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Huilo Ruales usa a Quito como motivo y escenario

Huilo Ruales usa a Quito como motivo y escenario
07 de septiembre de 2013 - 00:00

Con gran afluencia de público, el escritor ecuatoriano Huilo Ruales (Ibarra, 1947) presentó ayer, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, su novela “Edén y Eva”, primer libro de su trilogía ‘Los Kitos infiernos’ (Editorial Eskeletra), en la que habla de las distintas identidades que se encuentran en las grandes ciudades.

El evento inició con un fragmento del libro en la voz de la actriz  Rossana Iturralde. “Madre muerta parece otra persona, otro tipo de ser. Sin necesidad de nadie la muerte la ha esculpido. La ha perfilado tanto que algo tiene de cuchillo...”.

Acto seguido, el director de la Editorial Eskeletra, Ramiro Arias, hizo un recuento de los 30 años en que  Ruales ha sido colaborador de la editorial, e incluso antes, como miembro del grupo literario ‘La pequeña Lulupa’. “Eramos muy jóvenes y nos subíamos al bus a vender esta revista creyendo que a todo el mundo le interesaba la literatura, nos equivocamos. Sin embargo, seguimos tozudos en lo mismo”, comentó el director.  
También intervino el joven escritor Luis Borja, con un texto que giraba, en gran parte, alrededor de la protagonista:  Eva, la poeta Loca. “O como dice ella misma, una mañana de revelaciones, después de un chuchaqui sinfónico: Lluvia y más lluvia, esa es la maldición de esta ciudad. Y como el mundo lo sabe: lluvia y poesía descienden juntas de la mano. (...) La obra de Huilo Ruales es parte insobornable, leal e insustituible de esa maldición”.

Apagadas la luces, una vez más, la voz de Rossana Iturralde iluminó otro fragmento de la novela.

A ella le siguió el escritor Edwin Alcarás, que a manera de pregunta-respuesta estableció un  diálogo con el autor, acercando al público a su proceso de creación. “Con cada propuesta (Ruales) nos demuestra que  vale la pena el riesgo, la apuesta alta, el atrevimiento en la escritura”, dijo Alcarás.

Por su parte, el autor compartió varias anécdotas a partir de las cuales construyó su novela. “Todos esos elementos fueron como tender un cable para colgar la ropa, así colgué la historia de Quito entre dos cabos, uno en el centro y otro en la Foch”.

El tiempo de escritura le tomó siete meses. El público disfrutó y elogió con aplausos las respuestas del autor que, con ingenio, espontaneidad y mucho humor, demostró, una vez más ser un referente ineludible en la literatura nacional e internacional.

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