La cartelera de feriado, un coctel de drama y efectos especiales
Para sortear un momento los frenéticos viajes de feriado, las intensas fiestas de carnaval y el juego brusco de las calles, una de las alternativas fue el cine. Allí, una mezcla de historias fantasiosas, divertidas, vestidas de efectos especiales o serias, de corte histórico o dramático, esperaba.
En esa última categoría se ubica “Lo Imposible”, proyectada en la sala 4 de Multicines de Cumbayá, en Quito, recientemente inaugurada (el pasado martes), y a la que más de 50 personas decidieron entrar.
La breve sinopsis colocada en unas vallas asegura que se trata de la historia de una familia española de cinco miembros que sobrevive al tsunami en Tailandia en 2004, que se llevó la vida de más de 220.000 personas, según Naciones Unidas.
Otro de los datos que aparece es que fue realizada por el director español Juan Antonio Bayona, autor del filme El orfanato, y famoso por llevar dramas familiares a la pantalla grande. Advertidos del género fílmico los espectadores ingresaron a la sala como de costumbre: con golosinas que se compran al ingreso.
Las primeras imágenes mostraban una isla paradisiaca, agua celeste, sol intenso, arena blanca, un escenario lleno de confort. En la sala los murmullos surgieron: “Qué lindo” (mientras se escuchaban los crujidos de las envolturas del pop corn o de los chocolates). Aquel sosiego cambió drásticamente con la aparición de las imágenes de la primera ola gigante golpeando la ciudad y el hotel donde descansaba la familia Álvarez Belón.
La dureza del golpe, la lucha por no ahogarse en ese maremoto de confusión tanto física como emocional y esa necesidad de reencontrarse con la familia marcaron la trama que no dejó de impactar en ningún momento al espectador.
La narración visual de la destrucción de la isla, las heridas producto de la furia del mar y los diálogos que mostraban el miedo dejaron sin apetito al público, que tuvo que valerse de servilletas y pañuelos para secar sus lágrimas y ahogar los suspiros.
Karina, de 30 años, quien acudió al cine para evadir el aburrimiento del feriado, quedó absorta. No lloró, pero el sufrimiento reflejado en la pantalla la incomodaba. Su compañero de butaca sin reparos sacó un pañuelo de su bolsillo para secar sus lágrimas. En ocasiones levantaba sus anteojos para limpiarse la cara y seguir mirando la película.
Una vez que terminó la proyección, no fue raro, entonces, ver ojos humedecidos y rostros consternados. Una madre que fue con toda su familia comentaba: “Ya he llorado demasiado, vámonos”. Un joven, de unos 12 años, por otra parte, relataba con mucha energía a sus padres que había visto otra película similar, en la que había muchos efectos especiales.
El director de la película, que ha recibido críticas buenas y malas por la sobreexposición del drama y la búsqueda del llanto, sale al paso asegurando que se apegó a la realidad de la historia de la familia Álvarez.
“El límite fue la realidad, no recurrí al espectáculo, la película intenta reflejar de la manera más realista posible la experiencia de una familia que sufrió la tragedia del tsunami en 2004 y el relato de las 72 horas que estuvieron ahí, desde que llegaron, hasta que se marcharon”, dijo al diario español El Mundo.
Silvia, una joven que también acudió a ver el filme, asegura que la película no merece ningún premio (tiene 1 nominación al Oscar y 14 en los Goya) porque no encuentran nada extraordinario, excepto la historia.
Lo que destaca es la maquinaria que se usó para hacerla. La cinta se filmó en 20 locaciones en Tailandia y el ingreso de la ola gigante se recreó en el complejo cinematográfico Ciudad de la Luz de Alicante, España, en un estanque gigante.