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Del 14 al 21 de noviembre se realizó el encuentro en cuenca

La expectativa de La Orquídea crece sin desligarse de lo político (Galería)

Álex de la Iglesia dio una charla sobre sus anécdotas en el cine. “No tengo mucha acogida aquí”, bromeó. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
Álex de la Iglesia dio una charla sobre sus anécdotas en el cine. “No tengo mucha acogida aquí”, bromeó. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
26 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Brasil, Cuba, México, Chile y Argentina acogen año a año los festivales de cine más importantes de América Latina. La trayectoria de la mayoría de ellos sobrepasa las tres décadas y se fortalece cada año con el crecimiento de sus propias industrias cinematográficas. En Ecuador, esa industria se está desarrollando y el panorama de los festivales que se realizan tiene distintos objetivos.

El Festival de Cine Internacional La Orquídea, cuya cuarta edición se cerró el pasado viernes 21 de noviembre en Cuenca, se ha posicionado como el evento cinematográfico nacional más sonado dentro del país y a nivel internacional. Parte de su notoriedad se debe a que se realiza con un presupuesto mayor al resto de festivales locales.

Este año, el valor de su financiamiento alcanzó el millón de dólares, de los cuales 700 mil fueron entregados por la empresa GPATours, que también recibe dinero de la Prefectura del Azuay. El resto se obtuvo, según confirmó el prefecto Paúl Carrasco en una rueda de prensa, por financiamiento privado.

Esta edición corrigió errores de las ediciones pasadas, desde la organización, a pesar de que se gestionó solo con cinco meses de antipación.

Este año su directora fue Daniela Creamer, periodista y excomentarista de cine en diarios nacionales y extranjeros y que tuvo su experiencia como cineasta con la realización de Retazos de vida. Según Creamer, la expectativa de La Orquídea es que sea disfrutada por todos, no solo a nivel nacional, no solo de iberoamérica. “Que nadie se quede afuera de las salas. Quiero que La Orquídea se posicione a nivel internacional”.

Uno de los cambios que se planteó para esta edición del festival fue la habilitación de inscripciones vía web, con lo que se incrementó el material por seleccionar en las categorías participantes. Se corrigieron errores técnicos que ocasionaron molestias en las versiones anteriores y se procuró que los seleccionados para participar como jurado estén vinculados al cine, pues en años pasados se permitió la participación de escritores que no tenían nada que ver con el cine.

A esto se suma un impacto internacional una vez que se decide trabajar, como en otros festivales, con un país como invitado de honor. La organización decidió que sea España con varios de sus realizadores presentes. Entre ellos Fernando Trueba,David Trueba, Álex de la Iglesia y las actrices Carmen Maura, Victoria Abril, Ariadna Gil y Carolina Bang.  

Los asistentes pudieron alimentarse de la experiencia de los invitados de honor, con más interés en unas charlas que en otras. Además, se fortalecieron los talleres formativos con realizadores y actores del cine. Igual que en 2013, se llevó a cabo el taller de guión bajo la dirección de Sebastián Cordero y Bertha Navarro y, por primera vez, el de actuación, con Raúl Teba y Tito Molina. El taller de diseño no se concretó porque James Verdesoto, quien lo dicta desde el inicio del festival, no pudo asistir por problemas logísticos, según confirmó la organización.

Para la productora audiovisual Wendy Aguilar, esta sección es el mayor aporte del festival a la producción local. “La cantidad de eventos paralelos hace que ya no sea simplemente la alfombra roja, le dan otro impacto al festival en relación a la primera edición, por ejemplo”, comentó Aguilar. A esto agregó que debe analizarse que este tipo de eventos también debería realizarse para quienes se inician en la producción cinematográfica. Reconoció que los talleres tienen un proceso lento, “no son demagógicos” -dijo- pues los resultados se van a ver cuando los proyectos se consoliden y pasen a buscar financiamiento para su desarrollo.

Relatos salvajes se promocionó como una película ecuatoriana

Una de las críticas que hicieron los asistentes al festival fue respecto a la repartición de los tickets de entrada, pues a pesar de la gratuidad de las funciones, no todos pudieron ingresar a la sala y muchos se quedaron sin ver la película que habían seleccionado desde el inicio del festival.

Samantha Naranjo llegó temprano a la función de Relatos salvajes en Multicines y uno de los organizadores le sugirió que vea antes el cortometraje Coming Home, que se proyectaba en la otra sala, pues no tendría que volver a pedir el ticket a la salida para ver lo que quería.

Una vez que estuvo fuera para ingresar a la otra sala vio que la fila que esperaba ver la película argentina candidata a los premios Oscar -aunque el programa del festival la señalaba como ecuatoriana- tenía más personas de las que permite su capacidad. Le pidieron volver a tomar el ticket.Samantha se quedó sin verla.

Lo mismo le pasó a Blanca Nájera, quien visitó Cuenca durante el festival desde Guayaquil. En su caso, no pudo ver la película por la cantidad de gente con la que compartía la fila de espera. Sin embargo, su expectativa estaba en la bandera ecuatoriana con la que la promocionaba el festival en su cronograma. “Si la película no era ecuatoriana, no me interesaba tanto”, señaló Nájera.

El lado B de La Orquídea

El artista visual y actual asesor de la Secretaría de Cultura de Quito, Miguel Alvear, estuvo en la inauguración de la primera edición del festival y no ha vuelto. El evento entonces le pareció “descaradamente una plataforma política del prefecto -desde ese entonces Paúl Carrasco- y se planteaba como un festival remedo de festivales más grandes y se notaba”.

Según Creamer, cuando asumió el rol de directora del festival, nunca sintió que tuviera un tinte político: “Lo asumí como una cuestión cultural y he visto con admiración que a Paúl Carrasco le gusta el cine”.  

Este año, luego del desfile de los cineastas invitados, el prefecto Carrasco se tomó 15 minutos de la inauguración para comentar que, “como en el cine, en la política también hay quienes buscar trabajar su imagen”.

Para el actor Andrés Crespo, uno de los participantes en esta edición, el festival tiene un tinte “definitivamente político, el proselitismo político está presente”.

Crespo considera difícil que su realización no esté adscrita a una voluntad política. Para Wendy Aguilar, si hay un cambio por hacer en la organización del festival es buscar un modelo de gestión que permita mantener al festival de manera independiente.

Señala como ejemplo la Bienal de Cuenca, que tiene una personalidad jurídica propia, lo cual permite que durante todo el año se trabaje en el proyecto y tiene mayor conexión con marcas y empresas privadas que pueden aportar a su realización. “No puedes correr el riesgo de que venga otro prefecto y no le parezca importante este proyecto”.

Aguilar considera interesante cómo han adquirido presencia las marcas privadas. “El Festival de La Orquídea es muy joven aún. Está adquiriendo personalidad. No sabemos hacia dónde va”.

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