme lOr, Crame la Mèche, Le monde est curieux, entre otras tantas, fueron las canciones que interpretó la agrupación francesa caracterizada por la fusión de sonidos hip-hop y banda de pueblo, con toques electro Ska-Dub-Reggae. El público, literalmente, enloqueció con la música de los franceses.
Varias de las actividades planificadas para la agenda cultural a propósito de la Fiesta de la Música 2013 no ocurrieron.
Al sur de Quito, por ejemplo, la mañana del sábado se anunciaban festivales y encuentros de diferentes tendencias: hip hop, rock, rock alternativo, electrónica y demás. En la programación oficial remitida se incluyó horarios, nombres y lugares. Para sorpresa de los asistentes, no había escenarios, ni bandas ni música.
En otros de los eventos que sí se realizaron al norte, centro y sur de la capital, en cambio, se evidenció poca asistencia de espectadores.
Las tan esperadas Tres Marías, con su calidez y humildad, se ganaron al público y lo transportaron hasta el cálido valle del Chota para ser parte de un paisaje en el que destacan las bombas y la marimba.
El cierre estuvo a cargo del legendario grupo Sal y Mileto, que combina rock progresivo con blues, hardcore, electrónica, jazz, metal y una base de rock tradicional, que planteó su mentor Paúl Segovia.
La otra marca característica es la constante participación en obras de teatro y cine, impulsada por su cocreador, Peky Andino. Actualmente el único integrante original es Igor Icaza, quien ha mantenido al grupo vivo con sus aportes en la composición, arreglos y producción.
Sal y Mileto interpretaron algunas de sus canciones más reconocidas, aquellas que constan en discos como Disko Cero, Tres, Sal y Mileto Elektroakústiko y de paso promocionaron su nuevo material denominado “Va...zuko”. La respuesta de los asistentes, en su mayoría miembros de diversas culturas urbanas: hip hop, rockers, rastafaris, metaleros y demás, fue positiva al punto de que se armó el tan famoso “pogo”, baile en el cual los asistentes saltan y giran vertiginosamente.
Alrededor de las tarimas se armaron, a la par, carpas con comida tradicional, tanto de Francia como ecuatoriana para aplacar el frío y el apetito de los cientos de asistentes que coparon la Alianza Francesa. Se pudo observar esporádicamente a grupos de amigos que hacían “rodar” botellas. El licor, al final, fue el combustible.