La acústica del Ágora-CCE aún es deficiente
Una de las torres de sonido se apagó luego de varias interrupciones durante el show de Megadeth en el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). Era el martes 22 de abril de 2014, pero pudo haber sido cualquier otro día. Los conciertos masivos en ese sitio suelen ser irregulares por los problemas en la acústica. Esa noche, la banda estadounidense iniciaba una gira latinoamericana en la capital y era la segunda vez que llegaba al país, 6 años después de debutar en la Plaza Monumental de Toros Quito, un sitio que ya no acoge conciertos y donde ofrecieron una presentación memorable.
Hace 3 años, el quinteto trajo amplificación propia -a diferencia de 2008-, pero el concierto falló de todas formas. Las razones de que el sonido en el Ágora fuera deficiente son técnicas y apenas se puede remediar con costosas instalaciones.
La cubierta, cuyo material tiene una década de ‘vida útil’, fue instalada hace 26 años, durante la primera gestión –1992 a 1996– del actual presidente de la CCE, Camilo Restrepo. La obra se hizo con apoyo del entonces presidente de la República, Sixto Durán-Ballén. Restrepo también gestionó el cambio del graderío, lo cual mejoró la visibilidad para un número mayor de espectadores (isóptica). Pero la membrana convirtió el espacio en una caja de resonancia que requiere un rediseño.
Antes de la cumbre mundial Hábitat III se anunció una remodelación de las instalaciones de la CCE, sede principal del evento, pero en el Ágora solo hubo adecuaciones, además del lavado de la lona, la cual fue cubierta con pintura plástica para tapar las goteras. Los baños, que se inundaban, fueron reparados y se instaló una nueva batería sanitaria, para personas con discapacidad; los camerinos también fueron remozados y la acústica de las conferencias, realizadas en octubre de 2016, mejoró con la colocación temporal de telas, a mediana altura. En mayo de este año, Restrepo fue reelegido para un periodo que irá hasta 2021.
Una ‘mano de gato’
En el Edificio de los Espejos, Lázaro Bello recibe a este diario después de una autorización. Desde hace 3 años este ingeniero civil cubano trabaja en la Dirección de Servicios Técnicos de la CCE. Es el encargado de los más grandes auditorios de la Casa: los teatros Demetrio Aguilera Malta, Prometeo, Nacional y del Ágora.
Sobre las tablas del escenario que nos ocupa, Bello explica que el Cuerpo de Bomberos redujo el aforo posible a uno seguro: de 4.487 espectadores sentados a 4.250. Los espacios que deben quedar libres permiten que haya rutas de evacuación. Cuando se le pregunta sobre la acústica, el ingeniero empieza a aplaudir y el eco es trepidante. “Las condiciones técnicas no son las mejores, aunque el público reduzca el eco”.
En las paredes laterales del Ágora circular hay una ornamentación hecha con vinilo que no aparecía antes del Hábitat, pero que no tiene ninguna función sonora. La ausencia de paneles absorbentes, sumada a los vacíos en el techo, hace que el rebote sonoro sea inevitable y enorme.
Frente al acceso principal hay un muro blanco de 20 metros de largo por 2 de alto que Bello no permitió retirar porque las puertas deben permanecer abiertas durante los espectáculos. “Entonces, el muro impide que entren flujos de aire directamente hacia el público y evita en parte que el sonido tenga un efecto de embudo”, explica en el auditorio.
El muro también evita que lo que pasa en el escenario pueda verse desde los exteriores y el sistema de evacuación está ubicado en los pasillos, principalmente. El abogado William Núñez, del Departamento Jurídico de la CCE, confirma que lo que se hizo para el Hábitat fue darle “una ‘mano de gato’ a la membrana”.
Para los conciertos, las vallas se instalan de acuerdo a las localidades en que la empresa contratante divida al público. A veces están en el corredor central, otras, entre las gradas y no siempre permanecen fijas. El 1 de junio de 2012, por ejemplo, parte del vallado que se puso para el show de Barón Rojo terminó por los suelos. Y el 15 de marzo pasado la guardia privada de la presentación de Ángeles del Infierno tuvo que reforzar la valla colocada frente al proscenio porque los asistentes querían removerla.
La acústica imposible
Desde este mes, el precio del alquiler del Ágora varió. Hasta junio, el arriendo para cualquier evento tenía un costo de $ 3.800 más una garantía similar y también se autorizaba el uso del espacio si los organizadores cedían la taquilla de un segundo espectáculo a la CCE. La resolución 002-PCCE-2017 fija el monto del arriendo en $ 4.000 más IVA si el show a realizarse es nacional y $ 6.000 más IVA si se trata de eventos internacionales. En ambos casos la garantía es de $ 4.000.
El rebote acústico en el lugar va de 3 a 5 segundos, la diferencia depende de los equipos que se usen, explica Lenin Garzón, productor del concierto de Megadeth. Tener un técnico al frente de cada evento es clave, al igual que consolas, luces y video para paliar las deficiencias del lugar. Todo esto hace que los costos de producción aumenten. Garzón dice que el ‘desfase’ de los generadores que trajo el quinteto estadounidense se debe a que no estaban acordes a las condiciones del escenario.
Consultado por EL TELÉGRAFO, Andrés Raza, ingeniero de sonido que trabaja en el Teatro Nacional Sucre, añade que el alto del techo y el material con el que está hecho hacen más compleja la acústica. “Solo con los 100 o 110 decibeles que requiere un sistema principal en el sitio, el sonido directo llega a ser mayor que el de las reflexiones (rebotes), eso hace que se difumine todo”. La mezcla a altos niveles de presión, con grandes equipos, puede tapar los reflejos de sonido, dice el especialista. Eso exige recursos adicionales para reforzar el sonido, como torres de delays y outfills. (I)