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Ecuador, 20 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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La autoedición, ¿clave de la democracia o riesgo para la calidad?

Fráncfort, Alemania.- Las agitadas relaciones entre editores y escritores impulsan cada vez más a estos últimos a optar por la autoedición, uno de los temas destacados en la Feria del Libro de Fráncfort de 2013.

“La gente siempre ha querido contar sus historias. Gracias a la explosión de las redes sociales y las nuevas tecnologías, cayeron muchas barreras”, explica Florian Geuppert, director general de Books on Demand, uno de los líderes mundiales de la autoedición, que publica cada año tres millones de libros y propone 17.000 ediciones digitales.

La autoedición, que permite a un autor publicar directamente su manuscrito en una edición de papel o en versión digital, sin intermediación de un editor, representa ya un 17% del negocio en Estados Unidos  y no para de avanzar.

El rechazo de los editores lleva a los autores a querer volar con sus propias alas, pero de momento es una causa minoritaria, opina Geuppert. “La principal motivación de los autoeditores es siempre hacer lo que quieren como ellos quieren”, sin controles.

“Los perfiles son muy diversos. Desde la niña que quiere publicar las recetas de su abuela o la persona que se lanza con su primer manuscrito, hasta autores profesionales decepcionados con la mercadotecnia de los editores tradicionales”, detalló Marguerite Joly, directora de marketing de la plataforma de autoedición alemana Epubli, que cuenta con 5.000 autores y 15.000 publicaciones.

Más libertad conlleva también mejores ingresos. Dependiendo del formato de autoedición, los autores pueden aspirar a llevarse entre el 15% y 80% de los ingresos por la venta de un libro, mientras que con un editor tradicional no ganan más de un 5% o 6%.

La autoedición, vector de la democracia

“Desde el momento en que un libro se publica, está disponible en las grandes plataformas de distribución como Amazon, Google Play o la Appstore de Apple”, explica Joly.

Aunque el libro digital gana terreno, apenas representa un 10% del volumen de negocios de los autores autoeditados, que siguen prefiriendo el papel. “Estoy muy satisfecho con la autoedición”, explica Gordon Muller-Eschenbach, experto en entrenamiento y autor de varios libros. Según él, “una editorial planifica en general con un año de antelación el lanzamiento de un libro. Pero, según los temas, a veces no se puede esperar tanto. Gracias a la autoedición, mi libro puede estar disponible en Amazon un mes después de haberlo terminado”.

Considera que la autoedición constituye también un importante vector democrático. “En un país donde la edición está bajo la censura de una dictadura, la autoedición permite poner rápidamente en el mercado obras críticas, que se pueden adquirir haciendo un simple clic”, explica  Muller-Eschenbach.

No obstante, sin la ayuda de las editoriales y sus recursos financieros, los autores deben encargarse ellos mismos de la maquetación del libro, de su promoción y de las relaciones con los distribuidores, lo que puede ocasionar desastres.

En 2001, el maestro del thriller Stephen King dio de qué hablar con el sonado fracaso de su obra The plant, autoeditada en formato digital.

“Hay historias muy bonitas en la autoedición, pero también muchas decepciones. No todo el mundo es escritor y hay intermediarios financieros que abusan de la credulidad de ciertos escritores, a quien eso les puede salir muy caro”, apunta Matthieu de Montchalin, presidente del sindicato de la librería francesa.

“La autoedición me parecería preocupante si los editores no fueran buenos”, considera Vincent Montagne, presidente del sindicato nacional de la edición, que valora como “algo bueno” la competencia de los autoeditores.

Pero que “haya un editor acompañando al autor durante su desarrollo a largo plazo es irreemplazable”, estima.

EL PAPEL SEGUIRÁ CON EDITORIALES MÁS PEQUEÑAS

Peter Meyer, quien estuvo dos veces al frente de Penguin, es uno de los visitantes asiduos de Fráncfort. Él discutió sobre el futuro de los libros basado en su experiencia: Meyer se retiró de las “grandes ligas” hace algún tiempo y regresó al nido para revivir Overlook press, una pequeña editorial-librería fundada por su padre en Nueva York.

Mayer sabe que los libros van a durar mucho y es consciente de que en el futuro “habrá menos libros, porque -dice- habrá menos librerías; seguirá habiendo papel, pero será para hacer mejores libros, más hermosos”,  explicó.

Y, añadió: “Los grandes grupos serán más chicos”. Él ahora tiene, además de Overlook, una pequeña editorial en Londres, “que está manejada por poca gente y edita al año un centenar de libros. Así será el negocio”, le dijo al periodista español Juan Cruz, en una nota publicada en la Revista Ñ, de Clarín.

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