Pedro (Enrique Valle), miembro de un movimiento insurgente, ha sido atrapado por las fuerzas del orden de su país, y es interrogado por El Capitán (Luis Secaira), un hombre que parece estar aterradoramente informado sobre los movimientos de su prisionero, tanto como guerrillero, cuanto de su privada.

El Capitán, un antiguo torturador que ha ascendido en la vida para convertirse en interrogador, es comparado por Valle -que también es el productor de la obra- con el coronel Hans Landa del filme Inglourious Basterds (Quentin Tarantino), por su arrolladora capacidad verbal. Dirigida por Alfredo Cucalón (Sango de pasiones y Amores finos), la obra se centra en la relación que mantienen el interrogador y el interrogado.

Si bien son enemigos, entre ellos se empieza a generar un vínculo extraño, en que sin llegar a apreciarse, empiezan a convertirse cada uno en una especie de confesionario del otro, arrastrados por la fuerza de la costumbre. La obra, que inicia con un monólogo de 15 minutos de ese ser oscuro y extremadamente calculador que es El Capitán, se centra en las conversaciones que este mantiene con Pedro, que se producen entre varias sesiones de tortura.

Pero el trabajo sucio ya no es cosa que haga El Capitán, que en ningún momento le pone la mano encima a Pedro, quien, cada vez más visiblemente maltratado (el maquillaje de la obra es extremadamente realista), trata de proteger los planes de sus compañeros insurgentes.

Entre cuestionamientos muy íntimos y confesiones, la obra toma de excusa la dictadura para reflexionar sobre las relaciones entre dos personas en situaciones extremas. La obra se presenta en el Teatro Centro de Arte (Km 4.5 vía a la Costa), hoy, mañana y el sábado, a las 20:00. Entradas: $ 20.