Anécdotas de JJ se reviven en un libro
Cuando le mostraban una melodía a Julio Jaramillo, solo cantándole al oído, el tenor podía replicarla sin mayor dificultad. Era un fenómeno musical.
“Todo lo que grababa, pegaba”, cuenta Hugo Cobos, su antiguo “representante sentimental”; el amigo con quien compartió su vida en Venezuela.
“La gente decía que tenía 38 hijos, yo no le echo la culpa a él, las mujeres se le metían por los ojos; él tenía que sacárselas de encima”, constata su excómplice.
Su narración está plasmada en el libro El Carnaval de la vida de Julio Jaramillo, del periodista, poeta y escritor, Jorge Martillo Monserrate.
Una recopilación de crónicas que creó para medios impresos donde laboró, pero que por espacio, no pudo publicarlas en su totalidad.
No conoció personalmente a Míster Juramento. Lo hizo a través de entrevistas realizadas a colegas que compartieron su vida artística.
“Su voz es nuestra. Él interpreta nuestros sentimientos. Por eso es nuestro. Es un ídolo, un clásico, un inmortal”, dice Martillo en su obra.
Estas conversaciones le permitieron crear un perfil del tenor y compositor de 49 canciones, que muchos desconocen.
Su búsqueda lo ha llevado a replantearse una pregunta que otros biógrafos también se han hecho ¿Qué es realidad y qué es ficción de JJ?
Para él, un personaje real que en tan solo 23 años de vida artística grabó más de 5.000 canciones.
Sin dejar a un lado detalles de su vida íntima. “Procreó 27 hijos de diversas nacionalidades: 13 ecuatorianos, 9 venezolanos, 1 mexicana, 1 peruana, 1 chileno, 1 norteamericana y 1 colombiano”.
Recuerdos de sus colegas
Las anécdotas asoman de voces reconocidas en el texto, como la que narra Fresia Saavedra, cuando dice que JJ se colaba en sus ensayos.
“Atrás de uno se ponía a cantar las canciones que estábamos ensayando”, recuerda La Señora del Pasillo.
El fallecido Carlos Rubira Infante también hablaba del joven al que conoció a los 14 años y apodaban “El Negrito de las radios”.
“Con Gonzalo Vera nos fuimos a pasear por Samborondón y cantamos en trío. Eso no lo dice nadie en la historia. Éramos el trío Los Porteños. Nunca grabamos, solo nos presentábamos”, le contó el compositor a Martillo.
Los primeros años de JJ no fueron los de gloria. Pedro Manuel Espinoza, dueño de El Rincón de los Artistas, lo revela en su relato.
“Medio sabía tocar la guitarra. Aquí aprendió, después se hizo famoso (...) Él tuvo que salir del país porque aquí (Guayaquil) lo trataban mal de pura envidia”, critica Pedrito “El Capitán”.
Los pasos de Jaramillo por Venezuela recrean su sencilla y picaresca personalidad.
Hugo Cobos cuenta que jugaba con él cuarenta. Lo acompañaba a los bares y le conocía la forma de pactar sus presentaciones.
“Cobraba por grabar un elepé $ 4.000 y por un sencillo de -45rpm- $ 2.000. Nunca trabajó fijo para una disquera”, le dijo a Martillo.
Pocos días después de su segunda operación para extirparle cálculos en la vesícula, Jaramillo se debilitó.
Su cuñada, Ana María Romero Danic estuvo en su lecho de muerte, sin saber la magnitud de la fama que el “Ruiseñor” había conseguido.
“Yo le decía ten fe, hay que conservar la calma, ya todo va a pasar. Él me miraba atento (...) de pronto hice algo que cambió la rutina: tomé sus manos, limé sus uñas y las cepillé”, relata la hermana de Nancy Arroyo.
El Carnaval de la vida de Julio Jaramillo ganó, en la categoría de Distribución, los fondos concursables del Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades (Ifiac).
“Es un archivo y una memoria fundamental para comprender al polémico hombre que dio voz a Nuestro Juramento”, sentencia el poeta sobre su ídolo.
La obra fue editada por Cadáver Exquisito. (I)