Francia defiende la Excepción Cultural
Los ministros de Comercio de los 27 países de la Unión Europea (UE) buscaron ayer en Luxemburgo un difícil consenso para negociar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU., que Francia amenaza con vetar si no se excluye a la industria del adudiovisual.
La reunión entró en pausa al mediodía y se reanudó por la tarde “para ver si hay avances posibles”, dijo el ministro irlandés, Richard Bruton, cuyo país ejerce la presidencia semestral de la UE hasta fin de mes. “Obtener un mandato negociador [con EE.UU.] es un objetivo importante” para Europa. “Ya es hora de hacerlo”, afirmó.
La ministra francesa, Nicole Bricq, dejó constancia de que el gobierno de François Hollande está poco dispuesto a hacer concesiones. “Francia (...) rechaza el proyecto de mandato [negociador] y rechazará cualquier mandato que no comporte una protección de los servicios culturales y la exclusión clara y explícita del sector audiovisual”, declaró Bricq.
La Comisión Europea había autorizado en marzo el inicio de negociaciones con EE.UU. que incluyan al sector audiovisual, pero ese mandato debe ser validado por los Estados miembros de la UE, que hasta ahora obraron por unanimidad en esa área. “Si no se excluye a la cultura, existe el peligro de que los servicios culturales se conviertan en rehenes de la Comisión, en moneda de cambio. Pero la Excepción Cultural no se negocia”, proclamó Bricq.
Francia teme que EE.UU. trate de obtener la supresión de las cuotas de difusión de filmes en los canales de TV y de los subsidios o reglamentos discriminatorios según la nacionalidad de las productoras o de los capitales. También teme que reclame reglas específicas para los “nuevos servicios audiovisuales”, como la TV por Internet y el video a la demanda.
Francia cuenta con el apoyo del Parlamento Europeo, de los ministros de Cultura de unos quince países del bloque y de numerosos artistas de gran prestigio, como Steven Spielberg y Costa-Gavras, pero pocas capitales endosaron oficialmente su posición. Polonia, Italia, Bélgica, Rumania y Austria tienen preocupaciones similares a las de Francia, “pero ninguno de esos países está decidido a mostrar la misma determinación”, admitió Bricq.
Un responsable del sector del comercio exterior de Estados Unidos afirmó antier que la exclusión del sector audiovisual “antes siquiera de que las negociaciones empiecen” no sería una decisión “bienvenida”.
La inflexibilidad de Francia preocupa en Bruselas, ante el riesgo de que Washington quiera a su vez excluir sectores de gran interés para los europeos, como la apertura de las compras públicas, los servicios financieros o el transporte marítimo. “Francia tiene que moverse un poco” de su postura, aconsejó ayer la ministra alemana de Comercio, Ruth Herkes. También su homólogo irlandés pidió “flexibilidad” a las partes para alcanzar “un consenso”.
Un TLC entre la UE y EE.UU. unificaría a dos mercados “que juntos representan un tercio de todos los bienes y servicios vendidos en el mundo y más del 50% de toda la producción económica mundial”, como recordó el secretario de Estado norteamericano John Kerry durante una gira europea en marzo.
La idea de un TLC se evocó en muchas ocasiones, pero volvió a cobrar impulso como propuesta para dinamizar a los dos bloques golpeados por la crisis de 2008 y como alternativa al estancamiento de las negociaciones globales en el marco de la Organización Mundial de Comercio.
Para tratar de ablandar la posición francesa, la Comisión (ejecutivo de la UE) propondrá una nueva consulta para que todos los Estados miembros le ratifiquen su acuerdo cuando las negociaciones empiecen a tocar la cuestión del mercado audiovisual. “Eso sería una novedad”, pues “normalmente la Comisión negocia los tratados de libre comercio en nombre de los 27” y se preocupa ante todo de mantenerlos informados del avance de las discusiones, dijo anteayer una fuente cercana a las negociaciones. Francia aún no ha dado a conocer su parecer sobre esa alternativa.
Un fracaso de estas discusiones se sumaría a las divisiones evidenciadas entre los 27 en varios expedientes en los últimos tiempos y debilitaría la posición de la Comisión al iniciar las negociaciones con Estados Unidos. Tampoco le caería bien al primer ministro británico David Cameron, a quien le gustaría hacer el anuncio del inicio de las negociaciones durante la cumbre del G8, la próxima semana.