La pandilla de Sandler vuelve a las animaciones
Difícil de imaginar, pero es cierto. Adam Sandler y varios de sus ex compañeros de Saturday Night Live o de sus comedias grotescas conforman el elenco de voces de la última recopilación de monstruos clásicos para la gran pantalla. Se trata de lo más nuevo de Sony Animation, que con un filme hecho especialmente para la época de Halloween espera ganar un buen porcentaje de audiencia como pasara en su momento con “Monster House”, de cuyo reparto en “Hotel Transylvania” solo repite participación Steve Buscemi.
Aunque faltan Chris Rock y Rob Schneider, grandes amigos de Sandler, a su peculiar grupo de cómicos regresa el estrambótico Jon Lovitz y se suma su más reciente coestrella del cine de comedia grotesca, el recién egresado de Saturday Night Live, Andy Samberg. Junto con el Drácula de Sandler, quien funda un hotel solo para monstruos para proteger a su hija y amigos del peligro de los humanos, sostiene la historia central el Jonathan de Samberg, un humano aventurero, atolondrado y dispuesto a relacionarse con los monstruos, aunque a veces les tema.
De hecho la química entre los actores y sus personajes es la que más gracia causa en el filme animado que está entre los cinco primeros lugares de la taquilla estadounidense. El resto de graciosos actores, como Kevin James, David Spade, Buscemi, Fran Drescher y Molly Shannon, es superado por el recién llegado CeeLo Green y la colaboración de Selena Gomez, ex estrella de Disney, que encaja a la perfección con su personaje de Mavis, la hija de 118 años de Drácula.
Cada comediante tiene un mero momento en el filme, como Buscemi, interpretando al hombre lobo Wayne, que tiene demasiados hijos y en una parte recurre a la única hija que lo respeta para rastrear al humano Jonathan, y el Frankenstein de Kevin James que trata de asustar a la multitud, pero lo adora y lo único que le queda es pedirle el favor de que abran camino a Drácula para que llegue al aeropuerto y alcance a Jonathan antes de que se aleje de Mavis para siempre.
La sobreprotección a los hijos y los amigos es el tema recurrente de un Drácula loco por el control que no permitirá que nada vuelva a dañar a un monstruo, luego de que al estar casi recién nacida su hija, su esposa muriera a manos de una multitud humana armada, mayoritariamente, con fuego. Sin embargo, los monstruos presentados ni dan asco ni miedo, sino risas y de hecho son agradables al espectador que puede sentir empatía con ellos y desear que su historia tenga un final feliz.
El hotel Transylvania parece un excelente lugar excepto por su excéntrico y más que fuera de lo normal cocinero, Quasimodo, quien confía solo en su rata mascota Esmeralda, que huele al humano, por lo que él no parará hasta dar con ese peligro para el perfecto resort. En cuanto a lo visual los personajes principales guardan relación con la apariencia física de los actores que les dan voz, sobre todo Mavis, con Selena Gomez, y Adam Sandler, con Drácula.
La animación no es lo más sobresaliente, pero es lo suficientemente funcional para hacer verosímil la historia y es bien dominada por el director, ex animador de Cartoon Network y creador de El laboratorio de Dexter, Genndy Tartakovsky. Muchas de las actitudes vocales y gestuales de los monstruos y de Jonathan cuando hace cosas divertidas es un calco de las locuras de los personajes de Dee Dee y Dexter, de la animación que hiciera famoso a Tartakovsky. Nuevamente, la animación es solo funcional, no aporta mayor atractivo al filme.
La dirección de arte y el diseño de producción tienen ciertos elementos interesantes, pero hay errores de concepto algo graves como el observar la puesta del sol desde el techo. Aunque es verosímil cómo sucede, en la realidad el sol no empezaría desde abajo de los personajes y subiría por el techo, sino que desde la parte más alta del techo empezaría a recorrer la estructura hasta llegar a su parte baja. Verla en 3D o no, aporta diferencia alguna a una experiencia visual agradable, colorida y con monstruos que solo podrían dejar boquiabiertos a los pequeños espectadores.
La narración acelerada, sin descansos necesarios para una historia bien contada, solo imprime vértigo a ese sentimiento de buena diversión, pero siempre maniática. El relato es para enseñar lecciones, nada más. En “Hotel Transylvania” lo único que permite respirar un aire fresco son las actuaciones de los comediantes que dan las voces a los monstruos. Son los pequeños gags de voces más que reconocibles como la de James y Buscemi las que ponen un sabor extra a una historia -guión de Peter Baynham y Robert Smigel, con historia de Todd Durham, Dan Hageman y Kevin Hageman- que ya está gastada si se recuerda aquel filme en que Shaggy, Scooby y Scrappy Doo eran profesores de una academia para las hijas de los más terribles monstruos, aunque en esa historia había un villano y Drácula no resultaba tan sobreprotector.
En este nuevo producto de Sony Animation lo que no falta es el número musical final en el que al parecer brilla nuevamente Sandler con un rap como los que improvisaba en los sketches de Saturday Night Live, durante su paso por ese programa de TV, pilar de la comedia estadounidense y en parte mundial.