Publicidad

Ecuador, 27 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El archivo del fotógrafo lo guarda su familia

Iván Garcés, la mirada política que rompió límites estéticos

Iván Garcés, la mirada política que rompió límites estéticos
25 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

Tomar fotografías es algo que se puede aprender en un taller de una semana, es una cuestión técnica, pero ser fotógrafo, hacer de las imágenes un oficio, puede tomar una vida entera, con sus caminos recorridos y los sueños incluidos en ello.

El fotógrafo Iván Garcés (1963-2015) dedicó —desde que tenía quince años— casi cuatro décadas a capturar imágenes, a hacer de eso un arte más allá de la técnica, de la academia y de cualquier definición. “Nunca fue una simple afición o un hobby para mí. Desde que empecé a hacerla supe que sería mi profesión y mi gran amor”, dejó escrito en su sitio web (ivangarcesfotografia.blogspot.com), a manera de autobiografía, de una instantánea que lograra sintetizar, congelar una vida vertiginosa, dedicada a esperar el momento preciso para —click— detener el tiempo con el fin de atrapar un espacio y lograr que esa pausa narre una historia y provoque una reflexión en quienes la miraran.

Otro fotógrafo —“pero, ante todo, su amigo”—, Paco Salazar, conoció a Iván cuando hicieron, junto con Pepe Avilés, el restaurant, café, bar, jazz club Pobre Diablo, a inicios de los 90. Entonces, los rollos fotográficos aún no eran reemplazados por los archivos digitales y las muestras visuales se transportaban como naipes, en cajitas de fotos. Cada imagen suscitaba una idea, un recuerdo, una conversación e, incluso, la primera exposición fotográfica de Salazar, que, desde su nombre, proponía un viaje: “Si vieras lo que yo he visto con tus ojos...”, y en la que también participó Iván Garcés.

Paco hace un acercamiento a lo que pudiera ser un retrato de su amigo y colega: “más allá de fotógrafo, el Iván era un tipo que estaba inquietando siempre a todo el mundo —recuerda emocionado—, siempre estaba proponiendo imágenes para discutir, siempre buscó romper los límites”. La experimentación en el laboratorio, una cosa evidente más allá del tiempo, da cuenta de esa transgresión en toda regla: “mientras en ese momento éramos muy radicales en cuanto a la técnica, a la realidad, al negativo, a la calidad de la impresión y al uso adecuado de los papeles —dice Paco—, Iván transgredía ese discurso, era capaz de desenfocar: buscaba romper los formatos, las formas, sin dejar de lado un brutal respeto por la estética”.

El ‘Trío tres tuertos’ unió las miradas de Iván, Paco y Pepe Avilés; de esa forma sus imágenes, que no veían la luz más que en espacios informales, llegaron a la Casa de la Cultura ecuatoriana durante cuatro días de mediados de los noventa en que la lluvia puso al techo por los suelos, “había unas condiciones precarias para la cultura y aún ahora el diálogo sobre la fotografía no se ha dado, no estamos hilando una historia del país desde las imágenes”, dice Paco Salazar, para quien “en los noventa, la ciudad deja de ser colonial y blanca, empieza a hablar la noche, empieza a ser una ciudad mucho más urbana, de cemento y vida en la vereda. Así vivimos nuestros primeros años creativos y nos hicimos amigos”.

El imaginario visual quiteño se expuso en varios países gracias a estos precursores de la fotografía, un arte que —según escribió el fallecido Iván Garcés— “ha estado conmigo en las buenas y las malas, incluso en los peores momentos. Hemos ido de la mano por largos caminos y siento que seguiremos así hasta que me canse de ver, que para mí es como respirar”, una historia de vida tras su flash. (I)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media