Kertész usó la escritura para sobrevivir

El húngaro Imre Kertész (Budapest, 1929-2016) recibió el Premio Nobel de Literatura en 2002 por su obra, a través de la cual relata su sobrevivencia en el campo de concentración de Auschwitz, lugar al que llegó por la persecución que emprendió el nazismo contra los judíos y que marcó la historia del siglo XX.

Su testimonio a través de libros como ‘Sin destino’ o ‘La última posada’, que será publicada el 6 de abril, constatan que la escritura y la literatura le sirvieron al escritor húngaro como oasis en su travesía.

Kertész era un muchacho de 15 años cuando fue deportado en 1944 por la policía húngara al campo de exterminio alemán de Auschwitz, en Polonia. Cuando regresó a Hungría no solo halló la casa de sus padres ocupada por extraños, sino que se dio cuenta de que se encontraba totalmente solo, que su familia había sido engullida por la maquinaria nazi asesina.

“El novelista húngaro arrastra al lector a los recovecos del sistema de exterminio nazi sin utilizar apenas adjetivos -dice Guillermo Altares en su obituario, publicado en diario El País-, con unas descripciones precisas que se quedan grabadas en la memoria. Sus textos atrapan por su belleza literaria y, a la vez, por el espeluznante mundo que describen, por la forma como nos obligan a reflexionar sobre el mal absoluto”.

Kertész declaró en una entrevista a diario El Mundo, que la gran tarea de su vida fue transformar toda la negatividad vital que le dejó la experiencia de Auschwitz en creatividad. “He vivido tanto en el sistema nazi como después en el comunista, y he observado que, en ambos casos, el poder transforma profundamente las bases del carácter humano. Describir ese proceso es el núcleo de mi obra”, dijo el autor. Tras su muerte, este jueves 31 de marzo, su obra queda en los terrenos de la literatura como una de las mejores narrativas sobre este período de la historia. (I)