Galerías de Guayaquil plasman sus procesos
Violenta armó Los cañonazos del sur, una recopilación de artistas que han tenido algún tipo de presencia en el espacio que cumplirá dos años de sobrevivir entre vendedores de arroz con menestra, cachineros y años viejos —exclusivamente a fines de año—.
A la inauguración llegó la Policía asombrada por la cantidad de gente que había en el lugar. Tras las rejas que dividen el espacio de la vereda, cuestionaron si lo que estaba allí era arte o en realidad se trataba de una fiesta clandestina, pues a su vista estaban un buen grupo de botellas vacías, sobre la mesa de la entrada.
Los Chivox, como se denominan Leonardo Moyano, David Orbea, Juan Carlos Vargas y Tyrone Luna, se juntaron en sus recorridos en el Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) y ahora gestionan este espacio que ganó un cupo para participar el próximo abril en ArtLima.
Los cañonazos del sur alude a la lógica de los discos piratas que se venden con los éxitos del año. En esta selección exhiben sus trabajos más de 50 artistas, en un diálogo que parece inconexo, pero que es posible pensar desde la influencia de los fundadores del ITAE, maestros de muchos de quienes exhiben sus trabajos.
También se vislumbra un poco de las fusiones de todo lo que se produce en el país en distintos formatos, como pasa con las fotografías de Omar Sotomayor o la escultura refrigerada de Raymundo Valdez.
Los formatos varían de acuerdo al autor, como en el caso de Juan Carlos Fernández y Raymundo Valdez. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
En la muestra están artistas de la Artefactoría, como Xavier Patiño y Jorge Velarde; generaciones subsiguientes como Stéfano Rubira; o muchos de quienes terminaron este año su licenciatura en la Universidad de las Artes y que iniciaron su trabajo en el ITAE, como Lorena Peña.
En las paredes de Violenta prima el pequeño formato, bocetos de artistas como Roberto Noboa con su serie de perros; las indicaciones de los muebles para el consuelo de Gabriela Fabre; las estructuras de la maquinaria de Juan Carlos León; los monstruos de Josué Lino; las estructuras del clítoris de Saskya Chacón o pequeñas cerámicas de Fernanda Murray.
Los gestores de este espacio además han sumado obras de artistas con quienes intercambiaron experiencias en su paso por la Bienal de Cuenca, donde integraron la muestra Now, enfocada en exhibir el trabajo de galerías independientes del país.
En Plaza Lagos, al otro extremo de la ciudad, el proyecto Nómada montó la segunda edición de La Primera. Esta muestra reúne a 23 artistas, casi el doble de lo que fue su lanzamiento y que se agrupan básicamente a partir de los intereses que han seguido sus gestoras con la escena local, Mariángela Manrique y María Fernanda Ponce.
Fernanda Ponce (foto) y Mariángela Manrique dirigen el proyecto Nómada, con presencia en Samborondón. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
En la muestra están artistas emergentes, como Lisbeth Carvajal, Daya Ortiz, Dayana Garrid, Pamela Suasti; una sección de mentores dedicada a la exhibición de obras de Jorge Velarde y Marcos Restrepo; y un artista invitado, el peruano Christian Abusaid.
A pesar de que esta selección también tiene un carácter de feria, los artistas presentan una serie de trabajos agrupados por su nombre, de tal forma que pueden verse sus ensayos, bocetos y experimentaciones a partir de sus búsquedas.
Fernanda Ponce dice que la idea es tener cada vez un mercado más amplio. En este espacio muchas personas llegan a comprar su primera obra y de alguna manera se abre un paso al coleccionismo. “Una vez que empiezas a comprar no hay marcha atrás”, dice Ponce.
A pesar de que cada autor trabaja desde temáticas distintas, para Ponce “está súper claro que los artistas que han salido del ITAE trabajan con el archivo sobre contenidos del pasado, como los recolectores de archivos Leo Moyano, Juan Caguana, Andrés Velásquez”.
Proyecto Nómada ha trazado objetivos fijos, trabaja un máximo de cuatro muestras al año y mide las posibilidades de crecimiento para el próximo año con la ventaja de no estar atadas a un espacio que les genere gastos, sino desde la posibilidad de transitar en distintos lugares con este tipo de propuestas. (I)
La mayor parte de los artistas de La Primera tiene un trabajo de corta y mediana trayectoria. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo