Ganó el premio Art Cinema Award en cannes
La película El abrazo de la serpiente regresa a Cuenca
‘El abrazo de la serpiente’ inició su formateo en el Primer Laboratorio de Guion del Festival de Cine de La Orquídea, realizado en Cuenca, en 2013. Dos años más tarde el público del Festival de Cannes no dejó terminar el pase de los créditos por la pantalla y se puso de pie para ovacionar el filme de Ciro Guerra.
Meses después ese sería el filme que Colombia escogería para su representación en la sección de películas internacionales nominadas al Oscar y el próximo 14 de noviembre para la inauguración del Festival de La Orquídea.
El largometraje del cineasta colombiano Ciro Guerra retorna a uno de sus puntos de partida. La obra con la que Guerra se ha ganado el reconocimiento de los sectores más relevantes de la crítica cinematográfica mundial narra el encuentro, el acercamiento, la lealtad, traición y la amistad entre un payé y chamán amazónico (último sobreviviente de su pueblo) y dos científicos, los primeros en recorrer el noroeste del Amazonas en busca de saberes ancestrales.
La cinta fue grabada en la selva amazónica por siete semanas, en colaboración con las comunidades que habitan en las tierras donde se desarrolla la obra. El actor que encarna a Karamakate viejo es Antonio Bolívar, un indígena ocaina. El largometraje fue rodado en blanco y negro y sus personajes hablan nueve idiomas.
El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribió en una publicación del periódico colombiano El Espectador sobre la película de Guerra que “las dos historias que se superponen a distancia de casi medio siglo (entre un explorador alemán y un botánico gringo) están muy bien hilvanadas y entretejidas. Se iluminan mutuamente y hacen un uso excelente del gran libro de Wade Davis (Un río) sobre Schultes, sin dejar por fuera otras fecundas influencias literarias, desde La vorágine hasta varias narraciones de Vargas Llosa y El corazón de las tinieblas de Conrad”. Guerra parte la narración de su historia al preguntarse si es posible, a través del conocimiento y el arte, trascender la brutalidad o estamos condenados a matarnos cíclicamente. (I)