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Franklin Cepeda recrea la ruta de Don Quijote en Ecuador

Juan Carlos Vergara (derecha), que presentó el libro de Cepeda (izquierda), dijo que hay un deseo en cada país de convertir al Quijote en algo cotidiano.
Juan Carlos Vergara (derecha), que presentó el libro de Cepeda (izquierda), dijo que hay un deseo en cada país de convertir al Quijote en algo cotidiano.
Foto: cortesía de la UTPL
15 de abril de 2016 - 00:00 - Jéssica Zambrano

Desde Loja

En el capítulo 29 de Don Quijote de la Mancha, el ingenioso hidalgo se encuentra con un barco sin remos, reposando  en aguas claras. Sin dudarlo, manda a Sancho, su compañero, a que lo ate a su rucio como él ya lo había hecho con Rocinante, su caballo. En las historias de caballería cuando el protagonista se encuentra así, de repente, con un barco, es aviso de que lo necesitan  en otro lugar del planeta.

Cuando el caballo y el rucio se mueven desesperados con el afán de desatarse para impedir la lejanía de sus dueños, Sancho se echa a llorar  y  Don Quijote lo increpa: “¿De qué lloras, corazón de mantequilla? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero?”.

Y luego, antes de adentrarse en otro sueño, en una nueva aventura, dice: “Ya hemos de haber salido y caminado por lo menos 600 o 800 leguas y si yo tuviera aquí un astrolabio con qué tomar la altura del polo, yo te dijera las que hemos caminado: aunque o yo sé poco o ya hemos pasado o pasaremos presto por la línea equinoccial —el ecuador, que divide y corta los dos contrapuestos polos en igual distancia”.

Don Quijote le nombra a su acompañante el Ecuador, sitio en el que más de 400 años después el historiador riobambeño Franklin Cepeda se aventurará también a configurar un camino ‘heroico’ a través del libro Ecuador en la ruta de Don Quijote.

La obra de Cepeda tiene un tomo y fue armado en 15 días.

El texto logró reunir todo aquello que se ha dicho y moldeado en el país sobre el libro de Miguel de Cervantes, en una especie de autoría múltiple y es el esfuerzo de toda una vida de lecturas.

El científico Plutarco Naranjo le contó a Cepeda el día en que en una biblioteca de España encontró más de 3 mil ediciones de El Quijote. Ante su sorpresa, el dueño de la biblioteca le preguntó cuántas había en Ecuador. Sin hacer mayor recuento, Naranjo respondió que ninguna.

Uno de los primeros trabajos con los que Cepeda buscó subsanar esa ausencia fue con la publicación, en 2004, de la primera edición ecuatoriana de Don Quijote de la Mancha, lograda con un comité ecuatoriano.

Al igual que la primera Constitución, el primer Quijote local, se publicó y editó en Riobamba.

Con Ecuador en la ruta de Don Quijote, presentado en el marco de las Jornadas Cervantinas que realizará hasta mañana la Academia de la Lengua Ecuatoriana, en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), Cepeda armó algunos indicios de cómo llegaron las primeras ediciones de Don Quijote al país, y cómo se ha leído a través de ensayos, grabados, obras pictóricas, versos o ficciones las figuras de Cervantes.

El Quijote, según los indicios a los que alude Cepeda, llegó a América en 1605, un año después de su publicación en España.

La editorial -por mantener la novedad- fechaba la publicación original del libro con el mismo año de su arribo a este continente.

En aquel momento la versión se habría distribuido también en Ecuador.

Además, según pudo constatar Cepeda, en el país existió una edición prínceps del Quijote, que perteneció al Dr. Honorato Vásquez. En Guayaquil -según Cepeda- posiblemente se quemaron algunos primeros ejemplares del libro, como relata el historiador Modesto Chávez Franco.

Para Cepeda, cada país lee al Quijote a su manera. “Yo no soy muy entusiasta de las adaptaciones que se han hecho en Colombia con el lenguaje paisa o en Argentina con el lunfardo, pero creo que el Quijote hizo eco en Ecuador con autores como Juan Montalvo -que publicó Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, en 1895- y que en el mundo hispánico es una cumbre. Vemos que en Ecuador esta semilla fructificó notablemente”.

El autor considera que dicha admiración y deuda con la genialidad de Cervantes se patentiza con producciones como Para matar el gusano, de José Rafael Bustamante, o Hechos y hazañas de don Balón de Baba y su amigo don Inocente Cruz, de Alfredo Pareja Diezcanseco, quien -a decir de Cepeda- no ocultó su raíz cervantina. “Don Balón es un Quijote del trópico que arremete en pos de sus ideales sin más recompensa que los golpes”.

El académico colombiano Juan Carlos Vergara citó durante la presentación del libro a Aurelio Espinosa Pólit cuando decía que “Cervantes es el héroe epónimo de esta hispanidad. La lengua española, se dice, y a mucha honra, es la lengua de Cervantes. Esta lengua de Cervantes se habla uniforme y magnífica en España y en América, en el África española y en las Filipinas y aun se halla en labios de los nativos de Las Marianas, islas perdidas en la inmensidad del Pacífico”.

Vergara dijo que una de las características que ha encontrado en Colombia es que desde la llegada de los 100 ejemplares a Cartagena de Don Quijote se fueron distribuyendo poco a poco y sus personajes fueron aclimatándose, con lecturas distintas en Bogotá, en la zona paisa y en la zona del Cauca, “pero la constante es el deseo de estos lectores de hacerlo propio, de convertirlo en cotidiano”.

Para Vergara, como para otros académicos que asisten a la celebración de los 400 años de la muerte de Miguel Cervantes, en Loja, en esa posibilidad de encontrar lecturas de Don Quijote de la Mancha a través de lo cotidiano, o de adaptaciones en nuevos héroes tropicales, radica la vigencia de la obra.

A pesar de que su autor no fue un experto en la teoría literaria “hizo todo lo que hoy enseñamos en ella”, concluyó el académico y poeta peruano Marco Martos, durante la conferencia. (I)

Datos

Mañana concluirán las Jornadas Cervantinas que se desarrollan, desde el pasado martes, en la Universidad Técnica Particular de Loja. Habrá una conferencia de Galo Guerrero, moderada por Juan Valdano, a las 10:00.

Hoy, a las 08:15, se entregarán las llaves de la ciudad de Loja y se declarará como huéspedes ilustres a los académicos internacionales y nacionales que participaron en el evento.

A las 11:00 será la ceremonia de entrega de Profesorado Honoris Causa UTPL a Darío Villanueva, director de la Real Academia Española. A las 18:30 dará una conferencia.

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