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El Telégrafo
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Imagen y palabra para pensar sobre periodismo

Imagen y palabra para pensar sobre periodismo
19 de septiembre de 2013 - 00:00

Una joven y apasionada periodista (Megan Carter) presume, a partir de elementos aislados y aún no confirmados oficialmente, que un importador de licores (Michael Gallagher) está involucrado en la muerte de un líder sindical (Joey Diaz). Impulsada por conseguir la primicia, publica en el diario donde trabaja que  Gallagher se encuentra bajo investigación por el asesinato de Diaz.

Este presunto hecho, que se desliza por los vértices de la especulación de la noticia, provoca una serie de sucesos que desembocan en muerte, corrupción y venganza. Sin embargo, y a pesar de que la información que publicó Carter nunca fue verídica, ella queda liberada de cualquier responsabilidad, pues trabajó sobre una noticia falsa sin saber que lo era. A esta particular situación en los Estados Unidos se la conoce como “Absence of malice” (ausencia de malicia).  

Con la proyección de la película de Sidney Pollack, que lleva el mismo nombre de esa trampa jurídica que exonera a los periodistas de cualquier responsabilidad ulterior, arrancó el pasado martes el Festival de Cine Periodístico “La séptima columna”, organizado por Ochoymedio y Diario EL TELÉGRAFO, a propósito de los cien números del suplemento cultural cartóNPiedra.

DATOS

Hoy, a las 20:45, se proyectará Under Fire, de Roger Spottiswoode, que narra el viaje de tres periodistas americanos hacia Nicaragua, donde la guerrilla sandinista está a punto de derrocar a Somoza.

El viernes, a las 18:30, Todos los hombres del presidente, de Alan J. Pakula, basada en el libro homónimo de Bob Woodward y Carl Bernstein,  que relata la historia de la investigación periodística que generó el famoso escándalo de “Watergate”.

El sábado, a las 20:00, Salvador, de Oliver Stone, donde se cuenta la tragedia de las guerras civiles de Centroamérica en los años ochenta
Con la presencia de varios colaboradores de la revista,  de público en general y de Orlando Pérez, director de EL TELÉGRAFO, quien dio apertura al festival señalando que es necesario fomentar más espacios culturales que diseccionen y analicen con profundidad la labor del periodismo, inició una maratón de películas que, a partir de diferentes lenguajes estéticos y temáticas, exponen múltiples realidades en las que se desarrolla uno de los oficios de mayor responsabilidad social.

Como apunta el crítico de cine Martín Manuel Pazos, el retrato que el séptimo arte le hizo al periodismo tiene tantos rostros como los de la misma profesión, que es una de las más antiguas del mundo. “Muchas veces fueron bohemios, jóvenes e irresponsables. Otras tantas histriónicos, mujeriegos y enceguecidos por la fama. Pero también hubo quienes fueron meticulosos con su profesión y que arriesgaron todo contra el poder”, destaca Pazos.

En este sentido, la selección de películas para el Festival de Cine pretende poner en evidencia los múltiples rostros de este oficio. Así, por ejemplo, con “Citizen Kane”, de Orson Welles, se busca explorar desde el más exquisito lenguaje audiovisual el rol de la prensa amarillista en la sociedad, o con “Under Fire”, de Roger Spottiswoode, narrar los últimos días del régimen de Somoza en Nicaragua.

También se presentarán emblemáticas películas de ficción retroalimentadas de la realidad, como “Salvador”, de Oliver Stone, en la que se cuenta  el viaje de tres periodistas hacia El Salvador, para que cubran la Guerra Civil de ese país; “Todos los hombres del presidente”, de Alan J. Pakula, basada en el libro homónimo de Bob Woodward y Carl Bernstein, que relata la historia de la investigación periodística que generó el famoso escándalo de “Watergate”, que ocasionó la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de los Estados Unidos; y “Network”, de Sydney Lumet, que aborda la historia de Howard Beale, el presentador del informativo de UBS, una cadena de televisión  que poco a poco fue perdiendo aceptación por los televidentes.

Estas películas reflejan cómo, a lo largo de su historia cinematográfica, Hollywood, como señala Pazos, filmó la álgida vida en las redacciones, mostró el curso de investigaciones que derrocaron gobiernos, retrató el universo de los canales de televisión, contó cómo es el trabajo en prestigiosas revistas y en grandes transmisoras de radio y hasta centró relatos en históricas entrevistas televisivas. Pero también, como apunta el cineasta ecuatoriano Pablo Fiallos: “Engrandecido, inteligente, perspicaz y atrevido, así pareciera que Hollywood sintetiza al estereotipo del periodista. Una suerte de héroe dispuesto a desenmascarar el sistema, orgulloso de llevar una moral intacta, más allá de que siempre le atormentan los problemas personales y sentimentales”.

LA OBJETIVIDAD, AL DEBATE CON “UNDER FIRE”

La cinta Under fire, dirigida por Roger Spottiswoode y estrenada en 1983, ubica a tres periodistas estadounidenses en Nicaragua, en pleno conflicto en el que las fuerzas sandinistas están a punto de derrocar al dictador Somoza. Russell Price, protagonizado por Nick Nolte, es un fotógrafo al que la periodista radiofónica Claire, encarnada por Joanna Cassidy, presiona para que se involucre en la revolución. Allí pone en vilo aquel axioma de objetividad que debe tener el periodista frente a un hecho.

“La cinta, por un lado, supone una atrevida denuncia de la intervención estadounidense en las dictaduras de América Latina; por otra, plantea el dilema del grado de compromiso de los informadores de la prensa con la ‘causa más justa’”, expone Marcelo Colussi, en la revista virtual dedicada al periodismo de la Universidad de Huelva.

Esta cinta supone un ejercicio de reflexión en el que se pone en cuestión lo siguiente: ¿Es posible que pierda su calidad humana un periodista frente a un conflicto o una catástrofe? O mejor: ¿Es posible que un periodista no se ponga del lado de la víctima? Estos temas siempre han estado debatiéndose en las aulas y las salas de redacción. El término objetividad  entra en tensión.

“El mito de la objetividad periodística se basa en dos premisas falsas. La primera es que el periodista no está contaminado con nada y que puede trasmitir la realidad tal y como es, sin ninguna clase de distorsión. Para empezar, quien busca la noticia o la fotografía, ya tiene una intención previa, solamente con el hecho de participar en aquello. No existe la noticia sin que alguien intervenga para contarla. Si es un fotógrafo, el encuadre es un hecho subjetivo sobre una parcela minúscula de la realidad. La segunda premisa falsa es que el periodista no tiene ideología ni punto de vista propio para abordar la información. La observación de la realidad se hace siempre desde el conocimiento, en el que influyen las historias y vivencias personales del que aborda el suceso”, reflexiona Colussi.

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