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Gabriela Ponce: "Intento hacer un lenguaje y un ritmo de la crisis"

Gabriela Ponce: "Intento hacer un lenguaje y un ritmo de la crisis"
Foto: cortesía de Florencia Luna
18 de noviembre de 2019 - 11:37 - Jéssica Zambrano

En Sanguínea la escritora Gabriela Ponce (Quito, 1977) convierte al dolor en un personaje femenino que transita entre dos cuevas. “La cueva me ofrecía una fuerza, un porvenir y a la vez se abría al paso para enseñarme que no era lugar para mí”.

Patina entre el desenfreno y la negación del divorcio y la maternidad. “Estar embarazada es una forma de morir”, dice el personaje desde el aislamiento voluntario en un país lejano.

Tiene una sensación de culpa que la precede, que es humana, que está en su mente, que se ha apoderado de su cuerpo y de su idea de pensar en el amor. No puede evitar romantizar sus relaciones, aunque es consciente de ello porque es la forma en la que aprendió a enamorarse viendo telenovelas mexicanas con la abuela.

El dolor que siente se expresa en el cuerpo, en el coxis, en la pelvis y se convierte en un síntoma visual en el que ve orificios en todo, en tripofobia.

“Me acuerdo (…) haber sentido la culpa con un latido en la boca del estómago y haber sentido, además, la certeza de que seguiría despidiéndome la vida entera, una pérdida tras otra, y el cuerpo que aguanta todo...” La protagonista no encuentra palabras para describir su estado y lo manifiesta en el cuerpo. ¿Cómo se construye este personaje y qué tanto tiene que ver tu propio embarazo en su tránsito?

Todo lo que escribo de alguna manera está atravesado por mi vida personal. No sé si buscaba tanto la construcción de un personaje como la de un estado del cuerpo, que está en un proceso de crisis que llega hasta casi el estallido de su centro. Me interesaba capturar el flujo de conciencia de un personaje en un estado crítico que hace que revise la génesis de su experiencia afectiva.

La orfandad y el dolor se vuelven visuales y corporales, como la tripofobia, como el embarazo…

Creo que hay una distancia entre el lenguaje y la vida, la forma en la que se construye esta distancia entre lo que nos pasa y el lenguaje. Como escritora intento hacer un ritmo, un lenguaje del dolor, del sufrimiento, de la crisis. Creo que, en ese sentido, el patrón de los cuerpos agujereados me sirve para capturar la sensación de lo que no está viéndose, como una porosidad permanente por la cual se escapa constantemente el afecto, la vida, la historia.

En un momento en el que intenta huir de la crisis, el personaje dice que tiene un dolor que le precede, que “son las mujeres”. Luego lo transforma en algo neutro, pero todo el tiempo se recurre a esta idea del dolor femenino, ¿es un dolor tal vez social?

Hay una suerte de revelación, en la que este personaje construye −como creo que hacemos todos− de dónde proviene la crisis y en un momento dado siente que es una experiencia humana, del cuerpo, de la separación y la distancia que genera esta profunda orfandad con respecto al mundo. En el cuerpo de la mujer lo he querido articular con la pérdida de sangre, con los huecos, con la vida que se nos va, el hijo que se nos va en el momento en el que damos a luz. Quería nombrar estas experiencias corporales, femeninas que a veces están clausuradas dentro de la experiencia cultural.

Mientras esta mujer tiene como uno de sus dilemas poder describir    lo que le ocurre, la    novela logra un ritmo acelerado, una escritura trepidante.

Me interesaba que sea así, como un flujo que no se detiene, que hace alusión a esta sangre, a este fluir, un poco descontrolado, necesita esa fluidez de pensamiento, le doy libertad, rienda suelta sin ponerle censura a eso que aparece.

Como me interesa esa experiencia me demoré mucho recortando hasta dejar la médula, porque sí tiendo al exceso, siento que hay mucha repetición, pero es un exceso que busco.

¿Cómo entender la escritura?, ¿sería un código que está entre una actividad que sale del canon tradicional y se vuelve propia?

Tengo una necesidad de revisar los cánones de cómo se escribe, que a mí me ha permitido revisar alguna literatura de mujeres que influyeron mucho en esta novela. Por otro lado, me interesaba estallar esas formas de educación emocional que hemos tenido, que están, por un lado, mediadas por la telenovela, de algún modo quería hacer estallar esa cursilería, también a través de esa sexualidad desbordante, como poner en tensión estas experiencias constitutivas. Como se construye el cuerpo, el erotismo y también toda esta cuestión afectiva con respecto al amor, alimentada por la telenovela y todas las construcciones normales y demás. No lo hago por subvertir, son esas las emociones y los intereses que quiero explorar.

La invocación de las telenovelas mexicanas y el amor romántico están citados como la idea que hemos construido del amor. Ese romanticismo y la moral judeo-cristiana ¿crees le han hecho mucho daño a la forma en la que se intenta romper este tejido con el feminismo, por ejemplo?

Las formas que se establecen desde ahí, la educación, construyen una idea del hombre guapo, romántico, pero creo que en mi caso también hay un momento de aceptación, de cómo me asumo porque también soy eso. Estoy clara en que hay roles que se asumen de una manera totalmente perversa en este lenguaje, pero es mío, es algo que me constituye, es mi abuela, es mi tiempo con otras mujeres. Pensaba en cómo darle la vuelta para que también sea algo poético si se quiere.

Escrituras como esta develan que hay una comunidad de afectos. ¿Cómo se enfrenta a un sector que plantea que los afectos pueden deslegitimar la escritura que surge de ese círculo?

Sí, se siente y es triste que funcione así. Es muy potente lo que está pasando. El evento de Cartografías de la disidencia, organizado por Daniela Alcívar Bellolio en Casa Carrión fue importante para darse cuenta de que hay algo más allá de las amistades y de la aceptación en este círculo local. Hay espacio para otras voces críticas y potentes y el día que lanzamos la novela (8 de noviembre) vimos que hay una comunidad de afectos que respalda gestos de cierta experimentalidad, o radicalidad. Sanguínea no se podía publicar sino en las condiciones que ha habilitado esta comunidad. Son comunidades de afectos y coincidencias políticas que yo celebro, pero sin duda hay sectores que se sienten amenazados y estarán allí, temiendo que su sistema se vea afectado. Es como funciona el sistema del arte, de la literatura, hay grupos conservadores y quienes intentan generar fracturas. (I)

Severo editorial

Sanguínea
El libro forma parte de un proyecto que considera cruzar diversos lenguajes y estilos.

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