Publicidad

Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

La poesía militante que mutó los sustantivos en verbos

La poesía militante que mutó los sustantivos en verbos
26 de enero de 2014 - 00:00

Argentina ha perdido a su poeta mayor. Juan Gelman, el artista de la palabra que convirtió su lucha y sufrimiento en inmortales versos, ha muerto a los 83 años dejando huérfana a la literatura latinoamericana. El poeta militante que revolucionó la poesía argentina y transformó sustantivos en verbos, y viceversa, ha abonado un legado que se nutre ya de leyenda, pero también de una intensa polémica.

En él la literatura y la militancia iban de la mano, aunque es un facilismo ingenuo definir a su poesía como “política”. Así como a Jorge Luis Borges se lo denostaba en ciertos sectores de la sociedad argentina por sus afinidades con la derecha más rancia -lo que para algunos fue la fuente que le impidió obtener un Nobel-, a Gelman sus detractores no le perdonan su pasado guerrillero en la década del 70. Con ello minimizan no solo su obra, sino también su lucha por la verdad y la justicia para hallar los restos de su hijo Marcelo, desaparecido durante la dictadura militar, y recuperar finalmente a su nieta Macarena, apropiada por sus captores en Uruguay.

El periodista y escritor Ceferino Reato, director de la revista ‘Fortuna’ y autor del libro ‘Disposición Final’ para el que entrevistó al fallecido dictador Jorge Videla en prisión, lo que le valió ser acusado de “vocero” del militar condenado por genocidio, tiró la primera piedra; “la muerte de Gelman -dijo- volvió a sumergir a los medios de comunicación en un enfoque ‘políticamente correcto’ que prácticamente lo presentan como un defensor de los derechos humanos y un pacífico luchador contra la dictadura”.

Agregó: “Gelman fue un poeta extraordinario; la búsqueda de su nieta -robada apenas nació- fue ejemplar y conmovedora; la pérdida de su hijo y de su nuera durante la dictadura provoca dolor y espanto, como sucede con todos y cada uno de los desaparecidos. Todo eso es verdad. También es verdad que desde fines de la década del  70 Gelman abrazó la lucha armada y que entre 1973 y 1979 fue ‘oficial’ de Montoneros. Es decir, tomó el riesgo de morir por la ‘patria socialista’, pero también la decisión de matar a otros argentinos”.

Reato afirmó que “luego de romper con Montoneros, en 1979, Gelman se dedicó a la escritura y no quiso hablar de su experiencia armada. Sí hizo frecuentes y sentidos reclamos por la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura. Una astucia que convence a muchos, pero no a todos”, indicó en artículos reproducidos en los opositores diarios La Nación y Perfil y en el portal Infobae.

La polémica estaba instalada. Enseguida, le replicó el diario oficialista Tiempo Argentino: “Gelman jamás renegó de su militancia en Montoneros. Reato sabe muy bien que entre los 216 militares y civiles indultados por Carlos Menem en 1989, a poco de iniciada su primera presidencia, figuraba el nombre de Juan Gelman. Hasta entonces, el mayor poeta argentino (unos años después, hoy mismo, sería considerado el mejor de la lengua española) no podía regresar a su tierra, a su estar en el mundo, tras su largo exilio en Europa y México, porque pesaba sobre él un pedido de captura librado por un juez federal argentino”. Gelman en ese entonces rechazó el indulto dado por Menem que lo beneficiaba.

También el periodista, académico e investigador Roberto Mero salió a responderle a Reato desde Francia, donde reside: “es mentira que Gelman haya eludido referirse a su pertenencia a Montoneros como las otras organizaciones políticas y revolucionarias que integró, como el Partido Comunista y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Lo de Reato es una tergiversación histórica”, indicó.

Pero el escritor Miguel Espejo, también exmilitante montonero, profundizó el debate; la “larga participación” de Gelman en las FAR y Montoneros -dijo- “se ha mantenido en un cono de sombra, como si sus triunfos literarios hubieran vuelto de mal gusto   tratar sus responsabilidades como militante”.

Desde el ultraconservador diario La Prensa, el periodista Sergio Crivelli salió en defensa de las críticas de Reato al pasado guerrillero de Gelman: “mientras la mayoría de los medios lo elogiaba  hasta ponerse empalagosos llamándolo poeta-mártir, un periodista recordó su pasado montonero y su responsabilidad en el baño de sangre en aquella época. De inmediato salieron los defensores de la guerrilla a acusarlo de avalar la teoría de los dos demonios (dictadura-guerrilla), de la responsabilidad compartida entre los terroristas de Estado y los terroristas a secas”.

Crivelli escribió que Gelman fue culpable, “como todos los que participaron directa o indirectamente en la matanza”.

Esa manía argentina de dividir las aguas literarias entre buenos y malos, según su inclinación ideológica u actos políticos, amenaza hoy con convertir a Gelman en el poeta “de la izquierda”. Borges, que sufrió igual trato al ser tachado como el escritor “de la derecha”, decía que “un poeta tiene derecho a ser juzgado por sus mejores versos”.

El escritor Diego Paszkowski (‘Tesis sobre un homicidio’, ‘El otro Gómez’, ‘Rosen’) prefiere recordar ante EL TELÉGRAFO el enorme legado literario de Gelman: “En una de las clases de mi taller de escritura para jóvenes, que  hace años coordino en el Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires, incluyo la lectura de un poema de Juan Gelman que trata sobre un sindicalista: ‘Muerte del Emilio Jáuregui’.

“La voz de Gelman aparece entre las voces grabadas de Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Gabriel García Márquez y muchos otros grandes escritores latinoamericanos. Jáuregui era un revolucionario, y así, en el poema de Gelman se revolucionan los acentos en las palabras, “pais” por “país”, y hasta los artículos, cuando pide que detengan “la tristeza, la sufrimiento, la dolor, la gran escándalo del mundo”, concluye .

La polémica política no podrá opacar jamás la calidad de Gelman como poeta, como tampoco pudo hacerlo con el genial Jorge Luis Borges. Sin quererlo, suena hoy profética la palabra que el propio Gelman eligió el año pasado, a pedido del diario español El País, como aquella que mejor representa a los argentinos y que hoy bien cabe a aquellos que intentan menospreciar a este hombre que trascendió a su época. Gelman eligió entonces el vocablo “boludo”.

El mismo Gelman explicaba su elección: “es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen”.

Gelman, hoy, desde su nuevo exilio eterno, debe estar riéndose de toda esta “buludez”.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media