La gripe española en la capital ecuatoriana
Entre el mes de diciembre de 1918 y enero de 1919 -exactamente hace un siglo- la ciudad de Quito -cómo ya había ocurrido en distintas ciudades del mundo- se vio afectada por una epidemia que había sido denominada como la “gripe española”, nombre que devino de la circunstancia que esta enfermedad –originada en Estados Unidos de Norteamérica- fue reportada sistemáticamente por la prensa española cuando ella perturbó a Europa y cuya asechanza global, finalmente, dejó alrededor de ochenta millones de muertes.
La epidemia llegó a Quito -no afectó a otras regiones del país- y fue enfrentada mediante una serie de acciones preventivas que el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, Isidro Ayora, había diseñado -a pedido del gobierno de Alfredo Baquerizo Moreno- a fin de impedir que los habitantes fueran víctimas de esta infección viral.
Isidro Ayora, formado bajo la influencia del pensamiento médico europeo que privilegiaba la atención de la salud como una responsabilidad del Estado, insertó a las autoridades gubernamentales de salud y del Municipio quiteño -así como a los médicos y boticarios de la ciudad- en una acción conjunta dirigida a la profilaxis de la enfermedad. Si bien hubo 185 defunciones, y alrededor de 15.000 contagios, comparada nuestra circunstancia epidemiológica con la de otros lugares, la situación en Quito fue considerablemente menos dramática que en otros países de la región.
El texto de mi autoría sirve -más allá del recuento histórico referente a la presencia de la “gripe española” en Quito- para analizar la epistemología de los modelos de pensamiento médico que estuvieron presentes en el período liberal y en el llamado proceso de la Revolución Juliana, dos momentos de la historia ecuatoriana que dejaron profundas huellas en la construcción del Estado Nacional. Germán Rodas. (O)