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El Telégrafo
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El lanzamiento se realizará el sábado a las 18:00, en el restaurante vegetariano flora

La revista Matapalo llega a su séptima edición y se propone 'romper cabezas'

Gaby Ruiz, Victoria Cárdenas y Richard Jiménez representan a tres generaciones que han hecho Matapalo.
Gaby Ruiz, Victoria Cárdenas y Richard Jiménez representan a tres generaciones que han hecho Matapalo.
Álvaro Pérez / El Telégrafo
19 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

En la novela Los Sangurimas el guayaquileño José de la Cuadra escribe, a manera de prólogo, la ‘Teoría del Matapalo’, en la que compara el espíritu de los montuvios de la costa ecuatoriana con ese árbol que da caucho y de cuya corteza se hacen sacos. “Como esos viejos árboles del agro, que heridos de hacha, rebrotan y se resisten a morir, la gente montuvia, soportando males tremendos, se agarra a la vida, como los matapalos se agarran al subsuelo, con raíces profundas y tenaces”, dice el autor de La Tigra.

La revista Matapalo nació para retomar esa herencia de la literatura nacional, para recuperar los planteamientos de esos cinco escritores del Grupo de Guayaquil que eran como un solo puño. “De ahí han ido apareciendo otros imaginarios de los cuales nos hemos nutrido. En nuestra literatura hubo la generación decapitada que se cortó la cabeza, los tzántzicos reducían cabezas y, en cambio, Matapalo se propuso romper cabezas, de una forma nietzscheana, como si fuera una filosofía a martillazos”, cuenta Richard Jiménez, uno de los fundadores y actuales integrantes de la revista, junto a Andrés Delgado, Juan Pablo Neira, Juan Romero Vinueza, Valeria López, Gaby Ruiz y Victoria Cárdenas, entre otros.

El proyecto surgió en 2012 cuando un grupo de amigos se reunió en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica y, mientras hablaban de la cotidianidad, a uno se le ocurrió sumar las experiencias de quienes estaban ahí para hacer una revista literaria e independiente, para generar un espacio de difusión cultural que no tenga engorrosas trabas para publicar. Entre ellos estaba un psicólogo, estudiantes de la carrera de Filosofía y Literatura e incluso un economista.

Pero la idea, la conversa, maduró un año después y el primer número de Matapalo apareció en septiembre de 2013, en honor a lo que dijo José de la Cuadra en su novela: “En las noches cerradas, el matapalo vive con una vida extraña, espectral y misteriosa. Acaso dance alguna danza siniestra. Acaso dirija el baile brujo de los árboles desvelados”.

“Sergio Román Armendáriz (poeta riobambeño), del club 7, también nos dio una acepción del matapalo que calzaba con lo que pensábamos. Nos dijo que el árbol, además de dar caucho, también era el nombre de un parásito que atacaba al mismo árbol. Matapalo sería como un oxímoron: nos ataca y nos va reconstruyendo”, dice Richard, quien es uno de los editores junto a Valeria López de la séptima edición de la revista, que se presenta el sábado a las 18:00, en el restaurante vegetariano Flora (Leonidas Plaza N21-22 y J. Washington).

Matapalo es producto de la autogestión y todos quienes la hacen aportan desde distintos frentes, ya sea en la edición y selección de textos, hasta en los temas logísticos, como la búsqueda de lugares donde hacer los lanzamientos. “Mi vínculo ha sido como lectora. Algo que disfruto de la revista es cómo te habla de la ciudad, con nuestro lenguaje y con personajes que los sientes cercanos, que caminan entre nosotros. Cuando revisas los números publicados uno ve que no hay jerarquías, no encuentras esa tendencia de esta ciudad de estratificarlo todo. Matapalo también ha pasado de la relación textual a la representación gráfica”, cuenta Gaby Ruiz, quien es una de las últimas colaboradoras en unirse al equipo.

Si bien la revista en sus inicios era más monotemática, con el tiempo fue mezclando los géneros que publicaba. En las 30 páginas que usualmente componen Matapalo hay ensayo, cuento, poesía, ilustraciones y otros híbridos que no se dejan etiquetar. “Matapalo rescata lo físico, mantiene ese contacto con la literatura que, a veces, se nos va olvidando: sentir el papel, cómo la historia avanza cuando se cambia de hoja. Y para publicar no hay límite de edad ni de cultura. Se le da espacio a gente con un talento enorme que no encuentra fácilmente dónde exponer sus textos, como un colegial frustrado o un ama de casa”, dice Victoria Cárdenas, quien recuerda junto a Richard que, en una ocasión, un estudiante de 15 años les mandó una obra de teatro hecha a partir de todos los libros del escritor ruso Fiódor Dostoyevski y, por su genialidad, la publicaron.

“Hacer una revista de literatura independiente amerita un esfuerzo extra y totalmente desinteresado en la ‘ganancia’. Por eso no vendimos la marca Matapalo. Nos la quisieron comprar hace un año para ponerle publicidades y fue absurdamente gracioso. Nuestro objetivo ha sido y será reunir las voces que en diferentes lugares estallan y para quienes el arte es algo indispensable”, precisa Valeria López. (I)

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