Isabel Espinoza muestra su obra transparente
Una de las instalaciones de la artista Isabel Espinoza (Puerto Quito, 1968) está construida tras un círculo de piedras, sobre granos de cacao fino de aroma, junto a pimienta y tierra. Sobre esos elementos cuelga un grupo de garabatos, utensilios que en la Costa ecuatoriana se usan para agrupar la maleza -como con un gancho- para podarla.
La metáfora tiene que ver con la transformación de la naturaleza, explica Espinoza. Los campesinos y los trabajadores de las finanzas están representados en la obra, que se ha montado en la matriz de Produbanco (Avenida Simón Bolívar y vía a Nayón), en la que cada piso tiene espacio para galerías.
La primera planta está ocupada por una muestra pictórica que acompañó la presentación del libro Silencios habitados, de la artista que estudió escultura y grabado. El arte figurativo es la base de su imaginario, a través del cual ha recreado leyendas tradicionales como el de la tunda, visible en sus dibujos.
Situaciones de abandono, movimiento, descentramiento, identidades grupales o individuales están representadas en los dibujos de la artista.
“Figuras primigenias, sobre papeles transparentes, como conceptos para el discurso, recursos”, dice la artista que emplea cabezas y cuerpos en cada imagen.
En París y Bruselas están los primeros repositorios de esta serie, una parte de la cual también está en la Galería de Arte Ileana Viteri (Pasaje Camilo Destruge N24-633 y Francisco Salazar), en que la muestra se presenta como Silencios habitados. La exposición se extenderá a un ciclo de conferencias sobre arte y finanzas, que se anunciarán en los próximos días.
Isabel reflexiona sobre el trabajo artístico, que está más allá del atelier. Dice que no cree en la inspiración tanto como en el trabajo duro. Un perfeccionismo que se nota en sus obras.
Hasta el 19 de enero de 2018 se podrán ver sus pinturas en el edificio Ekopark, mientras que en la galería del edificio Inluxor, sus esculturas y dibujos estarán hasta el 14 de enero.
El libro de la artista da una idea general de su trayectoria y la curadora Genoveva Mora Toral definió su plástica como contenedora del “ser humano universal, en toda su complejidad. Su vida, bagaje, estudios y voluntad de artista han llevado lejos a Isabel”, explica Mora Toral.
El modelaje, la escenografía, la actuación, los títeres le precedieron a la vocación pictórica de Espinoza, que complementa con sus estudios en antropología y sociología. La muestra Identidades en tránsito, del año 2000, época en que la artista vivía en Paraguay, es un testigo de esos saberes.
“Isabel es transparente, como su obra. Su peculiaridad es volverse cristal, mimetizarse con los mundos que habita, de manera temporal, sin perderse de sí misma. Siempre está atenta al momento de entender al otro”, dijo Mora Toral, la noche de la presentación del libro.
La precisión y detalle en su serie son aspectos que sus espectadores resaltan al describir lo que ven.
“En su narrativa asoma un discurso artístico que insufla vida a los elementos, confiere voz a los materiales y expande sus sentidos”, explicó la curadora, tomando como ejemplo una serie pasada, Metáfora de los escudos, de 2001, y para la cual Espinoza empleó papeles elaborados por ella, para interpelar al público con la pregunta: ¿Cuál es tu papel, rol en la vida?
“Cada material y cada soporte elegido tienen coherencia con el discurso. Así, las telarañas que a veces usa para sostener su obra hablan de las estructuras de poder. Sus papeles transparentes perfilan su posición ética. Sus escudos dan cuenta de la defensa de las identidades que contienen”, continuó Genoveva.
Entre 2004 y 2017, la serie Mundos paralelos, de Isabel Espinoza, aborda el cambio climático a través de circularidades, elementos naturales. La reflexión sobre lo humanos es una constante que activa lo positivo. (I)