Enero de 1999. Hay vacaciones forzadas, gracias a la crisis bancaria que ha paralizado al país. Juan Pablo llega a la hacienda de sus familiares, arrastrado por su madre, y termina quedándose por el resto del feriado.

Ve a sus primos, con los que no tiene nada en común más allá del parentesco. Después de todo, uno no siempre quiere a sus seres queridos. La hacienda pertenece al tío de Juan Pablo, un banquero acusado de peculado que se esconde de la justicia, lo que no impide que sea el anfitrión, por todo lo alto, de una fiesta de carnaval.

Juan Pablo -que lleva consigo un cuadernito en el que escribe poemas y hace dibujos a escondidas- se siente incómodo, se sabe diferente y no puede contener su deseo de salir corriendo. Esa noche conocerá a Juano -pelilargo, amante del metal, serio y al mismo tiempo divertido- un chico distinto a sus primos, perteneciente a otra clase social y, por lo tanto, a otra realidad.

Juan Pablo se refugiará en Juano para sobrepasar el tedio de los días que están por venir. A medida que crece la amistad entre los dos, también surge una extraña tensión, algo que no habían sentido antes, que les gusta pero, al mismo tiempo, los enfrenta y les crea conflictos.

Feriado es la ópera prima del cineasta quiteño Diego Araujo y tuvo su estreno mundial en la Berlinale, el prestigioso festival de cine celebrado en la capital alemana. El puntapié del guión, que pasó por más de diez versiones antes del rodaje de la película, fue un cuento corto que escribió mientras vivía en Nueva York, como editor de televisión. En él, Araujo recordaba un episodio de su infancia que ocurrió en la hacienda de un familiar y que ahora se replica en la película.

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Aunque no se trata de un filme autobiográfico, el director se identifica con el punto de vista de Juan Pablo, el personaje principal interpretado por Juan Manuel Arregui en su debut actoral. Incluso los poemas que el adolescente escribe en su libreta fueron originalmente escritos por Araujo, hace años.

“Él quiere ser poeta, pero aún no encuentra su voz del todo y lo que escribe es un poco oscuro, confuso. Entonces la película es una historia de descubrimiento, en la que Juan Pablo reafirma su sexualidad, descubre a Juano y, al mismo tiempo, se descubre a sí mismo”, explica el realizador, que cuenta con una maestría en escritura de guiones en la Universidad de Bergen (Noruega) y un posgrado en producción cinematográfica en Florida State University (Estados Unidos).

Un aspecto de la cinta que salta a la vista es el gran trabajo de dirección actoral, tomando en cuenta que Arregui nunca había actuado y el intérprete de Juano, Diego Andrés Paredes venía de la escuela de teatro Malayerba pero es su primera película - incluso varios de los personajes secundarios son actores naturales, un recurso al que los directores de cine local deben recurrir debido a la escasez de intérpretes profesionales formados para cine en el país. “Fue un tema de conocernos y crear confianza. Con los actores naturales debes buscar a alguien que, de entrada, se acerque a tu personaje, a su forma de ser. Trabajamos mucha improvisación y ejercicios de autoconocimiento.

Cuando estaba en la universidad tomé un curso con Judy Weston, una coach actoral, llamado ‘Actuación para directores’ y empleamos muchos de sus métodos para la película. Llevaba un diario en el que escribía sobre los ejercicios de cada día, filmé los castings y los ensayos y eso ayudó”, manifestó el director quiteño.

Inconvenientes de producción y proyección

Feriado tuvo que sortear algunos obstáculos para llegar a las salas de cine. El primero se dio en la pos-producción, cuando no obtuvo los fondos concursables del Consejo Nacional de Cine. Araujo y su equipo lo resolvieron recurriendo al sector privado: un 30% del filme está financiado por entidades de este tipo o personas naturales.

El segundo llegó hace poco, cuando Feriado se sometió a la Oficina de Espectáculos Públicos del Municipio de Quito, encargada de calificar la edad para la que es apta cada película, y consideró que la cinta debía ser vista únicamente por personas mayores de 18 años, dejando de lado al público principal para el que fue pensado el filme, los jóvenes de entre 13 y 17 años.

“El veredicto nos tomó por sorpresa, a mí y a todo el equipo de la película. Previamente a ello, no sabía cómo funcionaba la censura. Y descubrí que no hay parámetros, y si los hay, no son claros. La censura está totalmente enfocada en restringir, cuando debería ser una clasificación, una guía para que los padres decidan junto a sus hijos qué van a ver. Me pareció absurdo, porque veníamos de estrenar Feriado en Berlín, en la sección Generation, rodeados de gente joven, de adolescentes”, cuenta el director.

Días después, el alcalde de Quito, Augusto Barrera, decidió armar una comisión ad hoc para reevaluar la calificación de Feriado. Finalmente, la película podrá ser vista estrictamente por mayores de 15 años. Los menores de 15 pueden entrar acompañados de un adulto y el Municipio la recomienda para mayores de 12 años.

Más allá de la polémica, Feriado es una película intimista, que logra enganchar al espectador a través de un trabajo visual arriesgado y muy prolijo, a cargo de la uruguaya Magela Crosignani, directora de foto, y de las convincentes actuaciones de Arregui y Paredes.

A pesar de desarrollarse en el contexto del feriado bancario, carece de contenidos políticos. “Es solo un telón de fondo, un mundo amenazador, adulto, frente a esta relación idílica y adolescente. Hay una analogía entre los cambios drásticos que atraviesa el país y los cambios internos de Juan Pablo. Todo su mundo está en movimiento”, explica Araujo.