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El Telégrafo
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La pintura cinética de Olga Dueñas está dominada por el espíritu de Ecuador

La artista regresó en 2015 a trabajar con la cinética y considera, según dijo, que fue como reencontrarse con el lenguaje que la define.
La artista regresó en 2015 a trabajar con la cinética y considera, según dijo, que fue como reencontrarse con el lenguaje que la define.
Foto: José Morán / El Telégrafo
14 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

La obra de la ecuatoriana Aracelly Gilbert y de la estadounidense Olga Dueñas están entrelazadas por el abstraccionismo y la influencia del pintor Amedée Ozenfant, quien fue maestro de ambas en la escuela de Arte Moderno de Nueva York.

Ozenfant y Le Corbusier fueron uno de los principales impulsores del purismo, uno de los movimientos de las vanguardias abstractas y  una de las estéticas que predominaron en la obra de estas dos artistas que desarrollaron parte de su carrera en el país.  

En 2015, tras años de explorar con otros géneros pictóricos, Olga Dueñas retomó su trabajo con el arte abstracto, a través del lenguaje cinético que descubrió en los años 60. En noviembre inauguró en la galería NoMínimo la muestra Sinfonía Cinética, una serie de 12 cuadros recientes que funcionan como una retrospectiva de su trayectoria como artista.

Nacida en Ohio, Estados Unidos, Dueñas conoció a Gilbert en ese país y fue ella quien la influenció para conocer Ecuador, donde vivió por 25 años, se casó y tuvo dos hijos. Su trabajo pictórico está marcado por el retorno a la infancia, al ambiente musical en el que se desarrolló su padre como intérprete en el arpa, y su hermano como violinista de conciertos. Ella, que de niña tocó el piano acompañando a su hermano, encontró en las tendencias constructivistas que generó el cinetismo una forma de escuchar la imagen. A su lenguaje pictórico se incorporó también la posibilidad de paz que le dio Ecuador durante su estadía y la definición de los colores que trabaja en su obra.

El trabajo inicial de Olga Dueñas se produjo durante los años 60 a través de paisajes y el constructivismo. Sin embargo, desde entonces su labor estaba acompañada por la búsqueda de otras materias. En una de sus exploraciones encuentra el efecto de una malla sobre otra, conocido como moire. A partir de su lectura científica decidió combinar sus composiciones abstractas geométricas con líneas paralelas en superficies separadas.  

“Esto reveló no solo movimiento, sino transformaciones inesperadas, líneas y perfiles que aparecían y desaparecían, contrastes súbitos, espacios que se volvían sólidos, colores que se intensificaban o apagaban”, dijo Dueñas.

La obra de Dueñas, expuesta en NoMínimo hasta enero, tiene que verse desde las distintas posiciones del espectador frente a la imagen cargada de líneas geométricas con movimiento.

“Rodeada de mis pinturas, de su colorido, las líneas, la frecuencia veo una consistencia y es para mí un acorde musical, cada cuadro sonando con gran armonía, los colores, las líneas y todos trabajan juntos, espero que sea una síntesis que levante el espíritu”, manifestó Dueñas previamente a la inauguración de su trabajo.  

A pesar de que la artista presentó varias exposiciones en el país y fue su representante en la 16 Bienal de Sao Paulo, su trabajo está ausente dentro de la influencia de arte moderno de su época. La obra de Dueñas, al igual que la de Gilbert, de acuerdo al curador de arte Lenín Oña, fue “opuesta a las corrientes hegemónicas de Ecuador en los años 50 demandó talento, valor y persistencia”. (I)

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