Fondo arqueológico custodia sonidos ancestrales de la Costa
Solo hay que cerrar los ojos y escuchar el sonido semejante al de las aves, para imaginarse volando como ellas por el cielo o por un bosque de la Costa lleno de inmensos árboles, donde también se oye el silbido del viento.
En otro momento, un suave golpeteo produce un ritmo tropical y es fácil imaginarse en una playa frente al mar. Luego, algo parecido al choque de campanas trasladan el pensamiento a una iglesia católica.
Estas experiencias sensoriales generan algunos instrumentos musicales ancestrales de viento y percusión que integran el fondo arqueológico del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), ubicado en Guayaquil.
Fueron construidos en cerámica, metal, con piedras, huesos de aves y madera por las diferentes culturas de la Costa y son parte de esta reserva arqueológica, la más grande de Ecuador, afirma Alfredo García, dependiente del MAAC.
Explica que la cultura Chorrera (1500 a 500 años a.C.) tiene instrumentos de viento hechos en cerámica con formas de botellas o vasos comunicantes. Emiten sonidos como el de las aves y el viento cuando se sopla en su interior o se llena con agua. “Pueden llegar a imitar el sonido de un gorrión”, agrega García, músico e investigador de esta disciplina.
Otros que tienen formas humanas y de animales son de la cultura Valdivia (3800-1500 a.C.). Fueron construidos de forma masiva mediante modelado y luego con moldes para reproducirlos en cantidades.
Piezas halladas rotas dejan ver que dentro de las figuras hay dos cámaras que permiten que salga el sonido. “Investigadores suponen que muchos de estos instrumentos eran utilizados en rituales funerales, porque fueron encontrados en cementerios”.
En el caso de las botellas, Mario Sánchez, técnico curador del MAAC, explica que el viento recorre esa conexión y llega a una cámara de resonancia dentro de la figura ornitomorfa.
García agrega que la cámara se elabora antes de poner la figura que encierra el sonido. “Dependiendo del tamaño será grave o agudo”. Cuando la botella se llena con agua esta pasa al otro recipiente, empuja el aire que está dentro y sale por la cámara de resonancia y emite el sonido”.
Las culturas ancestrales elaboraron instrumentos musicales de viento con cerámica que imitaban los sonidos de aves y del viento. Tenían formas humanas o de animales y se utilizaban en los funerales. Foto: Karly Torres / El Telégrafo
Tambores y cascabeles
La cultura Jama-Coaque (350 y 1531 d.C.) también tiene instrumentos de viento y percusión (tambores) hechos en cerámica, aunque elaboró otros a base de cuero trenzado de animales.
El investigador explica que hay una característica en las civilizaciones mencionadas. “Normalmente se relaciona al rondador con la Sierra. Sin embargo, tenemos figurinas de Jama y más evidencias arqueológicas que demuestran que es un instrumento que surgió en la Costa, donde se formaron las primeras civilizaciones”.
En tanto, los cascabeles o metalófonos caracterizan a la cultura Milagro-Quevedo (400-1532 a.C.). Son aleaciones de cobre-estaño y cobre y arsénico. Es la misma fórmula que se usan en las campanas de las iglesias.
Aunque se exhibe en el Museo Amantes de Sumpa (Santa Elena), el litófono, hecho de un tipo de piedra sonora, también es parte de los instrumentos ancestrales y es la base de lo que actualmente es la marimba. Probablemente tiene influencia asiática.
Al hablar de música ancestral, García explica que los antiguos habitantes de la Costa utilizaban escalas pentáfonas o pentatónicas -igual que los asiáticos- que tiene que ver con cinco instrumentos.
“Dentro del campo técnico, una escala pentatónica de las que utilizamos los músicos actualmente son aquellas donde se obvian dos notas musicales: En el caso de las mayores la cuarta justa y la séptima mayor, que producen tensión dentro de una escala musical”.
Ese conocimiento que tenían estas culturas por experimentación, también obviaron esas notas y por eso su música es placentera al oído y se centran en sonidos de la naturaleza.
Muchos de los objetos simulan sonidos de pájaros. En el caso de las botellas silbato el sonido del viento produce placer al escucharlo porque está en 7.8 hercios (unidad de frecuencia del Sistema Internacional de Unidades) que son frecuencias que se comunican con el hipotálamo del cerebro de las personas que está en igual 7.8 medida. (I)
Datos
Botellas silbato
Las botellas silbato son instrumentos de viento que producen el sonido como el de las aves o el silbido del viento. Este será agudo a grave, dependiendo del tamaño de la cámara que está en su interior.
Sonidos de aves y del viento
Los sonidos que asemejan a los de la naturaleza producen placer al escucharlos, porque están en una frecuencia acorde con el hipotálamo del cerebro de las personas. Entonces se produce una mancomunión de vibraciones de tal manera que el ser humano logra llegar a un nivel de relajación que produce efectos positivos.
Las botellas de cerámica contienen una cámara de resonancia que emite un sonido cuando se sopla hacia adentro. Foto: Karly Torres / El Telégrafo