Ecuador cuenta, una antología de autores nacionales, se presenta hoy en la librería rayuela
La literatura es una forma de identificación
En 1969, el año en el que el hombre habría pisado la superficie lunar por primera vez, el crítico de literatura peruano Julio Ortega conoció en México a uno de los integrantes de la ‘Generación de los 30’, Demetrio Aguilera Malta.
Ortega era un joven profesor y Aguilera un hombre impresionante, con sus propias ideas y preocupaciones, siempre cargado de papeles y manifiestos. Uno de los conflictos que con frecuencia exteriorizaba era la política. Ortega reconoció en la generación de Aguilera Malta la idea de que la política era una fuente de la identidad latinoamericana, y que los latinoamericanos nos reconocíamos y definíamos a partir de los discursos políticos.
A inicios de la década de los 70, en Texas, conoció a otro escritor de esa generación, Alfredo Pareja Diezcanseco. Él hablaba con frecuencia de la escritura de una novela ecuatoriana. “Alfredo Pareja me contó cómo era su generación y pensé que también esa preocupación era una fuente de la identidad latinoamericana o por lo menos de la idea que los escritores se sentían obligados de dar a conocer y hacer visible”.
Años después, Ortega se encontró con Miguel Donoso Pareja en México, una de las personas que influyó en su acercamiento a la literatura ecuatoriana. Donoso se enfocaba en el periodismo cultural y tenía una perspectiva más incluyente de su trabajo. Esa labor también era una forma de definir las discusiones sobre las identidades culturales.
A las ideas de los ecuatorianos a los que se aproximó Ortega se suma la idea de que la religión, las instituciones, la raza, la nación o las clases sociales son formas para delimitar la identidad de los países de la región. Para Ortega, estas perspectivas sobre la identidad se han ido disolviendo con una nueva generación de escritores, que desde sus consideraciones tienen como labor buscar que lo local se haga universal y lo universal se haga local, de manera que haya una fluidez en los escenarios del diálogo.
“La identidad latinoamericana ha sido planteada como un problema, presumir que había un problema indicaba una idea traumática de la identidad latinoamericana, como si hubiera un origen que los llevaba a reproducir los traumas originales”, dijo Ortega durante su conferencia. Esos traumas que menciona han sido durante años el eje temático de los teóricos de la identidad latinoamericana. Había una coincidencia en abordar la identidad de los países de América Latina a partir de la colonización de los europeos.
Más allá de la literatura, hay quienes rompen con esa idea, como el jamaiquino Stuart Hall, cuando planteaba en sus estudios culturales una crítica al eurocentrismo como marco único para el trabajo teórico, dejando por fuera la realidad del ‘Nuevo Mundo’ como escena fundante del mundo moderno.
El crítico cultural, Néstro García Canclini definió en sus estudios a la identidad como una construcción, en la que además no hay una estructura homogénea para la identificación de los sujetos que comparten un territorio. Es así como Canclini propone el término de culturas híbridas.
Literatura de antologías distantes
El nuevo paradigma para enfrentar la identidad es la literatura, desde las distancias que se produce y reproduce, pero ¿qué tanto nos leemos en Ecuador y cómo leen fuera nuestra producción literaria?
“En la literatura ecuatoriana todo es nuevo porque no es conocida fuera del ámbito de los especialistas y del país”, responde el crítico peruano Julio Ortega al ser cuestionado sobre los últimos autores ecuatorianos que ha leído.
No obstante, este peruano hizo del acercamiento primario de los escritores ecuatorianos un objeto de estudio. Hace algunos años, inició un trabajo de lectura de las diversas antologías ecuatorianas que se encuentran en las bibliotecas de Estados Unidos, de las cuales dice haber muchas de años iguales pero ignoradas entre sí. A lo que sumó recomendaciones de sus colegas.
Como resultado de este trabajo de hormiga aparece Ecuador Cuenta, una antología publicada por la editorial Centro de arte moderno de Madrid, el cual se presentó ayer en la Librería Rayuela de Quito.
En este libro Ortega recopila el trabajo literario de los autores ecuatorianos que radican fuera del país y han publicado luego de 1980.
“Quizás la literatura ecuatoriana ha estado encerrada en sí misma porque su paradigma ha sido el modelo regional. Salvo algunos escritores que han vivido fuera como Carranza o Carrera Andrade. Ese paradigma regional hace que la literatura tengo como horizonte los límites geográficos del Ecuador y hay que sacar al Ecuador del ecuador. Nadie está obligado a un destino geográfico, menos la literatura y el lenguaje”, asegura Ortega.
Pero estar fuera del país no es una garantía de que se podrá publicar y poder ser leído. Ortega, asegura que hay muchos escritores que buscan una validación en el exterior. “Ahora todo el mundo habla de ganar premios. Todos los escritores ganarán un premio en España por razones estadísticas: hay más premios que escritores”.
Para Ortega es esencial que haya una apertura crítica sobre la literatura que trabajan los países, fomentar su promoción a través de organismos públicos o privados en el exterior.
A diferencia de las generaciones anteriores con las que coincidió en el exterior dice que actualmente hay un trabajo de los jóvenes en literatura que se desligan de los traumas iniciales, “hay que buscar ser más creativo, ha cambiado el escenario, hay nuevos repertorios, nuevos autores, antologías editoriales.
“La identidad contemporánea hoy la da la literatura, si no leemos literatura no sabemos quiénes somos, lo que une a la gente es la cultura que es un diálogo. En la literatura nosotros tenemos que discutir la realidad y la creamos, con el lenguaje hacemos el futuro”, dijo Ortega.