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El Telégrafo
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Kathrin Passig discute los problemas de hablar

Passig es autora de 16 libros, 11 de los cuales han sido traducidos, como la Enciclopedia de la Ignorancia.
Passig es autora de 16 libros, 11 de los cuales han sido traducidos, como la Enciclopedia de la Ignorancia.
Fotos: cortesía
01 de abril de 2018 - 00:00 - Valentina Uribe. Corresponsal en Berlín

Contrario a lo que dictaría el sentido común –que los problemas es mejor solucionarlos discutiéndolos cara a cara– para la escritora e investigadora de internet, Kathrin Passig, la comunicación escrita en espacios digitales provee una plataforma más productiva para la resolución de conflictos.

Además de ser escritora, periodista, columnista y administradora de una tienda online de camisetas con frases e imágenes generadas aleatoriamente, Passig es una de las figuras en Alemania que más se ha interesado por decodificar y entender los procesos sociales y lingüísticos que han surgido en el país desde la llegada de internet en los años 90.

“Muchas veces he escuchado –leído más que todo– que muchos conflictos en  internet, como las llamadas ‘guerras de flames’, son producto de malentendidos que surgen a raíz de los límites de la comunicación escrita”, afirma Passig.

“Se presume, de manera implícita o explícita, que estos malentendidos pueden ser evitados si tan solo los habláramos cara a cara pues se cree que la evolución ha optimizado la comunicación oral y que, por consiguiente, todo lo demás constituye un paso hacia atrás. Pero desde hace algunos años respondo a estas acotaciones diciendo que no estoy tan segura de que eso sea cierto. Creo que la comunicación escrita tiene muchas ventajas a la hora de resolver conflictos”, agrega.

La doctora en Sicología de la Universidad de Sudáfrica, Elza Venter, opina que “la comunicación mediada por computadores (CMC) carece de señales no-verbales apropiadas, lo que impide la transmisión de emociones y actitudes y pone en riesgo el significado de los mensajes”.

Pero Passig, por su lado, afirma que estos argumentos están basados en teorías evolucionistas que privilegian y discriminan ciertos grupos de la sociedad.

“En su libro sobre la historia social del teléfono en América, Claude Fischer afirma que la mayoría de mujeres entrevistadas expresaron que las conversaciones telefónicas con sus amigos y parientes eran más francas e íntimas de lo que eran en persona… Había mayor información emocional. A veces no solo es más fácil pedir disculpas cuando no estamos frente a frente, sino que cuando hablamos en persona puede suceder que terminemos hablando de un tema diferente y, así, obviemos o ignoremos el conflicto”.

Mayor información emocional no es siempre de ayuda cuando nuestro objetivo es resolver un conflicto o un malentendido. De acuerdo con Passig, esto se debe a que “no hay una manera correcta de interpretar las emociones y gestos de las personas y en muchos de estos casos más información emocional puede implicar más y mayores malentendidos”.

“Es cierto que muchas veces las señas corporales no verbales son importantes para ‘leer’ una situación correctamente, pero esto es un arma de doble filo porque la discusión puede apartarse de los argumentos e inclinarse hacia lo emotivo”, concuerda el escritor colombiano Andrés Mauricio Muñoz.

Él añade que al hablar con alguien sus temas pueden parecer agobiantes, absurdos. “Esta lectura adicional que da lo corporal suscita un sesgo que puede ser tanto positivo como negativo. Si se usa bien, si se tienen las destrezas, de seguro puede ser edificante”, dice Muñoz.

De manera casi instintiva favorecemos la comunicación verbal sobre la escrita cuando buscamos resolver un malentendido, pero esta preferencia de la oralidad contiene en sí un grado discriminante.

Investigadores como Elza Venter afirman que la comunicación frente a frente es para todos la mejor manera para tomar decisiones, resolver problemas y crecer de manera relacional. Pero estos argumentos ignoran la experiencia, por ejemplo, de los ciegos, los sordos, los feos, los tímidos, las personas que necesitan más tiempo para interpretar las señas sociales, personas muy jóvenes o muy mayores, las personas que simplemente no pueden estar presentes en X o Y momento y por X o Y razón en una discusión, y las mujeres.

El académico norteamericano Lawrence Lessig argumenta que “la arquitectura original del ciberespacio habilitó la participación de muchas clases de personas que eran discapacitadas en el espacio real y le brindó a muchos grupos sociales algo que no tenían antes. El ciberespacio cambió la mezcla de beneficios y cargas que las personas enfrentaban. Con relación al espacio real, los letrados fueron habilitados por el ciberespacio y los atractivos  impedidos”.

Con respecto a los beneficios -de participación, inclusión, y la posibilidad de ser tomados en serio- que la comunicación escrita le brinda a ciertas comunidades y minorías, Kathrin Passig afirma que la oralidad también es un privilegio.

“Hablar en público es un acto de prestigio y belleza. La comunicación escrita ha permitido que personas que en otros casos no podrían hablar, tengan un lugar en el discurso social. Que sus opiniones sean tomadas en serio y no sufran por ellas repercusiones que afecten su integridad corporal. El modelo de comunicación que facilita el ciberespacio le permite hablar a aquellos que necesitan permanecer en el anonimato, como cuando se discuten temas de posibles efectos estigmatizadores o aquellos en los que es crucial tener un registro documentado de la discusión”, agrega Passig.

La también periodista remarca que “se dice que aún necesitamos tiempo para adaptarnos a los modos de interacción que el internet y la tecnología facilitan, sin embargo lo mismo sucede con la lectura… nadie diría que deberíamos dejar de leer y escuchar más porque la evolución ha optimizado nuestras habilidades de comprensión escrita”. (I) 

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