La Bersuit fascinó por sus letras desenfadadas
Escaso pero efectivo. Así se podría definir al público que acompañó a la banda de rock argentino Bersuit Vergarabat el pasado miércoles en el concierto que dieron en El Teleférico de Quito. Y es que después de 25 años de trayectoria, y con varias bajas y nuevas incorporaciones en sus filas, la Bersuit no ha dejado de exponer su acertado trabajo, que va desde una lírica contestataria a los discursos normalizantes y represivos de la sociedad y de los gobiernos, especialmente del que vivió Argentina en su época de dictadura, hasta otra que desmenuza los desencantos del amor y exalta la alegría del movimiento del cuerpo.
Aunque estaba previsto que la agrupación ecuatoriana Papá Changó dé inicio al concierto, finalmente, y después de una hora de espera, la Bersuit decidió aparecer sin ningún telonero (no lo necesitaron). Su espectáculo estuvo cargado de una energía que nunca se dejó rendir, así como de unos espectadores que respondieron a ese mismo dinamismo, y que además, como leales seguidores, no dejaron de corear todas las letras de la banda argentina.
DATOS
“La Casa de las Artes de la Vieja Avellaneda” fue el sitio donde se conocieron por primera vez parte de los integrantes de la agrupación que aún no se llamaba Bersuit Vergarabat, en 1987 (Gustavo Cordera conoció a Juan Subirá y Pepe Céspedes).
Bersuit Vergarabat regresa renovada a los escenarios en 2011, con una nueva alineación en sus filas: Alberto Verenzuela (guitarra eléctrica y voz), Carlos Martín (batería y percusión), Cóndor Sbarbatti (voz y coros), Daniel Suárez (voz y coros), Juan Subirá (teclados, acordeón, melódica y coros), Óscar Righi (guitarra eléctrica, bajo y voz) y Pepe Céspedes (bajo y guitarras)Muchos creyeron que después de la separación definitiva de Gustavo Cordera, uno de los fundadores y voz principal, la agrupación no rendiría más. Se equivocaron. Pues quienes ahora comandan las voces principales del grupo, Cóndor Sbarbatti y Daniel Suárez, han demostrado lo contrario, así como el resto de sus integrantes. Por ejemplo, cuando se presentaron en el programa “Encuentros en el estudio”, de Lalo Mir, quien recibe a figuras representativas de la escena musical argentina, la nueva alineación de Bersuit Vergarabat destacó por la limpieza de sus voces y el diálogo alegre que tejen entre todos sus integrantes.
Con sus habituales pijamas, la Bersuit finalmente salió a escena después de la impaciencia del público, y lo primero que hicieron fue prometerles que visitarían el país más seguido, pues su última presentación fue en 2005. Y así, con la canción “El tiempo no para”, dieron inicio a su repertorio de la noche.
El uso de pijamas, según varios miembros de la Bersuit, tendría dos connotaciones: la primera es que cerca de donde se formó la banda, estaba la residencia psiquiátrica del Hospital Borda de Buenos Aires y decidieron usarlas en homenaje a sus internos, que rompían los límites de la “racionalidad”, pues andaban por los pasillos del centro hablando solos y caminando sin ningún rumbo.
La otra se refiere a que como la agrupación apareció en plena emergencia del rock noventero en América Latina, decidieron mostrar un lado más relajado de ese género musical con el uso de esta inusual vestimenta.
La provocación es una constante en todas sus letras, por ello, la segunda canción que tocaron, Porno star, que es un anagrama de la frase “Por no estar ahí”, fue una de las más coreadas de la noche: “Por no estar ahí / Tu amor perdí / Igual puedo jugar / Al porno star... ¡por no estar! / ¡Por no estar...! / Siempre los miro desde mi rincón, /Encañonados por la desazón, / Por más que quieren huirle al dolor”.
En solidaridad con la reciente muerte del jugador Christian “Chucho” Benítez, Bersuit Vergarabat le dedicó “Toco y me voy”, seguida de un coro en que el público gritaba el nombre del futbolista ecuatoriano: “Toco y me voy / la camiseta es como un dios / toco y me voy / no importa cuál sea el color... / Y si me pintan la cara / hoy no me voy a achicar / cuando me muerda la pena no voy a llorar /ha terminado el festival... /en un picado cualquiera / mi alma se echa a rodar, / este es el juego que siento y no pienso parar / yo pongo el cuerpo hasta el final / en una cancha o en un bar...”.
Pero también la banda argentina dedicó la canción “Vuelos”, inspirada en el libro “El vuelo” de Horacio Verbitsky, a las Abuelas de la Plaza de Mayo, una agrupación de mujeres formada en el último gobierno militar de Argentina, que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”. La finalidad de esta agrupación fue la de localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados y desaparecidos por la represión política de ese período y crear las condiciones para que nunca más se repita este tipo de violación de los derechos humanos.
Antes de tocar “Vuelos”, Juan Subirá, encargado de los teclados, el acordeón, la melódica y los coros de la Bersuit, exclamaba: “Ni perdón ni olvido”, mientras que el público gritaba entre saltos que superaban la estatura de los más pequeños: “El que no salta es militar”.
Entre el fulgor del desenfado de los músicos y del público, la banda también tocó “Sr. Cobranza”, una canción que arremete contra la violencia y discriminación que muchos, sobre todo quienes están en el poder, ejercen sobre la gente “rara”: “Te persiguen si sos puto, /Te persiguen si sos pobre, / Te persiguen si fumás, / Si tomás si vendés, / Si fumas si compras / Un pobre tonto para hacer para comer / Si tomás vendés comprás fumás / Y váyanse todos a la concha de su madre”.
Y de una letra que destila la denuncia social y política, la Bersuit pasa, sin ningún inconveniente, a otra más alegre, pero que no es menos descarada y sugestiva, como la que suele escucharse a viva voz en las fiestas a las que van despechados y desesperanzados: “Tomo para no enamorarme/ me enamoro para no tomar/ Por qué no te dormís/ por qué no laburas/ yo te mantengo/ y no te bañas”.
Y claro, para ya finalizar su espectáculo, siempre intenso, no podía quedar por fuera de su repertorio esa música basada en sus propias experiencias sentimentales, que quema los oídos por las verdades que va arrojando sin compasión, como la de la canción Un Pacto: “Un pacto para vivir/ odiándonos sol a sol/ revolviendo más/ en los restos de un amor/ con un camino recto/ a la desesperación / ¿desenlace? /en un cuento de terror”.