Alex Alvear, productor y director musical
"La música era el cordón umbilical que tenía con mi país"
Es la tercera vez que el compositor quiteño Alex Alvear trae su proyecto musical Wañukta Tonic al Guayas.
Una propuesta que el artista creó con su hijo Matías (bajo) y que junto a los músicos Andrés Noboa (guitarra), Nelson García (teclados y acordeón), Pablo Vicencio (percusión) y Raúl Molina (batería) evocan destacados pasillos, albazos, sanjuanitos y demás géneros locales a los que les salpican un poco de funk, regué, jazz y bossa.
Previo al concierto que hoy ofrecerá en la sala Zaruma del Teatro Sánchez Aguilar, a las 20:00, el artista reveló un poco de lo que ha significado para él ese camino de casi 10 años componiendo sobre un lienzo nostálgico de aquellos días lejos de su tierra que dieron como resultado su disco Equatorial, hasta su regreso a Ecuador en 2012, cuando decidió crear su banda Wañukta Tonic.
¿Cuéntenos sobre su experiencia lejos del país y cómo plasmó ese sentir a nivel musical?
Yo era un migrante, estaba en Massachusetts un lugar donde no había ecuatorianos, completamente enajenado de mi tierra y mi gente, entonces hay mucha nostalgia, melancolía y mucho añoro. Viví ahí 27 años, estamos hablando de un pedazo de vida (...) pero la música era el único cordón umbilical que tenía con el país, con la cultura, entonces fue una cosa que por un lado lo hacía por mi bienestar espiritual pero que a la larga resultó siendo un trabajo chévere que se terminó convirtiendo en una obra de muchos temas y ahí fue cuando decidí por fin hacer el disco Equatorial.
¿Qué aprendizaje obtuvo al explorar con los temas que decidió hacer para este EP?
Se grabó con 18 personas de todas partes del mundo, solo Roberto Cachimuelas y yo éramos los ecuatorianos. Hice todos los arreglos a excepción de ‘Esta historia no es de risa’ que es del guayaquileño Juan Carlos González. Para este disco fue la primera vez que hice arreglos para cuerdas en mi vida, y como antes cantaba mucha música fuerte, como salsa, funk y otros géneros, gritaba mucho.
De repente en este disco empecé a encontrarme con otra voz mía, más delicada porque hubo muchos procesos de aprendizaje sobre la marcha.
¿Considera que aunque las radios no han rodado sus temas en Guayaquil las redes han logrado ser un soporte promocional para ganar adeptos en este cantón?
Aquí vinimos hace un par de años y creí que nos iban a tirar piedras o que no iba a venir nadie porque pensé que dirían ‘han de ser unos serranos que nos tocarán un poco de música llorona’, era mi prejuicio y sin embargo ha sido uno de los públicos más lindos que he tenido, porque la gente se conectó y hasta zapatearon al final del concierto. Luego vinimos por invitación de la Universidad de las Artes, después al programa de Fediscos, Mañana es lunes, y aunque se traten de públicos chiquitos, la experiencia fue linda, sobre todo con los jóvenes que se conectan con la onda de Wañukta Tonic, porque se toparon con la música nacional de chanfle, o sea, te vas por el funk, el regué o el rock, pero el fundamento está ahí.
¿Cree que perdura la falta de apreciación musical respecto a los nuevos talentos?
Eso sucede en todo el mundo, hay una industria que te empuja a 10 artistas, esos están en todos lados, en los supermercados y en las aerolíneas, es un bombardeo así que no es un problema de Ecuador. Aunque sigo creyendo que acá tenemos un problema de autoestima muy fuerte. Veneramos lo de afuera o nos da vergüenza, o no tiene el valor que debería tener. Y no es solo culpa de la gente también de la prensa, radio o televisión, no nos escuchamos, sabemos los Malumas y las Shakiras y Dadee Yankees, pero no de la gran producción nacional porque no se ve, no se escucha ni se valora.
Volviendo a Wañukta Tonic ¿Qué intenta expresar?
Es una continuación de Equatorial, este último trata de reflejarse y apegarse a las tradiciones con un giro muy personal, pero el albazo es albazo y el sanjuanito es sanjuanito.
Con Wañukta Tonic hay un cambio, empezamos a mezclar ritmos que no son nacionales, sacamos canciones de su contexto tradicional y las tocamos en otro estilo, es como una manera de sentirnos desde otro ángulo.
¿En qué canciones lo podemos distinguir?
Empecé a trabajar con Matías y me entró la necesidad de irme por este lado y probar la suerte de jugar un poco más con la música nacional, pero no en su contexto tradicional, por ejemplo, tocamos ‘Puñales’ que es un jaraví, pero lo tocamos como un blues o ‘Avecilla’ que es un albazo y lo tocamos como un jazz de 6x8 o ‘Pobre corazón’ como un rock and roll.
¿Qué trae de nuevo Wañukta Tonic esta noche?
He incorporado cuatro temas nuevos que poco hemos tocado. Vamos a tocar un tema de Toño Cepeda al que le hice arreglos y otro que compuse hace poco que se llama ‘Choros hijos de la gran puta’, que habla de todo lo que vivimos con tanto choreo y escándalo que no es nada nuevo. Los políticos siempe nos han robado, pero por ese descaro pues me salió una canción muy cabreada y contestataria. Otra será ‘Caderona’, pero en una onda de songo cubano.
¿Qué aconsejaría a los nuevos músicos que intentan salir adelante pero no despegan?
Hubiera querido tener las escuelas universitarias que tiene Ecuador ahora que aportan un montón el nivel de la música del país (...) pero sales a la calle y dónde tocas o dónde te escuchan. Es muy difícil trabajar y vivir de esto porque no hay apoyo ni políticas culturales del gobierno coherentes con las necesidades del sector. Entonces si te vas a meter no entres pensando en pajaritos preñados, ten muy presente que vas a salir a una calle hostil donde no te están dando la mano sino más bien que te están pateando. Si lo sigues tienes que prepararte para una pelea bien fuerte, si lo vas a hacer tienes que tirarte con todo, no con medias tintas. (I)