La Feria intenta atrapar lectores entre los niños
Adolfo Macías Huerta, autor del libro “El dios que ríe”, utilizó una metáfora para explicar lo que a su criterio pasa con los escritores y los lectores. Dijo: “el artista es un cazador porque está creando ciertos artificios llamados libros, que son trampas para personas que están buscando caer en ellas”. Lo dijo el pasado sábado, en el auditorio Tránsito Amaguaña, en la V Feria del Libro Quito. “Los lectores son como aquellos monos que van a tomar la fruta dentro de la canasta y quedan atrapados. Cuando uno lee, suele decir estoy atrapado”, dijo al poco público que acudió al acto.
Para él, la trampa radica en la curiosidad que genera el escritor al presentarle la opción de vivir diferentes tipos de excitación que no están en su vida cotidiana. “Una persona tranquila busca el vértigo, el crimen, que no hay en su vida. Una persona que tiene una vida rutinaria que tiene una pareja establecida, quiere vivir el éxtasis del primer enamoramiento. Se permite vivir la infidelidad, está viviendo otras vidas a través de la literatura”, reiteró.
Macías Huerta prefiere abordar temas relacionados con el amor, la muerte, la novela negra, el crimen, temas clásicos, los mismos que se ven reflejados en sus novelas “El grito del Hada”, “Laberinto junto al Mar” y “La vida oculta”.
Lenin, un joven de 28 años, no vidente y que escuchó la exposición aprobó la tesis del escritor y aseguró que la literatura le permite “ver y sentir” el mundo, y añadió que brinda la posibilidad de conocer lugares a los que no se puede viajar.
Mientras Macías Huerta seguía con su público, al lado estaba Clara Grey, quien era interrogada por su público adolescente. La estadounidense dijo que no es romántica como Bianca, personaje principal del libro “Medianoche”, el primero de cuatro textos que alcanzaron el millón de copias vendidas. La escritora contó que no estuvo en un internado y aseguró que los más divertido de escribir es imaginar cómo sería la vida de vampiros adolescentes. “A esa edad con todo los problemas que acarrean sumado a la tecnología”, contó la escritora.
Claudia Grey es en realidad Amy Vincet, de 42 años, una mujer que se ha desempeñado como DJ, abogada, periodista y camarera. Sus libros “Medianoche”, “Adicción”, “Despedida” y “Renacer” tienen buena acogida entre el público juvenil, dijo Juan Carlos Guevara, jefe de Marketing de la librería Librimundi, tras indicar que la visita y la firma de autógrafos de Grey es para rendir homenaje a todo ese público joven que acude con frecuencia a ver libros de ficción. El masivo interés que produjo la producción de historias de vampiros y lobos en los jóvenes tiene contentas a las casas editoriales y padres de familia. Los libreros aseguran que la ficción es el ingreso al mundo literario, pues mientras corren los años, los chicos van necesitando otros estilos.
Los padres que acompañaron a sus hijos al conversatorio resaltaron el entusiasmo de los chicos con las lecturas, aunque en el caso de Patricia le gustaría que Daniela (14) prefiriera libros ecuatorianos.
La madre reconoce que la muchacha no era amante de la lectura, pero desde que salió la saga vampirezca con la escritora Stephenie Meyer la historia cambió. “Es como una moda, los compañeros de su curso tienen el libro y pasan debatiendo sobre las decisiones que toman. Es un buen ejercicio”.
La feria justamente preocupada por aumentar el índice de lectura que en Ecuador es de medio libro al año, según datos de la Unesco, ubicó un pabellón dedicado los infantes. Entre globos y payasos, los escritores Carlota González y Ramiro Jiménez narraron cuentos y regalaron libros a los niños. “Limpio zapatos, limpio zapatos, dejo el calzado radiante y limpio”, coreó el poeta, mientras los cerca de 50 chicos que asistieron escuchaban. El escritor prefiere escapar de la hadas y duendecillos y hacer poesía de las cosas cotidianas. A su criterio, para mejorar el índice de lectura, es necesario revolucionar el sistema educativo y crear una estructura en la que los profesores sean los primeros grandes lectores.