"Humano", el corto de Ecuador finalista al Óscar Estudiantil
La ignorancia en torno a las realidades de la comunidad LGBTI, las clínicas de "deshomosexualización" y las luchas de ese colectivo por encajar en una sociedad conservadora como la ecuatoriana se tejen de forma cruda, pero también tierna, en el cortometraje "Humano", finalista para el Óscar Estudiantil.
Compitiendo con más de 1.600 trabajos, "Humano", del ecuatoriano Korwin Quiñónez, figura entre los seis cortos nominados para ese Óscar, cuyo dueño se conocerá este mismo mes.
Cineasta, productor y director de 26 años, Quiñónez comentó que invirtió año y medio y unos 2.500 dólares en el cortometraje que relata la historia de una persona trans que se escapa de un centro de deshomoxualización.
Un tema que abordó para contrarrestar la "ignorancia" sobre el asunto, que ha llevado a varias personas a enviar a homosexuales a supuestas clínicas "para que les curen y lo único que están haciendo es torturarles" y quitarles "su humanidad", aseveró.
"Todos tenemos que vernos sin diferencias de razas ni de culturas, ni de preferencias, sino vernos como humanos sin tantas máscaras que nos pone la sociedad", afirmó al confesar que el corto "es un poco difícil de digerir" porque tiene desnudos "y cosas fuertes visualmente".
Para él, la parte en la que el personaje principal decide entrar en la clínica de deshomosexualización es la más fuerte de su corto, de 23 minutos de duración.
Ello porque "muchas veces en la sociedad en que vivimos te toca ser lo que las demás personas quieren que seas. Es como abandonarte a ti mismo para hacer cosas que no quieres", explica antes de comentar que se trata de una "tortura (a la) que tú mismo te sometes solo para ser aceptado".
No obstante, la historia es también "muy tierna" y el público logra tal empatía con el personaje principal (Ramona, interpretado por Gandy Grefa), que al final también se libera "de la carga social", reveló.
Para Quiñónez representó asimismo una liberación ante la discriminación de "una ciudad que no está muy dispuesta a recibir estos temas".
"La ignorancia te lleva al miedo y el miedo te lleva a hacer cosas que son agresivas, que dañan a otra persona", pero si se educa y se hace que la gente "vea las cosas como son en realidad" se puede generar una sociedad más empática, analizó.
El guion abarca también el asunto de la familia, donde se presentan presiones e incomprensiones que llevan a acciones perjudiciales para la persona trans, en un intento equivocado de sus parientes por ayudar.
Hijo de una familia "muy tradicional" y miembro del grupo LGBTI, Quiñónez confiesa que el corto le sirvió también de catarsis, con lo que reafirmó que cada uno debe darse cuenta de su propio valor.
Y espera despertar en el público una reflexión para que se deje el egoísmo de lado y se potencie la empatía porque "al fin y al cabo somos humanos y nos debemos entender y comprender para así poder ser mejores cada día y ayudarnos los unos a los otros".
De lo contrario "solo terminamos siendo egoístas y si podemos pisar a cualquier persona, lo vamos a hacer", añadió quien recomienda a los integrantes de la comunidad LGBTI ser auténticos.
"Que nunca dejen que la sociedad, sus papás, les impongan algo", apuntó.
El corto de titulación de la promoción 2018 en el Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (Incine) -que cofinanció la obra- compite en la categoría de narrativa internacional con piezas del Reino Unido, México, Noruega y Suiza.
Orgulloso de ser el primer ecuatoriano en llegar a la antesala del Óscar Estudiantil, Quiñónez prefiere estar sorprendido que emocionado, por lo que mantiene cautela ente el resultado final.
"Nunca pensé llegar tan lejos (...) no sé ni qué hacer ni cómo reaccionar" por haber llegado a esta etapa, confiesa inquieto el cineasta que prepara ya un largometraje, desde la temática LGBTI, sobre el síndrome de electra, el término propuesto por el psicólogo suizo Carl Jung en 1912 para designar la contrapartida femenina del complejo de Edipo. (I)