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La mujer más poderosa del arte: Sheija al Mayassa

La mujer más poderosa del arte: Sheija al Mayassa
03 de noviembre de 2013 - 00:00

Sheija al Mayassa, presidenta de la Autoridad de Museos de Catar (AMC), fue recientemente nombrada por la prestigiosa revista de arte internacional ArtReview como la persona más influyente en el mundo del arte, informó esta semana el portal de la BBC de Londres.

Con 30 años la también jequesa está detrás de la promoción de las artes en el pequeño y rico emirato del Golfo. Ella es hija del emir padre Hamad bin Jalifa al Zani y de la jequesa Moza. La revista destacó su “vasto poder adquisitivo”. Además, como señaló la BBC, “su agenda para desarrollar galerías, patrocinar festivales de cine y apoyar el arte público fueron algunas de las razones para el nombramiento”.

Aunque no hay cifras oficiales, la revista calcula que la AMC gasta alrededor de $ 1.000 millones anuales en el competitivo mercado.

No sería de extrañar. Además de alimentar sus fondos con piezas famosas de Mark Rothko, Andy Warhol, entre otros, la familia real catarí llegó a pagar $ 250 millones por la obra Los jugadores de cartas, de Paul Cézanne, un precio récord para un cuadro vendido en subasta, desveló Vanity Fair en 2012.

Se piensa -según la misma BBC- que importantes obras del artista pop estadounidense Andy Warhol, de Jeffery Koons, Mark Rothko, Roy Lichtenstein (también estadounidenses) y de los británicos Francis Bacon y Hirst encontraron su camino hasta Catar.

Una portavoz de la AMC señaló que la jequesa Al Mayassa “entiende la importancia del arte y cómo este se puede usar para el diálogo entre las diferentes culturas”.

Desde el organismo argumentan que, aunque Catar no ha sido históricamente un importante centro de producción artística, el país se ha convertido en un “destacado centro para la educación y el intercambio internacional en una de las zonas que más rápido se desarrollan en el mundo”.

“El arte es un gran negocio y si no que me lo pregunten”, afirmó hace varios años la jequesa Al Mayassa en un foro internacional, en el que negó estar interesada en comprar las “colecciones de Occidente”.

Además de grandes sumas de dinero, la catarí tiene a su disposición un equipo de asesores extranjeros como Jean Paul Engelen o Edward Dolman, ambos ex directivos de la casa de subastas Christie’s.

El arte contemporáneo también está en su punto de mira. Un ejemplo es la actual muestra en Doha (capital de Catar) de Relics, del británico Damien Hirst, en la que no faltan los animales en formol o las calaveras de diamantes característicos del polémico artista.

“He venido desde Dubái para ver esta exposición, que refleja bastante bien el conjunto de la carrera de Hirst”, afirmó Liza Chag, quien llegó a la muestra desde Singapur.

Un público más extranjero que local es el que visita los museos de Doha, entre los que figuran el de arte moderno y el nuevo Museo Nacional de Catar, ideado por el arquitecto francés Jean Nouvel y que tiene previsto abrir sus puertas a finales de 2014.

Ante la expansión, el mercado del arte ha vuelto sus ojos a ese emirato árabe, donde desde 2008 la casa de subastas Sotheby’s tiene una de sus sedes.

“El país quiere mejorar su imagen internacional y por eso está apostando por transformarse en un hub o centro de actos culturales y por invertir en educación”, subrayó el jefe del departamento de Humanidades de la Universidad de Catar, Mahyub Zueir. También existe el sentimiento en el rico emirato, según Zueir, de querer forjar una identidad a partir de la herencia musulmana y el mundo moderno.

Compras indiscriminadas y desarrollo como nación

Según el diario francés Le Figaro, Al Mayassa pagó 50 millones de libras esterlinas ( unos $ 80 millones) por el óleo Niña con Paloma una de las primeras y más importantes obras del español Pablo Picasso que formaba parte de una colección británica.

El Gobierno de Reino Unido intentó imponer una prohibición a la exportación del cuadro mientras recaudaba el dinero para comprarlo de vuelta, pero fracasó.

En ese entonces, el presidente del Comité de Revisión del Consejo de Artes de Gran Bretaña, Lord Inglewood, calificó la pérdida del cuadro de “una gran vergüenza”.

En medio de un debate que puede ver el arte como vehículo de ideas y estética o un bien comerciable e intercambiable, la interrogante es qué sucederá con todos estos cuadros y esculturas en Catar.

Se sabe que la familia real de Catar se prepara para su gran “debut” internacional como sede del Mundial de Fútbol en 2022. El gobierno invierte más de $ 150.000 millones en proyectos y la cultura forma gran parte del plan.

El editor de arte de la BBC, Will Gompertz, sostiene que Catar parece querer adquirir influencia y estatus internacional. Otro factor podría ser -continúa- el deseo de competir con Abu Dhabi y Sharjah (de los Emiratos Árabes Unidos) por el puesto de centro cultural de la región.

Pero Catar también quiere anticipar la transición a largo plazo de una nación cuya economía está basada en su riqueza de gas y petróleo a una que esté basada en el conocimiento, comenta Gompertz.

Pero algo está claro, el arte puede ser un gran negocio y, para demostrarlo, Catar promociona sus museos y compra piezas exclusivas a golpe de petrodólar con el deseo de llegar a ser un referente cultural en Oriente Medio.

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