Indignación en Brasil por voraz incendio que consumió su historia
Los bomberos de Río de Janeiro, que desde febrero están bajo el mando de la intervención federal del Ejército, no tenían suficiente agua para enfrentar las llamas que destruyeron el mayor museo de Brasil, donde hace 200 años se acumularon más de 20 millones de piezas y documentos científicos, culturales e históricos.
Una ola de indignación recorre Brasil tras la pérdida casi total del museo que es un palacio construido en 1818 y fue la residencia del emperador Joao VI cuando trasladó la capital del imperio portugués a Río de Janeiro.
Miles de personas protestaron ayer por el “abandono” del lugar por parte del gobierno de Michel Temer.
En 2018 el gobierno entregó el menor presupuesto de la historia al Museo Nacional. Río de Janeiro, estado en emergencia económica e intervenido militarmente por el Ejército, tiene a su policía y a los bomberos bajo el control militar.
“No teníamos equipamientos con agua disponible y tuvimos que sacarla desde un lago”, reconoció el jefe de bomberos, Roberto Robadei Costa. El lugar es la Quinta de Boa Vista, un paseo público con aires de Versalles que fue centro del imperio portugués.
El museo es administrado por la Universidad Federal de Río de Janeiro, que denunció el cese de financiamiento.
Para los 200 años del museo, en junio, ningún funcionario acudió a las celebraciones, sobre todo porque Temer fijó un techo de gastos por 20 años en su plan de austeridad. Temer lamentó la tragedia diciendo que las pérdidas son “incalculables”.
Uno de los artefactos más famosos del museo se conoce como “Luzia”, el cráneo y los huesos de una mujer de 25 años que murió hace más de 11.000 años. Son los restos más antiguos que se descubrieron en Brasil, en el estado de Minas Gerais.
Con el fuego, además de documentos de la historia brasileña originales, se perdieron murales originales de Pompeya y el sarcófago de Sha Amum Em Su, entregado por Egipto al imperio portugués. Con el museo se quemó el lugar en que se firmó la documentación de la independencia declarada el 7 de setiembre de 1822.
“Todo se terminó”, dijo el museólogo Marco Aurelio Caldas, tras salir del lugar, todavía con olor a quemado y humaredas tras 12 horas de incendio incontrolable.
El primer meteorito encontrado en Brasil, Bendegó, expuesto en la entrada, sobrevivió a las llamas, así como el resto de meteoritos.
Los empleados detallaron que no había un plan de emergencias. Miles de científicos se reunían semanalmente en el museo para iniciar las investigaciones. Una de las más importantes era sobre el Brasil indígena.
En medio de la campaña electoral, la mayor parte de los candidatos opositores declaró que convocó a empresas y bancos a trabajar en la financiación de la reconstrucción del edificio. (I)