El comunicador lobsang espinoza explica las razones de la afición de nuestros jóvenes por la animación del país asiático
La cultura japonesa invade el país con el anime y el manga (GALERÍA)
Cuando Rolando Pupiales se graduó como veterinario y no encontró trabajo, pensó que no sería su profesión la que lo ayudaría a ganarse la vida, sino la pasión que desde niño siente hacia manifestaciones de la cultura japonesa como el manga y el anime, que es como se llama en el país asiático a los cómics en libros y videos. Así que solicitó auspicio a la embajada de Japón y organizó convenciones cosplay. La más reciente tuvo lugar en el hall del Teatro Universitario, en Quito.
Pupiales indica que el término cosplay viene de 2 palabras inglesas: ‘costume’, que significa ‘vestido’, y ‘play’, que quiere decir ‘jugar’, y que se traduciría como jugar a disfrazarse. “No hacemos nada malo, sino cultura otaku”.
Sobre este término es necesario señalar que fue el escritor Akio Nakamori el primero en usarlo en 1983 en la revista Maga Burikko, para referirse a personas con gustos obsesivos, especialmente por el anime y el manga. En Japón, el término tiene una connotación negativa debido a que en 1989 los medios se refirieron a Tsutomu Miyazaki como al asesino otaku.
Considera que estas manifestaciones culturales japonesas no son prácticas que fomentan el aislamiento, sino que son como cualquier otro hobbie. “Cuando llego agobiado del trabajo pongo una serie de anime como Evangelium o Blitz, luego recuerdo que debo pagar mis cuentas y vuelvo al mundo real”.
Para Pupiales, las convenciones permiten a las personas que comparten la afición establecer amistades y disfrutar del arte al margen de las drogas y el alcohol. De hecho, el organizador se muestra contrario al hentai o manga de contenido erótico y rechaza a los otakus que se hacen transformaciones físicas.
La voz de Dragon Ball
Mario Castañeda, mexicano que hace, para América Latina, la voz de Gokú de Dragon Ball Z, llegó a la convención a firmar autógrafos y mantener una lucha contra su enemigo Veguetta, interpretado por su compatriota René García.
Castañeda cuenta que su acercamiento al anime se produce en la década del 70 a través de series como Meteoro y Señorita cometa. No se considera un fan del anime, sino simplemente un actor que “tuvo la suerte de participar en Dragon Ball y Los Caballeros del Zodiaco”. Dice que la dificultad de su trabajo consiste en dar emotividad a personajes que ya están construidos, para que las personas crean que hablan en español.
Considera que los latinoamericanos no somos iguales a los japoneses, que su filosofía tiene una carga de violencia que a lo mejor no sea gratuita, sino que les permite alcanzar algún fin, desde su visión imperialista.
Asegura, sin embargo, que en todas las convenciones a las que ha asistido en diversos países de Latinoamérica ha encontrado siempre personas muy sanas y una feliz convivencia entre padres e hijos. “Para ellos es un mundo perfecto”, subraya.
El anime
Aunque Pupiales asegura que ha visto otakus de hasta 60 años, esta es una práctica que congrega, especialmente, a adolescentes y jóvenes de edad universitaria.
Para muestra Darcy Mendoza, de 16 años, que se ha vestido como Electra de Daredevil porque es una actividad, dice, que le ha permitido mejorar su autoestima y salir por un momento de la realidad.
También Alejandro Flores, propietario de un negocio de anime (películas) con más de 60 títulos, asegura que la mayor parte de sus clientes son adolescentes y que a diario hay alguien que quiere iniciarse en el mundo del anime.
Ha elaborado una lista que permite a aquellos que no saben nada sobre el tema, formarse una perspectiva. Los esenciales, según su clasificación son Dragon ball Z, Naruto Shippuden, Deat Note, One Pice, Shingeki no Kyojin, Bleach, Fairy tail, Sword art online, Mirai Nikki y Tanari No Kaibutsu-kun. Todas fueron emitidas entre fines de la década del 90 y mediados del 2000.
El manga
Gustavo Ruilova, librero guayaquileño especializado en novelas gráficas y mangas, expresa que para iniciarse en el mundo de las historietas japonesas hay que empezar con clásicos como Mazinger, Astroboy, Duncan, Dragon Ball y Akira, que marcaron el inicio de la invasión japonesa a occidente. Entre los modernos, Ruilova recomienda Evangelium, Robotech, Naruto, One piece y Bleach.
Recomienda, además, Cinco centímetros por segundo, obra de Makoto Shinkai y Yukiko Seike, cuyo título hace referencia a la velocidad en la que los pétalos (metáfora de personas) caen del árbol. En manga erótico recomienda Daydream, de Saki Okuse, con 10 números en una década.
Los mangas que Ruilova comercializa se publican en España, Argentina y México, y sus precios fluctúan entre $ 6 y $ 20. Se leen de derecha a izquierda.
Según usuarios del foro Ninhon Yosai los mejores mangas son Naruto, Dragon Ball, Bleach, Fullmetal Alchemist, Death Note, One piece, 20th Century boys, Pokemon, Samurai Deeper Kyo; Monster, Gantz, Ayashi no ceres; Nana, Trigun, Shaman king, X; Maison ikkoku y Angel Sanctuary.
Como puede apreciarse, muchos mangas fueron convertidos en animes y se inscriben en géneros que van de la acción al erotismo, pasando por el romance, los superpoderes, el misterio, la fantasía, el terror y las preocupaciones colegiales.
Lectura especializada
El comunicador Lobsang Espinoza señala que hay una generación de jóvenes que ama la cultura japonesa debido a un proceso de dominación cultural silencioso que Japón se ha impuesto como meta. “Estas unidades o códigos culturales denominados ‘animación japonesa’ son referentes de la defensa de valores como la solidaridad, el compañerismo, la amistad”, asegura.
Podría pensarse por otra parte que el anime y el manga hacen que la juventud actual se haya divorciado de la realidad, a diferencia de generaciones anteriores que tuvieron inquietudes políticas y sociales.
Al respecto, Espinoza asegura que en todas estas series hay una combinación de misticismo y realidad que lleva a los involucrados a tomar conciencia del poder del mito y los rituales dirigidos a la divinidad. “El factor espiritual es determinante para Oriente y Japón está reenseñando esto a Occidente a través de sus industrias culturales. Las inquietudes de la cultura contemporánea están orientadas a la búsqueda de referentes de sentido de vida”.
Más aún, Espinoza considera que el único sentido de vida de Occidente es el material y que se ha embarcado en una misión autodestructiva: el consumismo. “Como decían los posmodernistas, los grandes referentes como la política, la sociedad, los mass media se rompieron y ahora vivimos en una sociedad en la que todo es posible, es decir en una sociedad en transición de valores”, subraya el comunicador.
Respecto a la violencia que se atribuye a los personajes de manga y anime, Espinoza señala que en Japón son muy estrictos con la censura. “El hentai tiene censura para adultos así que no se promueve la pornografía, sino que se la ubica dentro de una franja horaria que es permitida para todos los públicos adultos, esto es, después de las 22:00. Inclusive la pornografía es una manifestación cultural que habla de la necesidad de distender la enorme presión laboral que los japoneses deben soportar”.
Y puesto que luchar contra villanos, incluso en los rings de la imaginación, abre el apetito, los otakus pudieron degustar comida japonesa y coreana.