Güeros: música que contrasta con la narración
En Ecuador le decimos blanquito, cuarto de leche, lechoso, pollo crudo, pollo hervido, colorado, zuco o suco. En México, güero. Es una persona de cabello rubio y tez blanca o pálida, no necesariamente albino. Ese término a veces es despectivo u, otras veces, se dice en tono de burla o broma, dirigido hacia un buen amigo o familiar, pero en el filme Güeros, el cineasta Alonso Ruizpalacios busca nuevas formas de definir el término, de transformarlo en un concepto visual, más bien, en un estado del ser.
La cinta fue la mejor película en la categoría Ópera prima iberoamericana en el cuarto Festival de Cine La Orquídea 2014, de Cuenca. Este 14 de noviembre el Abrazo de la Serpiente inaugurará la quinta edición de este evento en la capital azuaya.
La historia que contiene Güeros es una oda a la juventud en busca de algo qué hacer, de un significado para el diario trajinar de los personajes. Por un lado está Federico, apodado ‘Sombra’, e interpretado por Tenoch Huerta; y su amigo y compañero de cuarto, ‘Santos’, encarnado por Leonardo Ortizgris. Ellos son universitarios y dicen estar ‘en huelga de la huelga general’ en su centro de estudios: haciendo nada, robando luz a los vecinos y preparando sus tesis.
Al otro lado —no podría decir si al poniente u oriente en que se divide el filme de Ruizpalacios— aparece Tomás, en la piel de Sebastián Aguirre, el adolescente indisciplinado a quien su madre ya no puede corregir y lo envía de Veracruz a vivir una temporada con su hermano mayor a la ciudad, quien se pasa el día escuchando un casete con la música de Epigmenio Cruz, su padre en medio de la búsqueda de cómo llenar su vida de sentidos.
El mejor segmento —audiovisualmente hablando y a nivel de historia— de Güeros es el denominado Ciudad Universitaria, cuando ‘Sombra’, Tomás y Santos hacen un alto a su viaje huyendo del vecino al que roban electricidad para encontrar a un hospitalizado —en realidad dado de alta por propia voluntad— y agonizante Epigmenio Cruz.
Entonces, se cuestiona la validez y la calidad de la trama y del argumento al poner en cámara una claqueta, rompiendo la cuarta pared, y preguntándole al personaje ‘El Oso’ qué piensa sobre el guión de la película. El espectador entiende que se trata de la protesta universitaria que se ha tomado el centro de estudios y se encuentra en plena asamblea, pero ‘El Oso’ parece hablar más bien de lo que están viviendo Tomás, Santos y ‘Sombra’. Luego, en el segmento Centro, se revalidará esa ruptura de cuarta pared, cuando ‘Sombra’ comenta a Santos y Tomás sus perspectivas sobre la industria del cine mexicano, en particular la tendencia de poner en cámara a unos vagabundos y filmarlos en blanco y negro para decir qué es cine arte. Y es que la película, harto psicodélica, está en blanco y negro.
A la búsqueda de Epigmenio se sumará la seudonovia de ‘Sombra’, Ana, chica de recursos económicos que funge de una de las líderes de la protesta de los universitarios y mantiene una relación con otro líder al que apodan ‘Furia’. Con los cuatro protagonistas pasando el tiempo al son de múltiples ‘rolas’ y materiales informativos radiofónicos se ratifica que Güeros es un filme con temática moderna pero muy posmoderno en su producción, composición y narración audiovisual. La principal prueba es que el estéreo está averiado y el casete con la música de Epigmenio Cruz solo la pueden oír los protagonistas en el Walkman de Tomás, ahí el montaje sonoro se queda en silencio y el espectador no oye nada de la gran música de Cruz.
Los movimientos constantes de cámara o los planos apretados como el del beso entre ‘Sombra’ y Ana comprueban que la película podría haber rebasado la nube 9 y andar ‘en otro patín’. No es una alusión a estupefacientes o sustancias sicotrópicas, sino a aquellos estados mentales en que la mente divaga y rebasa incluso los límites de la bastante abstracta imaginación.
Una trama algo convulsa y desordenada, pero que al final le llega al espectador, contiene actuaciones de todo el reparto acordes a la ‘onda’ del filme, necesarias para avanzar en el argumento, y también muy propias de lo que quieren retratar o ejemplificar el director y coguionista, y el otro guionista, Gibrán Portela. Los segmentos cuyas claquetas son los supuestos dibujos de Epigmenio Cruz son otro detalle para mantener la atención en todo momento de la peculiar cinta. (I)
Datos
Según el padre de Federico, Epigmenio Cruz fue el hombre que alguna vez hizo llorar a Bob Dylan y pudo salvar el rock nacional de México. Para los jóvenes —’Sombra’ y Tomás, protagonistas de la cinta Güeros, uno universitario, el otro un adolescente incorregible—, la búsqueda de Epigmenio será la excusa para emprender una travesía.
En el filme mexicano destaca el diseño de producción, a cargo de Sandra Cabriada, sin olvidar el diseño sonoro a cargo de Pedro ‘Zulu’ González. La cámara fotográfica de Tomás también es otro elemento indispensable para establecer la trama.
El largometraje ‘Güeros’ es la ópera prima del director mexicano Alonso Ruizpalacios. Esta película de carretera, realizada en blanco y negro, en formato 4:3, se ambienta durante la huelga general contra la modificación del Reglamento de Pagos de la UNAM, que fue de 1999 a 2000.