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La FIL QUITO 2020 hermanó a los lexicógrafos y a los diccionarios de ecuatorianismos

La FIL QUITO 2020 hermanó a los lexicógrafos y a los diccionarios de ecuatorianismos
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Este 11 de diciembre, en el marco de la Feria del Libro Quito 2020, la doctora Susana Cordero, la lexicógrafa Valeria Guzmán, el doctor Fernando Miño, el lingüista Elking Araujo y el académico Fabián Corral se dieron cita vía Zoom para hablar, con precisión lingüística, como no podía ser de otra forma, sobre los diccionarios de ecuatorianismos.


La poeta y lexicógrafa Valeria Guzmán abrió el encuentro con unas palabras dedicadas al discreto papel que cumplen los lexicógrafos en el ejercicio del acopio de la palabra. Dijo, por ejemplo, que el lexicógrafo trabaja palabra por palabra; acepción por acepción; ejemplo por ejemplo. 

"No nos rige el tiempo cronológico sino el tiempo cósmico que nos pone frente a una obra inacabada y poco actual cada vez que se publica". 

Esa particularidad resulta del dinamismo de la lengua, por eso los lexicógrafos son vistos, arguyó Guzmán, "como bichos raros". 

"Nuestro trabajo parece mínimo frente a todo lo que produce el habla, y sin embargo se mueve porque alguien tiene que registrar significados y matices semánticos. Ese alguien es el lexicógrafo, tratando de definir lo imposible". 

Continuó luego la doctora Susana Cordero, directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua con una exposición sobre la cuarta edición del Diccionario académico del habla del Ecuador. 

"A la velocidad en la que vivimos hoy es ya antiguo, tiene tres ediciones desde el 2004, además de una reimpresión, que no son poca edad para un diccionario en nuestra patria", dijo la doctora Cordero. 

Antes de entrar de lleno a las novedades de esta nueva edición, que presentó en la feria, habló sobre las falencias en el arte de conjugar los verbos en textos periodísticos y de toda índole. 

"Ignoramos cuánto la concordancia de sus tiempos es central para la concordancia de nuestras oraciones y párrafos", se lamentó. Por ello manifestó que hay en el diccionario un capítulo para los verbos y se detuvo en el "habemos", tan ecuatoriano como erróneo. 

"Forma verbal inexistente, aunque de uso frecuentísimo entre nosotros, no la encontrarán en ningún otro diccionario, pero no puede faltar en el nuestro: 'habemos', vulgarismo inaceptable porque el verbo haber, como principal, se usa siempre en singular. No se dirá 'habemos' 20 alumnos, sino 'hay 20 alumnos', 'existimos', 'estamos aquí personas'...".  

Luego esbozó las novedades de esta nueva edición del diccionario: "Hacia el léxico del universo informático", "Diversidad y género" y  "Aproximación a la música en el Ecuador". 

Además reivindicó la rica conjugación perifrástica con gerundios por influencia del quichua: "dar diciendo", "dar haciendo", "dejar abriendo", originaria de la Sierra centro y "construcción que ha de evitarse en la lengua culta, pues no pertenece al español general, pero revela una idiosincrasia mestiza particular, la de no exigir bravamente sino pedir con delicadeza a la parte con sencillez". 

La jaculatoria y tan común "no sea malito" también fue abordada por Cordero. "Es el típico diminutivo tan preferido por nosotros al que debemos dar tregua porque a menudo resulta si no forzado demasiado blando, como si no nos atreviéramos no ya a hablar pero ni siquiera a vivir". 

En cuanto al género, habló del desdoblamiento léxico (ellos y ellas, niños y ñiñas, señores y señoras). Y trajo a la académica española Paz Battaner a su ponencia al citar lo que expresara sobre el lenguaje inclusivo: "Donde hay que incluir a la mujer es en la vida, no en la lengua". 

Cordero concluyó el análisis de este tema con una oración que no deja margen a la duda: "Permítanme decirles que yo me siento plenamente incluida".

Luego intervino el doctor Fabián Corral Burbano, quien leyó el prólogo de El habla del Ecuador: diccionario de ecuatorianismos, de autoría de Carlos Joaquín Córdova. 

Esta obra es el mayor referente lexicográfico con el que cuenta el país. Está compuesta de tres tomos y aproximadamente diez mil palabras, y reúne, como indica su nombre, vocablos que están presentes en la variante ecuatoriana. 

A continuación tomó la palabra el lexicógrafo Fernando Miño Garcés para bosquejar algunas de las entradas del Diccionario del español ecuatoriano, de su autoría. 

Este legajo de pasta elegante y porte señorial contiene 10.500 palabras que no se conocen en España o que, en su defecto, tienen otra connotación. 

Advirtió que su libro no tiene restricciones puristas y seguidamente fue cribando a ojo de buen cubero las entradas de ecuatorianismos. 

Para hablar de extracción social baja y de escasa cultura, o de modales pocos refinados podemos decir en Ecuador: "de abajo", "de medio pelo", y, en sentido más amplio, "capiro", "chagra", "chagrón", "chintolo", "cholo", "guacharnaco", "guaso", "guachafo", "longo", "mitayo", "montubio", "rocoto".


La ingenuidad o escasez de viveza tienen en Ecuador nombre propio, así fue mencionando todos los vocablos que hablan de inocencia: "muspa", "aguacate", "mojón", "mudo", "arepa", "pastuso", "perejil", "shunsho", "tártaro", "zonzo", y, perdonen la expresión, "cojudo". 

Así también reveló que hay 26 maneras para referirse a alguien furioso; encabeza la nómina: "cabreado". 

El verbo "golpear" también tiene dignos representantes en el país: "masacrar", "reventar", "hacer mierda", "sacar el aire", "sacar la madre", "sacar la mugre", "sobar", "sacar la p...". 

Finalmente intervino el lingüista Elking Araujo, quien fue desgranando con rigor académico las características de su obra, el Diccionario de ecuatorianismos con citas. 

Este trabajo, arduo y meticuloso, llamó la atención de los ponentes porque podría decirse que es el segundo corpus que se elabora en el país (el primero es de factura de la Academia Ecuatoriana de la Lengua). 

Este diccionario de citas toma como referencia el diccionario de Manuel Seco Reymundo y no el de la RAE (DLE) debido a que el corpus de la Real Academia de la Lengua Española tiene pocas referencias a autores o citas de ecuatorianos. 

"Carecemos de léxicos generales en América Latina. Requerimos un léxico ecuatoriano que registre las formas de habla ecuatorianas empleadas en fuentes escritas (idealmente, también orales). Precisamos superar el dilema de autor/fuente".

Este diccionario de citas tiene 167 autores citados, 232 obras citadas (literarias o científicas), 31 obras periódicas citadas (revistas y diarios) y 1.051 términos definidos. 

En sus páginas se agrupan gentilicios ecuatorianos, sin embargo, agregó Araujo, ni Echeandía ni Las Naves tienen gentilicio porque no aparecen en el corpus. Además hay un capítulo para las plantas ecuatorianas, con su correspondiente nombre científico. 

Al final de este encuentro entre lingüistas, lexicógrafos, aprendices y diccionarios, la doctora Cordero pidió a los responsables del decir y escribir bien, profesores y periodistas, que hagan su trabajo con pulcritud. 

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