Juan Villoro, escritor mexicano
Villoro: "En los 60 el arte buscó cambios y el mundo se volvió consevador"
Dicen de Juan Villoro que presenta libros en todas partes del mundo al estilo de un rockstar. El último que lanzó fue El Apocalipsis (todo incluido) editado por el Quirófano, una pequeña editorial que lleva el escritor guayaquileño Augusto Rodríguez.
La primera edición se publicó con Almadía, otro pequeño sello con el que la ecuatoriana Mónica Ojeda sacará una nueva edición de su segunda novela, Nefando.
Le han dicho que publicar con pequeños sellos es casi un suicidio. Él cree que lo es cuando se vive de los derechos de autor y que las editoriales independientes de América Latina deben potenciarse y volverse más competitivas.
“A 200 años de las independencias de América Latina nos quejamos de que el filtro editorial siga en manos de los españoles, pero los autores no hacemos lo suficiente para cambiar esta situación. Me refiero sobre todo a los autores consolidados que pueden publicar en España o en una editorial independiente”, dijo Villoro en Guayaquil, antes de tomar un vuelo de regreso a México.
Piensa que, aunque aún las estrategias comerciales de editoriales locales son mínimas, las recompensas resultan muy grandes pues, a largo plazo, quienes defienden los proyectos tienen mucha más posibilidad de conectar con los lectores y están más convencidos de lo que están publicando.
El panorama editorial en el que se mueve Villoro, sin firmas con editoriales y sin agente puede resultar problemático y es totalmente distinto al que se vivía en los 60, cuando su maestro, el editor ecuatoriano Miguel Donoso lo recibió en sus talleres a los 15 años. “Ahora todo es mucho más simple y menos arriesgado”, dice Villoro.
Usted siempre ha dicho que Miguel Donoso es su gran maestro y pese al reconocimiento que tiene como tallerista en México y Ecuador no ocurre lo mismo con su trabajo como escritor. ¿Qué pasa con su literatura?
Él escribió principalmente en los años 60 y 70. Era un tiempo en el que la literatura era totalmente atrevida. Era normal que la literatura latinoamericana sea novedosa, vanguardista y pudiera llegar a la mesa de las novedades. Las grandes novelas de América Latina eran formas de la complejidad, eran caleidoscopios que tenían paisajes cambiantes. La literatura de Donoso está muy vinculada con este tipo de escritura. Luego el mundo se volvió mucho más conservador. Pensamos que el progreso va hacia adelante pero muchas veces el tiempo avanza hacia atrás. Pero es el tiempo de esa literatura. Si lees ahora a Vargas Llosa es mucho más conservador que cuando escribía La Casa verde o Conversación en la Catedral y otras novelas con grandes desafíos escriturales. Este escritor se simplifica, en parte porque el mundo exige mucha más sencillez. El mundo de la literatura arriesgada que escribió Donoso hoy en día no conecta con un mundo más sencillo, más conservador.
¿Qué nos hace conservadores?
Es difícil encontrar razones para los gustos de una época. Pero el gran optimismo de los años 60, la contracultura, la concepción de la vida, la psicología de la realidad, de la vida erótica, los paraísos de la droga, utopías políticas realizables, los cambios de religión, todas estas rupturas de los años 60 lógicamente influyeron en la escritura y en el arte. El arte buscó cambios, pero el mundo se volvió conservador.
E indiferente…
Indiferente porque la indiferencia es muy cómoda. Si eres indiferente no te tienes que comprometer con nada y vives tranquilo. No solo hay desconfianza con la idea de cambio, sino conflictos morales no resueltos. Se confunde la responsabilidad moral con muchas cosas. Ahora es muy conflictivo hacer determinada broma o que un personaje tuyo la haga. Hoy en día el nivel de vigilancia y censura es muy alto.
¿Quiénes ejercen esa vigilancia?
La vigilancia la ejercemos todos. Me parece maravilloso que exista una ideología de respeto al otro. Pero muchas veces esto nos impide trazar un personaje profundamente neurótico, que dice cosas oprobiosas y que no necesariamente las está defendiendo. Una de las mejores novelas de la historia de la literatura es Lolita, de Vladimir Nabokov, que es la historia de un asesino, contada por un asesino y que seduce a una menor de edad. Es un criminal por partida doble y ese criminal escribe una de las mejores novelas y eso no tiene que ver con que se promueva el delito, sino que se compruebe que incluso la persona más oprobiosa tiene algo que decir. En su día Lolita fue sometida a juicio y hoy en día volvería a serlo. Hubo un paréntesis en que la literatura fue más libre. La literatura de Donoso tiene que ver con eso.
Él escribe de un trío amoroso, un hombre con dos mujeres que mientras tiene relaciones tiene otras ideas, es algo muy común para los 60 y muy inusual para lo actual. La modernidad de los 60 de Donoso se ha vuelto muy compleja hoy en día.
La superficialidad lo cataloga todo...
Vivimos una época de consumo, valores relacionados más con los precios que con los contenidos de las cosas. En este mundo ves cómo la literatura se ha adelgazado totalmente y tiene la consistencia de un guion de cine, no tiene textura literaria. He oído a editores rechazar textos porque son demasiado literarios, lo cual es una paradoja. Es como rechazar una película porque es demasiado cinematográfica, debería ser un elogio que es muy literario.
¿Esa simpleza es una carga para el ejercicio de la literatura?
No es un problema porque todas las épocas han tenido circunstancias extrañas. Ha habido escritores grandiosos metidos en malentendidos. Lo importante es que cada quien pueda escribir lo que quiere. Es como un juego de tahúres: estas son mis cartas y me las juego con ellas y si son triunfadoras ya me lo dirá el destino. Lo importante de la literatura es escribirla. Lo que venga a continuación es añadido. (I)
La colección
El Apocalipsis
Se trata de un conjunto de relatos con personajes comunes en situaciones extrañas.