La ciudad, un espacio que no deja de reescribirse
Mientras uno camina, la ciudad se va reescribiendo. Viejas estructuras caen, nuevas se levantan, y el espacio en el que habitamos nunca es el mismo, siempre muta en algo que, a veces, parece ajeno a los individuos. El proyecto Ciudad Transferida, de los fotógrafos ecuatorianos Leonor Jurado y Eduardo Valenzuela, registra la destrucción/construcción que Quito vive a diario.
Ambos recorrieron, desde el pasado febrero, barrios del norte y sur de la ciudad, donde recogieron objetos de edificaciones derrumbadas, como fragmentos de paredes o pisos. Sobre estos soportes usaron la técnica de la transferencia Xerox para imprimir las fotografías de los sitios donde estuvieron, como un gesto de preservar la memoria.
El proyecto plantea regresar a la materialidad que la fotografía siempre tuvo. El objetivo es que la memoria tenga un espacio de reflexión sobre lo que está pasando con el paisaje de la capital, el cual ha tenido un cambio vertiginoso en los últimos 20 años. Ciudad Transferida marca una ruptura frente a la avalancha virtual de imágenes que acosan a Quito, y que son concebidas a través de dispositivos digitales.
“La obra parte de la sensorialidad. El hallazgo de los objetos ha sido por esta exploración de ir a los espacios, a los terrenos baldíos de lo que alguna vez fueron casas, y de ver cómo la madera fue reemplazada por el MDF (sigla en inglés de Medium Density Fibreboard), que es un material medio muerto, procesado, así como el granito fue reemplazo del mármol”, cuenta Eduardo.
Los objetos fotográficos que conforman Ciudad Transferida describen a Quito desde la materialidad y las estructuras que se imponen sobre los individuos. Imagen: Encuentro Iberoamericano de Arte.
Además de estos materiales de construcción, los fotógrafos también percibieron en el entorno, y de manera recurrente, el concreto, el bloque o los vidrios azules. Hay una materialidad que se impone y que Leonor cuestiona: “Luego de hacer las cartografías, de mapear dónde hemos fotografiado, es evidente cómo se mueve y concentra el capital en nuestra ciudad, en el país. Esto nos ha permitido buscar nuevos lenguajes fotográficos que no estén pensados desde esa condición de la fotografía, que siempre nos habla del tiempo y espacio. Lo nuestro tiene que ver con la percepción, con los sentidos...”.
A diferencia de la inmediatez con la que se fotografía actualmente, el trabajo de Eduardo (quien viene del fotoperiodismo documental) y de Leonor (quien trabaja con técnicas antiguas de fotografía) se basa en la construcción de imágenes.
Ampliar las posibilidades de la fotografía también es expandir las posibilidades de representar la ciudad, que no siempre son unívocas. “Nosotros hemos hecho un trabajo que va un poco en contra de la industria fotográfica, utilizando materiales reciclados”, reflexiona Leonor.
Algunos de los conceptos que maneja Ciudad Transferida se relacionan con la idea del sustrato (usar bases alternas como la pared, o el metal), la ruina (registrar la presencia/ausencia de los lugares) y el palimpsesto urbano (la reescritura constante de las ciudades).
El trabajo de Leonor y Eduardo es manual, económico pero laborioso. “Nuestra propuesta no es encontrar un ideal de cómo habitar la ciudad, sino reflexionar sobre lo que tenemos, de lo que está hecho nuestro espacio, lo que nos rodea”, apunta Eduardo.
“Lo que hemos hecho un poco es parar el tiempo”, dice Leonor.
Ciudad Transferida es uno de los 10 laboratorios locales que se ejecutan desde junio hasta septiembre, y que forman parte del IV Encuentro Iberoamericano de Arte, Trabajo y Economía Mapear no es habitar, cuya muestra se inaugurará el 13 de octubre. (I)