Hablar del “aquí” y del “ahora”
Ni los mejores países son intocables. En ellos también ocurren sucesos atroces. Anhelar un mundo mejor es totalmente lícito, y más cuando todo y todos estamos interconectados (cualquier problema parece mundano comparado con la vida extrema de muchos seres humanos en África).
¿Qué hay detrás de una pelea, la explosión de un coche o una agresión a modo de moving en un instituto cualquiera? Bier, que lleva dos décadas escarbando en la sociedad danesa que tanto conoce, enseña su visión, propone su particular lectura, más filosófica que trágica.
Porque En un mundo mejor es una película triste pero no quiere ser lapidaria; quiere invitar al espectador a formularse unas cuantas preguntas, pero nunca busca inquietarlo.
En un mundo mejor sigue la senda de Hermanos o Después de la boda: efectivamente, en Dinamarca hay una clase social pudiente, casi burguesa, que sostiene una sociedad de ideales un tanto clasistas. Pero En un mundo mejor es la película menos local y la más universal de su directora.
Será porque, aunque no esté demasiado de moda, Bier prefiere contar las oscuridades del alma humana, hablar cual maestra de qué significa el dolor, la venganza y la amistad en una sociedad carcomida.
Y de paso, la dificultad de educar a nuestros hijos en un entorno favorable, lejos del odio, la tensión, el racismo y la sed de venganza que rigen los comportamientos de los mayores (que no maduros, o sensatos) ciudadanos. Una película de buenas ideas, de problemas resueltos sin estridencias ni sangre, muy conciliadora, nada crispante.