Jacob Ormaza, un violinista con proyección internacional
El apellido Ormaza ha recorrido varios escenarios dentro y fuera de Ecuador. La pasión por la música clásica instrumental une a cinco hermanos, Alejandro (29), Isaac (27), Gabriel (24), Jacob (19) y Aaron (17) que desde la infancia han tenido una formación disciplinada en el ámbito musical.
Jacob es el cuarto de este quinteto de hermanos. Tiene 19 años y desde hace 15 toca el instrumento escogido por su madre, el violín. Su inspiración viene de su hermano mayor Alejandro cuando comenzó a ganar concursos y recitales. Con la llegada de la violista polaca Úrsula Izak.
Su primera experiencia fuera del Ecuador la adquirió en una gira por Perú y Chile cuando era parte de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guayaquil y tenía 14 años. Durante ese tiempo pudo conocer Costa Rica y gran parte del país, ya que anualmente se realizaban conciertos nacionales e internacionales. En 2010 tuvo la oportunidad de viajar a Alemania a formar parte de la fila de primeros violines de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de Baden-Wurrtemberg, gracias a una invitación hecha por el director de la orquesta. En esta ocasión, el concertista indica que fue el viaje que le cambió la vida porque era el único ecuatoriano en una orquesta extranjera.
Este mes de marzo, la directiva del YOA, (Young Orchestra of the Américas) lo eligió por segunda vez consecutiva ser parte de las filas de la Sinfónica de las Américas integrada por músicos jóvenes, entre 18 y 30, que representan a más de 20 países en el Hemisferio Occidental. Considera que el alto nivel de sus compañeros implicó que demuestre lo mejor de sí.
De tu experiencia en la YOA del año pasado, ¿Qué aprendiste de nuevo? ¿Hasta que punto el viaje cambió tu vida?
El tocar en una orquesta del nivel de la YOA fue sin duda la mejor experiencia que he tenido en mi campo profesional. Para comenzar, el ambiente de trabajo era muy óptimo; todos los integrantes eran de muy alto nivel, lo cual comprometía uno a estar siempre en el mejor nivel para no desentonar. Por otro lado, los profesores que impartían los talleres son músicos de renombre internacional. Por ejemplo, el tallerista de los primeros violines es el concertino de la filarmónica de Bruselas. Sin duda, fue increíble formar parte de una orquesta de primer nivel, con un director excelente. Yo creo que el viaje si cambio mi vida, no solo por el hecho de haber adquirido mas conocimientos en mi área, sino porque también pude conocer a personas de todo el continente, y pude conocer un país tan desarrollado en el ámbito cultural como lo es Chile.
¿Cómo fue la convivencia con los otros participantes de la orquesta? ¿Qué hacían los jóvenes después de practicar? ¿Cómo se divertían?
Bueno, la verdad es que las primeras dos semanas fueron muy extenuantes. Se trabajaba prácticamente a triple jornada, en otras palabras, todo el día. Yo me tenía que levantar a las siete y media de la mañana y el desayuno era a las ocho. A las ocho y media debíamos estar listos para salir, y a las nueve comenzaban los ensayos, que duraban hasta las 12 30. De ahí comíamos y teníamos un pequeño descanso. Para las dos y media debíamos estar ya en la sala de ensayo y de ahí era hasta las 6. En la noche se daban charlas. Después de toda la rutina, muchas veces se hacían pequeñas reuniones y otras veces fiestas. La verdad es que estas ayudaban mucho, se comía y bailaba bastante, se conocía mejor a las personas, permitía liberarse del estrés de toda la jornada pesada de trabajo. ¡Pero lo mejor es que no había reggaetón!
¿Qué esperas de esta nueva experiencia del YOA?
Lo primero, seguir creciendo como músico, que es lo mas relevante. En segundo lugar, conocer más lugares, ya que en esta gira vamos a visitar seis países de Centroamérica. Por otro lado, aspiro a conocer a más gente y profundizar mi amistad con las personas con las que ya estuve en la gira anterior.