La Lima de los 90, en una novela gráfica

Ciudad de payasos es la inquietante novela gráfica ambientada en Lima del joven  escritor Daniel Alarcón y la ilustradora Sheila Alvarado, que toma las palabras, las transforma y las hace literales para revelar en imágenes cuán  desconcertantes   son.

Peruano-estadounidense, calificado como uno de los mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival Bogotá39 y destacado y premiado por las revistas The New Yorker y Granta, Alarcón explicó  la transformación de uno de sus relatos en novela gráfica, justo cuando ve la luz en España, publicada por Alfaguara.

Ciudad de payasos es un relato con “una importante carga emocional” para Alarcón porque lanzó su carrera. Lo escribió “en semanas” en 2001 en Estados Unidos -donde vive habitualmente-, tras una estancia en Lima, donde nació en 1977.

El cuento está incluido dentro del libro Radio Ciudad Perdida, que obtuvo en 2008 el Premio Literario PEN USA a la mejor novela.

La historia  traslada a la Lima del inicio de esta década, a través de un momento en la vida de “Chino”, un joven periodista que se enfrenta a la muerte de su padre con el amargo recuerdo del abandono y la urgencia de escribir una crónica sobre los payasos callejeros.

“Los payasos son parte de la geografía humana de Lima, y una manera creativa de buscarse la vida, de diferenciarse de la horda de vendedores de caramelitos que pueblan la ciudad”, explicó Daniel Alarcón.

El escritor, que llegó muy pequeño a Estados Unidos con su familia y que escribe habitualmente en inglés, no era un aficionado al cómic.

“Es común que los chicos lean Superman y superhéroes; yo, nada de nada... Leía otros libros. Nunca me interesó mucho. Pero, durante la maestría (máster), una amiga me lo descubrió”, añadió.

Primero fue Joe Sacco, y luego otros autores que le mostraron “la sofisticación de la narrativa” de este género. Añadió que Sheila Alvarado, una vieja amiga de la revista Etiqueta Negra de Lima, nunca había intentando trabajar en una novela gráfica, pero Ciudad de payasos era su cuento favorito, y al final se pusieron “a trabajar a cuatro manos”, en un proceso largo y gestado en su mayoría a través de Internet.

Y es que  las palabras pueden ser casi las mismas en ambas versiones, pero Sheila “las transforma, las agarra y las hace literales; descubres cuán desconcertantes pueden ser”, añadió el escritor, quien pone un ejemplo: “piraña”.

Este es un calificativo muy habitual en Perú y que en la novela utilizan los niños de la escuela de “Chino”, el protagonista.