Joshua Vela trabaja con imágenes no deseadas
La obra del artista galapagueño Joshua Vela está marcada por la distorsión, por la imposibilidad de alcanzar una imagen clara. El gesto estético de Vela en su trabajo plástico -caracterizado por colores que transitan en la escala de grises y pintados sobre formatos verticales que emulan dispositivos electrónicos, como los celulares- se manifiesta en su necesidad por plasmar una realidad alterada, llena de fallas.
El ser y la máquina -su más reciente muestra que se inaugura hoy, a las 19:30, en la galería Ileana Viteri- representa su exposición de graduación de su licenciatura en la Carrera de Artes Visuales (CAV) en la Universidad Católica de Quito. Sus obras han sido expuestas anteriormente en diversos espacios y fueron seleccionadas en la última edición del Premio Brasil y en la muestra Constelaciones que recogía los 20 años de creación del CAV.
Esta muestra es el resultado de las indagaciones que Vela hizo en su tesis de graduación, en la que hace una interpretación de El ser y el tiempo, de Martin Heidegger, libro en el que el filósofo alemán trata sobre los problemas de la sociedad actual.
“Con este trabajo reflexiono y actúo sobre el llamado ‘camino heideggeriano’ que nos plantea en ese ‘arrojamiento’ al mundo, el paso de lo impropio a lo propio, de lo impreciso a lo preciso, de lo inauténtico a lo auténtico y que, en ello, nos recuerda constantemente que hemos olvidado que estamos vivos; todo ser está conectado y nos hemos olvidado de ser libres”, dice Vela.
Los cuadros del artista son una materialización de sus reflexiones que dialogan con la filosofía y con la contemporaneidad. En ellos se revelan las fallas y los errores (glitches) que definen a los individuos, quienes transitan entre el desbalance físico y mental. En el caso de Vela, quien interpela la tecnología, hay una intención por explorar la relación entre el cuerpo y la existencia, que en sus pinturas se traducen en hardware y software.
Sus imágenes no deseadas son sucesos que él capta de la cotidianidad y que luego traduce en colores austeros. “Lo que me gusta del color negro es que se preocupa más de la forma y no de otros componentes que pueden distraer”, comenta el artista.
Ileana Viteri, la galerista que acoge la primera muestra individual de Joshua Vela, dice qué es lo que más le interesa. “Es como un lenguaje de códigos binarios, de significados e imágenes que se decodifican a partir del número y sus extraordinarias asociaciones; pueden convertirse en experiencias inteligibles y, sobre todo, sensibles, plenamente humanas, precisamente porque alcanzan la dimensión poética”. (I)