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El Telégrafo
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Rossana Iturralde es la encargada de la dirección y de una interpretación

La Edad de la ciruela es una obra que perdura

Dos actrices, una guayaquileña y otra quiteña, interpretan la obra cuyos diálogos llegan al lirismo. Cortesía Darío Núñez Jordán
Dos actrices, una guayaquileña y otra quiteña, interpretan la obra cuyos diálogos llegan al lirismo. Cortesía Darío Núñez Jordán
12 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

No hace falta decir que una obra es universal cuando trasciende la época en la que fue escrita y cuando sus personajes exploran y encarnan sensaciones humanas que logran crear identificaciones en los espectadores que los conmovieron ayer, lo harán ahora y por mucho tiempo mientras la farsa sea tal y se inscriba en los recuerdos que evocan nostalgia. Algo que, sin duda, contienen los libretos de Arístides Vargas, sea en Francisco de Cariamanga —que reestrenó luego de medio siglo, en la Casa teatro Malayerba— o en La edad de la ciruela —que vuelve a las tablas luego de dos años, de la mano de la actriz y productora de teatro guayaquileña Rossana Iturralde—.

El lirismo de los diálogos que escribió Vargas provoca en los espectadores más distraídos un deseo de leer los libretos con la esperanza de encontrar allí lecciones de vida. Hay una reflexión profunda en cada escena, algo que la vuelve memorable. En La Edad de la ciruela, dos hermanas hacen un recorrido a través del tiempo, de vuelta a su niñez, en busca de su historia familiar, la cual tiene el rostro de nueve mujeres a quienes irán perfilando no exentas de paradojas. De hecho, la historia es un ir y venir entre la risa y la tristeza, la celebración del presente y la añoranza del pasado.

Hace casi una década, ver a la tía sonámbula —uno de los personajes— en la Corporación Tragaluz, no alcanzaba a hacer previsible que la obra sobrepasaría el medio millar de funciones. Ni siquiera porque esa mujer de sueños que tocaban la realidad con pies descalzos tiene una madre que intenta darle clases de violín, o porque otra mujer cree que es un ángel... dislocaciones de la realidad que contrastan con la quietud de una criada para quien el tiempo se ha detenido.

La encargada de hacer que el reloj de la casa entre en pausa, ahora, es Iturralde, quien le contó a EL TELÉGRAFO que incorporó la propuesta escénica —algunos detalles, nada más— de la coprotagonista, Nadyezhda Loza, mientras ensayaban una versión que no deja de sujetarse al libreto original. “La estructura y el concepto como tales, no varían, se respeta la historia inicial de Arístides Vargas”, dijo.

En Francisco de Cariamanga —la obra que Vargas reestrenó en mayo pasado, durante el 35° aniversario de Malayerba— se incorporaron un par de líneas a los diálogos que incluyeron humor político, uno que solo es legible en la actualidad, pero no fueron mayores porque la obra —intimista, que narra una guerra— es atemporal. Esas variantes, según el dramaturgo, nacieron del elenco.

Para el montaje que Iturralde hizo de La edad de la ciruela, en cambio, las modificaciones tuvieron que ver más con los aportes interpretativos —técnicos, si se quiere— de Loza Moreira, que con una actualización. Eso en una época en que la llamada “coyuntura” política parece filtrarse en las adaptaciones de varias obras, matizando o añadiendo nuevos sentidos a las versiones que se estrenan estos días en varios puntos de la capital.

La actriz quiteña Nadyezhda Loza interpretó su papel en La Edad de la ciruela hace más de dos años, en febrero de 2013, en la Casa Humboldt. Para Rossana Iturralde, el remontaje —que culmina una temporada de tres funciones seguidas esta noche— “implicó una recuperación de personajes, trabajar en la textualidad de la obra, el movimiento de las intérpretes en la puesta en escena”.

Los ensayos se dieron a lo largo de tres meses, “trabajando a full en el montaje, algo que implicó una metodología para el trabajo de las emociones del personaje, de la caracterización, del movimiento, su territorio sobre las tablas”.

Iturralde protagoniza, entonces, una recreación, la dirección y una relación personal con la actriz que la acompaña luego de haber hecho un estudio, una investigación previa sobre el libreto.

A inicios de 2014, Nadyezhda Loza y Rossana Iturralde ya habían interpretado Cartas cruzadas, la pieza escénica que fue una versión libre del clásico María Estuardo, del dramaturgo Friedrich Shiller. En esa época, la actriz guayaquileña también se mostraba impredecible —acaso esquiva a la corrección política— tras bastidores al decir que ese remontaje recorría “una vía para reflexionar, desde nuestro tiempo, sobre temas que mantienen una extraña vigencia: el poder y el amor, los vínculos de sangre, las razones de Estado y las fronteras que separan personas y naciones”, cosas que hacen perdurable su trabajo. (F)

Ficha técnica de una obra atemporal

La obra fue estrenada en 1996. Ha tenido más de 600 funciones y llega a la sala Mariana de Jesús de la Casa de la Cultura.

El autor de La Edad de la Ciruela es el dramaturgo Arístides Vargas, quien hizo el montaje original. El remontaje y dirección de esta versión los hizo Rossana Iturralde; las actrices son Nadyezhda Loza Moreira y Rossana Iturralde. El diseño y realización de vestuario, escenografía y utilería estuvieron a cargo de Carmen Vicente y Pepe Rosales; las fotografías, de Gustavo Cabrera, Ricardo Santacruz, Juan Fernando Ayora y Liza Díaz. El dibujo y realización de afiche: Miguel Varea y Dayuma Guayasamín. El técnico fue Ricardo Ortiz; la productora, Maria Augusta Ortega y la Corporación Teatral Tragaluz.

El precio de las entradas es de: $ 10 (adultos), $5 (preferencial). Información: [email protected]

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