Kronos, espeleología musical que cumplió cuatro décadas
Nueva York celebró en el Lincoln Center el 40 aniversario de Kronos Quartet, grupo que se ha dedicado a explorar, casi de manera espeleológica (desde sus orígenes), las sinergias entre cuatro instrumentos, comunicándose con las diferentes culturas del mundo.
Kronos era el dios griego de las edades, por lo que temer el paso de los años sería como tenerse miedo a sí mismos. “Me alegro de que el tiempo avance. Puedo recordar nuestro primer ensayo, el primer concierto, el primer estreno mundial... parece que fue hace poco. Pero cuando haces algo que te gusta, el tiempo pasa muy rápido”, aseguró David Harrington, fundador de la banda, en los días que duraron los conciertos.
Pero Kronos, además del tiempo, tiene en el espacio su otra coordenada y el recorrido vital de dos violines, una viola y un violonchelo ha viajado desde el rincón poético con Allen Ginsberg al pop del siglo XXI con Nelly Furtado, pasando por el glam con David Bowie, la música experimental con Laurie Anderson, el piano de Philip Glass o los tangos con Ástor Piazzolla.
DATOS
Kronos Quartet fue fundado en Seattle (Washington), en 1973, por David Harrington, el único miembro original del grupo, al que lo completaban Tim Killian, Walter Gray y Jim Shallenberger.
La banda tiene 12 discos y ha vendido 1,5 millones de copias.
Interpreta temas de autores como Philip Glass, Arvo Pärt, John Zorn o Ástor Piazzolla.
En el filme Réquiem for a dream, de Darren Aronofsky, interpretaron Lux aeterna, tema de Clint Mansell.
Todos ellos han querido llamar a las cuatro puertas que hacen reverberar de manera mágica cualquier género y que, originalmente, abrían Harrington, Jim Shallenberger, Tim Killian y Walter Gray. “Soy un coleccionista de experiencias musicales, y cuando suficiente gente se da cuenta de ello, te ayuda. Si eres niño, coleccionas bichos, sellos, piedras, tus familiares miran por ti y tus amigos y colaboran”, asegura el único miembro original del cuarteto, que se ha ido reponiendo a sus compañeros con músicos a menudo formados por su propia escuela, el Under 30 Project.
Ganadores de un Grammy en 2004, vendedores de millones de discos e innovadores escarbando en las músicas milenarias, Kronos Quartet se entregó en estos días al público neoyorquino con una suerte de síntesis de su flexibilidad musical, con Harrington y John Sherba al violín, Hank Durtt a la viola y Sunny Yang en el violonchelo.
Cinco conciertos al aire libre en que hasta ayer interactuaron con la intensidad ucraniana de Mariana Sadovska en la pieza de estreno Chernobyl. The Harvest, con la música ambidiestra Emily Wels, la vietnamita Vanessa Vo o el gurú de la música electrónica Dan Deacon, cerraron el ciclo titulado Kronos at 40 que se complementa con danza contemporánea de Mark Dendy.
“Nuestra música es una manera de afrontar las fuerzas del universo”, dice Harrington, que agrega: “Me gusta la ciencia, aprender cosas. Creo que todos disfrutan aprendiendo algo nuevo. Te hace sentir bien, pensar que el mundo no es tan complejo ni tan oscuro como para dejar de explorarlo”.
La labor de Kronos Quartet sería, entonces, la del Cicerone que guía al público por ese viaje iniciático por lo desconocido. “El público no tiene que perder 24 horas al día en la música, pero debe confiar en nuestros criterios. En esa música que nos ha dado magnetismo, que nos ha hecho sentir más vivos. Queremos que piensen que hay música que no conocían, que hay vida que no conocían. Que es maravilloso estar vivo”, dice Harrington.
“Es duro ser músico. No es una vida fácil, viajando todo el día, ensayos... Pero lo que la vida te da a cambio a ti y a tu familia es inmenso. Lo que tengo es una increíble satisfacción, conociendo a algunas de las personas más creativas que existen”, concluye.